/ domingo 22 de marzo de 2020

Aquí Querétaro

Dicen que Sir Charles Chaplin decía que la vida era maravillosa si no se le tenía miedo.

Pero el miedo, en la vida, nos acompaña siempre; es ese compañero incómodo de viaje que nos previene de todo y de todos, que nos inmoviliza y nos prohíbe alcanzar sueños, porque como decía también Sófocles, “para quien tiene miedo todos son ruidos”.

Ruidos por aquí y por allá que nos asaltan y que nos hacen ver las cosas todavía peor de lo que en realidad son; ruidos que nos obligan al pesimismo y al aborto de planes; ruidos de un miedo que siempre será lo más peligroso con lo que podemos contar.

El miedo, en fin, es un peligro para nosotros mismos, pero también para los otros, porque un ser humano con miedo es la bomba destructiva más efectiva que puede existir.

¿Cómo no pensar, y reflexionar, sobre el miedo en estos días que corren? ¿Cómo aplacarlo en nuestro interior, o al menos sobrellevarlo con mediana dignidad? ¿Cómo eludirlo si asoma su sonriente e irónico rostro a cada envío de Twitter, a cada mensaje en Face, a cada nota informativa de la televisión?

Tener miedo hoy en día, justamente hoy, es lo más normal del mundo, incluso para los valientes que aseguran nunca tenerlo. Miedo a una enfermedad, sí, pero quizá más a un futuro sin esperanzas, a la debacle económica, a la pérdida de un estatus.

De casualidad se ha fijado, estimado lector, que las llamadas y mensajes bancarios ofreciendo canonjías, mayores préstamos, incrementos de crédito, oportunidad de allegarse tarjetas, compra de deudas, no ha disminuido frente a la contingencia sanitaria, sino que se ha incrementado. En realidad, los bancos y demás instituciones financieras no hacen otra cosa que apelar a nuestro miedo, porque el miedo, tristemente, también puede ser un redituable negocio.

Decía Publio Siro que nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo, pero yo no estoy tan seguro de ello. El miedo también puede ser acicate, motor, impulso… Porque el miedo es intrínseco a nuestra naturaleza, y sin él casi creo que sería imposible vivir.

La vida es maravillosa si no se le tiene miedo, decía Chaplin, aunque quizá tendríamos que aprender a aceptar que la vida es maravillosa, aunque se le tenga miedo. Un miedo como el de hoy.

Dicen que Sir Charles Chaplin decía que la vida era maravillosa si no se le tenía miedo.

Pero el miedo, en la vida, nos acompaña siempre; es ese compañero incómodo de viaje que nos previene de todo y de todos, que nos inmoviliza y nos prohíbe alcanzar sueños, porque como decía también Sófocles, “para quien tiene miedo todos son ruidos”.

Ruidos por aquí y por allá que nos asaltan y que nos hacen ver las cosas todavía peor de lo que en realidad son; ruidos que nos obligan al pesimismo y al aborto de planes; ruidos de un miedo que siempre será lo más peligroso con lo que podemos contar.

El miedo, en fin, es un peligro para nosotros mismos, pero también para los otros, porque un ser humano con miedo es la bomba destructiva más efectiva que puede existir.

¿Cómo no pensar, y reflexionar, sobre el miedo en estos días que corren? ¿Cómo aplacarlo en nuestro interior, o al menos sobrellevarlo con mediana dignidad? ¿Cómo eludirlo si asoma su sonriente e irónico rostro a cada envío de Twitter, a cada mensaje en Face, a cada nota informativa de la televisión?

Tener miedo hoy en día, justamente hoy, es lo más normal del mundo, incluso para los valientes que aseguran nunca tenerlo. Miedo a una enfermedad, sí, pero quizá más a un futuro sin esperanzas, a la debacle económica, a la pérdida de un estatus.

De casualidad se ha fijado, estimado lector, que las llamadas y mensajes bancarios ofreciendo canonjías, mayores préstamos, incrementos de crédito, oportunidad de allegarse tarjetas, compra de deudas, no ha disminuido frente a la contingencia sanitaria, sino que se ha incrementado. En realidad, los bancos y demás instituciones financieras no hacen otra cosa que apelar a nuestro miedo, porque el miedo, tristemente, también puede ser un redituable negocio.

Decía Publio Siro que nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo, pero yo no estoy tan seguro de ello. El miedo también puede ser acicate, motor, impulso… Porque el miedo es intrínseco a nuestra naturaleza, y sin él casi creo que sería imposible vivir.

La vida es maravillosa si no se le tiene miedo, decía Chaplin, aunque quizá tendríamos que aprender a aceptar que la vida es maravillosa, aunque se le tenga miedo. Un miedo como el de hoy.