/ domingo 24 de junio de 2018

Aquí Querétaro

La Alameda y sus remodelaciones

Espacio privilegiado de la ciudad, corazón mismo de una urbe que crece y crece sin medida, lugar de encuentro por décadas, nuestra Alameda estará de nueva cuenta abierta a la visita de los queretanos tras su más reciente proceso de remodelación.

Hay quien le llama “Alameda Central”, por aquello de que en la Ciudad de México hay una así, junto al bello Palacio de Bellas Artes, y también porque aquí tenemos otras dos, en el norte y el sur, de la metrópoli. Pero en realidad nuestra Alameda lleva el nombre de don Miguel Hidalgo y Costilla, el llamado “padre de la Patria”, y hasta una escultura de este personaje histórico corona su área central.

La Alameda Hidalgo, como casi todo mundo lo sabe, ha sido un lugar relevante de nuestra historia local. Ahí, entre sus árboles, paseó alguna vez Maximiliano de Habsburgo, se emplazaron los cañones imperialistas durante el sitio de la ciudad, y hasta se compuso una canción que es casi un himno a la nostalgia por la tierra lejana; pero sobre todo, ahí, queretanos de otros tiempos anduvieron en bicicleta, jugaron en sus atracciones y hasta admiraron a algún león y otros animales en cautiverio.

La Alameda queretana respondió a una moda de su tiempo de creación, en la transición entre los siglos XVIII y XIX y siendo don Ignacio Ruiz Calado el corregidor de la ciudad. Al sur de esa ciudad, en terrenos donados por la Hacienda de Carretas, se inició una construcción que jamás logró concluirse y que, con el paso del tiempo, ha tenido añadidos que le han ido dando forma. Sin embargo, del proyecto original de Mariano Orihuela sólo queda el trazo de sus calles interiores.

Son conocidas las fotografías diversas que narran la historia de la Alameda, y que incluyen la presencia de personajes de la vida nacional, entre los que destaca don Francisco I. Madero; y es que ahí, en ese natural espacio citadino, se solían organizar eventos y comilonas políticas con los visitantes relevantes de la ciudad.

Durante el paso de las tropas villistas por Querétaro, entre las que venía, se dice, José López Alavés, allá por 1915, el músico compuso, a la sombra de alguno de los árboles de la Alameda, la famosa “Canción Mixteca”, justo en el mismo y natural espacio, donde también se dice, el Archiduque Maximiliano solía pasear y visitar, en su momento, a las tropas que hacían frente al enemigo, apostado en el cerro del Cimatario.

Fue en los ochentas del siglo pasado cuando, a iniciativa del Lic. Manuel Cevallos, por entonces Presidente Municipal, y con la notable participación del Arq. Antonio Loyola, se colocó el enrejado que hoy lo circunda, así como sus acanteradas puertas norte y sur; esa fue la remodelación más importante de su historia.

En los sesentas de ese mismo siglo, la Alameda Hidalgo era punto de reunión entre los queretanos. Ahí los domingos solían ser el momento de mayor visita, y los niños de entonces rentábamos bicicletas en la famosa Casa Félix, para andar en ellas por sus entrañas. Y ahí también, algunos años más tarde, se instaló un efímero y escueto zoológico, cuya atracción principal era un león que respondía al nombre de Manuel.

Nuestra Alameda Hidalgo ha estado los últimos meses en remodelación. Hasta donde se sabe, se han intervenido sus calles, principalmente. El gran reto, como desde hace décadas, seguirá siendo el preservarlo como un espacio familiar, donde los queretanos podamos disfrutar, en paz, de la naturaleza.

La Alameda y sus remodelaciones

Espacio privilegiado de la ciudad, corazón mismo de una urbe que crece y crece sin medida, lugar de encuentro por décadas, nuestra Alameda estará de nueva cuenta abierta a la visita de los queretanos tras su más reciente proceso de remodelación.

Hay quien le llama “Alameda Central”, por aquello de que en la Ciudad de México hay una así, junto al bello Palacio de Bellas Artes, y también porque aquí tenemos otras dos, en el norte y el sur, de la metrópoli. Pero en realidad nuestra Alameda lleva el nombre de don Miguel Hidalgo y Costilla, el llamado “padre de la Patria”, y hasta una escultura de este personaje histórico corona su área central.

La Alameda Hidalgo, como casi todo mundo lo sabe, ha sido un lugar relevante de nuestra historia local. Ahí, entre sus árboles, paseó alguna vez Maximiliano de Habsburgo, se emplazaron los cañones imperialistas durante el sitio de la ciudad, y hasta se compuso una canción que es casi un himno a la nostalgia por la tierra lejana; pero sobre todo, ahí, queretanos de otros tiempos anduvieron en bicicleta, jugaron en sus atracciones y hasta admiraron a algún león y otros animales en cautiverio.

La Alameda queretana respondió a una moda de su tiempo de creación, en la transición entre los siglos XVIII y XIX y siendo don Ignacio Ruiz Calado el corregidor de la ciudad. Al sur de esa ciudad, en terrenos donados por la Hacienda de Carretas, se inició una construcción que jamás logró concluirse y que, con el paso del tiempo, ha tenido añadidos que le han ido dando forma. Sin embargo, del proyecto original de Mariano Orihuela sólo queda el trazo de sus calles interiores.

Son conocidas las fotografías diversas que narran la historia de la Alameda, y que incluyen la presencia de personajes de la vida nacional, entre los que destaca don Francisco I. Madero; y es que ahí, en ese natural espacio citadino, se solían organizar eventos y comilonas políticas con los visitantes relevantes de la ciudad.

Durante el paso de las tropas villistas por Querétaro, entre las que venía, se dice, José López Alavés, allá por 1915, el músico compuso, a la sombra de alguno de los árboles de la Alameda, la famosa “Canción Mixteca”, justo en el mismo y natural espacio, donde también se dice, el Archiduque Maximiliano solía pasear y visitar, en su momento, a las tropas que hacían frente al enemigo, apostado en el cerro del Cimatario.

Fue en los ochentas del siglo pasado cuando, a iniciativa del Lic. Manuel Cevallos, por entonces Presidente Municipal, y con la notable participación del Arq. Antonio Loyola, se colocó el enrejado que hoy lo circunda, así como sus acanteradas puertas norte y sur; esa fue la remodelación más importante de su historia.

En los sesentas de ese mismo siglo, la Alameda Hidalgo era punto de reunión entre los queretanos. Ahí los domingos solían ser el momento de mayor visita, y los niños de entonces rentábamos bicicletas en la famosa Casa Félix, para andar en ellas por sus entrañas. Y ahí también, algunos años más tarde, se instaló un efímero y escueto zoológico, cuya atracción principal era un león que respondía al nombre de Manuel.

Nuestra Alameda Hidalgo ha estado los últimos meses en remodelación. Hasta donde se sabe, se han intervenido sus calles, principalmente. El gran reto, como desde hace décadas, seguirá siendo el preservarlo como un espacio familiar, donde los queretanos podamos disfrutar, en paz, de la naturaleza.