/ domingo 9 de mayo de 2021

Aquí Querétaro

La espera conexión telefónica entre Querétaro y la Ciudad de México fue, como puede imaginarse, todo un acontecimiento para nuestra ciudad; tanto que, incluso, se organizó una velada artística para celebrarlo, en las instalaciones de aquella exposición industrial que daría cabida, con el tiempo, a lo que hoy es nuestra tradicional feria decembrina.

Era mayo de 1882 cuando las líneas telefónicas permitieron la conexión entre la Secretaría de Fomento, en la capital del país, con el Palacio de Exposiciones queretano, con el propósito de mantener una comunicación directa entre ambas instancias durante la celebración de la exposición. Ello dio pie a que un grupo de artistas, algunos de Querétaro y otros de México, compartieran el escenario bajo los acordes de la orquesta del maestro Landaverde, en aquella velada que recibió el título de “México y Querétaro unidos”.

Luego vendría, desde luego, la necesidad de acrecentar esa comunicación telefónica, y se instalaron durante ese mismo año de 1882, aparatos en el Palacio Municipal, en el de Gobierno, y hasta en las primeras casas particulares en gozar del servicio. Antes de que acabara ese año, se habían instalado también aparatos telefónicos en Santa Rosa Jáuregui y en La Cañada.

Para el año siguiente, la instalación de aparatos alcanzó alguna otra comunidad importante, como El Pueblito, además de oficinas de organismos gubernamentales, como la Prefectura del Centro. Fue entonces cuando los teléfonos fueron puestos también a disposiciones de la población en general, de manera gratuita, pero con la única condición de la espera para utilizarlos en caso de que estuvieran en servicio de la autoridad correspondiente.

Para 1884 ya podían contarse unos cuarenta suscriptores del servicio telefónico en nuestra ciudad, y desde Hércules, instalado ahí también un aparato, había comunicación directa con la oficina central del servicio y con los poseedores de aparatos. Era tal la efervescencia de la telefonía que, en octubre de ese año, se colocó un aparato en la casa de don Vicente Chávez, donde se llevaría a escena la zarzuela “La Gallina Ciega”, para que todos los suscriptores pudiesen disfrutar de su música desde la tranquilidad de sus hogares.

Meses después, en 1885, había ya aparatos telefónicos en espacios tan significativos como el Hospital Civil, la Secretaría del Congreso, la oficina de Administración de Rentas y hasta en el Cuartel de Tropas del Estado, desde donde podían comunicarse con varias de sus garitas, y desde luego, con los muchos teléfonos particulares ya en servicio.

Muchas décadas después, en los tiempos que seguramente recuerdan muchos queretanos, los teléfonos no se marcaban; simplemente se descolgaba el auricular, una telefonista respondía al otro lado de la línea, y se pedía el número al que se quería llamar, número, por cierto, de tan sólo tres dígitos. Luego vendrían los teléfonos de marcación con disco y pocos números, y los directorios telefónicos con una sección amarilla con anuncios que se fue incrementando de tal forma que acabó por ser una publicación gorda e independiente.

Hoy difícilmente podemos imaginar todos esos tiempos de telefonía fija de marcación en disco, o de solicitud de comunicación a una operadora, incluso hablando de llamadas de larga distancia. Desde hace apenas tres décadas, la telefonía celular llegó a Querétaro, y con ella, un mundo de tecnología, de teléfonos inteligentes y de redes sociales inimaginable y abrumadora. La vida, incluso en cosas tan prácticas como es la telefonía, es ya muy distinta.

ACOTACIÓN AL MARGEN

La luz al final del túnel hay que mirarla siempre con cubrebocas. No hay que olvidarlo.

La espera conexión telefónica entre Querétaro y la Ciudad de México fue, como puede imaginarse, todo un acontecimiento para nuestra ciudad; tanto que, incluso, se organizó una velada artística para celebrarlo, en las instalaciones de aquella exposición industrial que daría cabida, con el tiempo, a lo que hoy es nuestra tradicional feria decembrina.

Era mayo de 1882 cuando las líneas telefónicas permitieron la conexión entre la Secretaría de Fomento, en la capital del país, con el Palacio de Exposiciones queretano, con el propósito de mantener una comunicación directa entre ambas instancias durante la celebración de la exposición. Ello dio pie a que un grupo de artistas, algunos de Querétaro y otros de México, compartieran el escenario bajo los acordes de la orquesta del maestro Landaverde, en aquella velada que recibió el título de “México y Querétaro unidos”.

Luego vendría, desde luego, la necesidad de acrecentar esa comunicación telefónica, y se instalaron durante ese mismo año de 1882, aparatos en el Palacio Municipal, en el de Gobierno, y hasta en las primeras casas particulares en gozar del servicio. Antes de que acabara ese año, se habían instalado también aparatos telefónicos en Santa Rosa Jáuregui y en La Cañada.

Para el año siguiente, la instalación de aparatos alcanzó alguna otra comunidad importante, como El Pueblito, además de oficinas de organismos gubernamentales, como la Prefectura del Centro. Fue entonces cuando los teléfonos fueron puestos también a disposiciones de la población en general, de manera gratuita, pero con la única condición de la espera para utilizarlos en caso de que estuvieran en servicio de la autoridad correspondiente.

Para 1884 ya podían contarse unos cuarenta suscriptores del servicio telefónico en nuestra ciudad, y desde Hércules, instalado ahí también un aparato, había comunicación directa con la oficina central del servicio y con los poseedores de aparatos. Era tal la efervescencia de la telefonía que, en octubre de ese año, se colocó un aparato en la casa de don Vicente Chávez, donde se llevaría a escena la zarzuela “La Gallina Ciega”, para que todos los suscriptores pudiesen disfrutar de su música desde la tranquilidad de sus hogares.

Meses después, en 1885, había ya aparatos telefónicos en espacios tan significativos como el Hospital Civil, la Secretaría del Congreso, la oficina de Administración de Rentas y hasta en el Cuartel de Tropas del Estado, desde donde podían comunicarse con varias de sus garitas, y desde luego, con los muchos teléfonos particulares ya en servicio.

Muchas décadas después, en los tiempos que seguramente recuerdan muchos queretanos, los teléfonos no se marcaban; simplemente se descolgaba el auricular, una telefonista respondía al otro lado de la línea, y se pedía el número al que se quería llamar, número, por cierto, de tan sólo tres dígitos. Luego vendrían los teléfonos de marcación con disco y pocos números, y los directorios telefónicos con una sección amarilla con anuncios que se fue incrementando de tal forma que acabó por ser una publicación gorda e independiente.

Hoy difícilmente podemos imaginar todos esos tiempos de telefonía fija de marcación en disco, o de solicitud de comunicación a una operadora, incluso hablando de llamadas de larga distancia. Desde hace apenas tres décadas, la telefonía celular llegó a Querétaro, y con ella, un mundo de tecnología, de teléfonos inteligentes y de redes sociales inimaginable y abrumadora. La vida, incluso en cosas tan prácticas como es la telefonía, es ya muy distinta.

ACOTACIÓN AL MARGEN

La luz al final del túnel hay que mirarla siempre con cubrebocas. No hay que olvidarlo.