/ domingo 1 de agosto de 2021

Aquí Querétaro

Pese a lo que pudiera ignorarse, los queretanos han tenido una presencia constante en Juegos Olímpicos, y en algunos casos, su participación ha sido relevante. La más sonada de ellas, desde luego, la del tenista Pancho Maciel, que en Los Ángeles, en 1984, logró la medalla de plata, aunque entonces el tenis aún era una competencia de exhibición.

Maciel, sin embargo, participó igualmente en dos Olimpiadas más: las de Seúl, en 1988, y las de Barcelona, en 1992, donde no obtuvo medallas, pero refrendó su calidad y la confirmación de que seguramente se trata del deportista más importante, o de mayores logros, de los nacidos por estas tierras.

Santa Rosa Jáuregui, delegación de la capital queretana, ha sido cuna de deportistas de alto nivel, algunos de los cuales también han sido olímpicos, como es el caso de Isidro Rico, quien compitió en Barcelona, alcanzando la posición veintinueve del maratón, y que luego acompañó, como entrenador, al también oriundo de Santa Rosa, Alejandro Suárez, quien en Atlanta primero, y en Beijíng después, competiría en varias carreras de fondo.

Caso singular es el de los hermanos Olvera González, también de Santa Rosa Jáuregui, que en la disciplina de lucha se hicieron notar a nivel internacional. Alfredo alcanzó un sexto lugar en Moscú, luego de haber participado también en Múnich y Montreal, mientras que Bernardo participó en Los Ángeles, y Jorge en Seúl.

El doctor Enrique Rabell asistió a los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960, participando en la prueba de cien metros dorso, en natación, y consiguió en la capital italiana un vigésimo noveno sitio. La atleta queretana Susana Escobar, por su parte, corrió las pruebas de 200 y 800 metros planos en Beijíng y en Londres, Guadalupe Loma participó en el maratón de Atlanta, y Agustín Morales fue parte del equipo de futbol que representó a México en los Olímpicos de Barcelona, en el noventa y dos.

Cuatro años más tarde, en Atlanta, Carlos de los Cobos, como entrenador, asistió a las olimpiadas dirigiendo al equipo de balompié de menores de veintitrés años que representó a nuestro país.

Mención aparte merecen los deportistas queretanos que en la especialidad de taekwondo portaron los colores mexicanos en alguna olimpiada. Es el caso de Erick Osornio en Londres, de Janet Alegría, de San Juan del Río, en la misma capital británica, y de Saúl Gutiérrez, en Río de Janeiro, en el 2016.

Querétaro pues, como se desprende de estos datos, ha participado de manera constante en el acontecimiento deportivo más importante del mundo. Ahora que en Tokio se celebran los Juegos Olímpicos de verano, vale la pena recordarlo.

ACOTACIÓN AL MARGEN

Con una nueva ola de contagios en el mundo, con la celebración de unos Juegos Olímpicos sin público, y con un proceso de vacunación que no acaba de terminar, parece que muchos siguen menospreciando esta pandemia. Así se desprende de la gran cantidad de fiestas que pueden descubrirse, por aquí y por allá, donde la sana distancia y el uso de mascarillas parecen una moda de otrora.

Mucho rato le queda aún a esta pesadilla. Tanto como seamos incapaces de aceptar su gravedad.

Pese a lo que pudiera ignorarse, los queretanos han tenido una presencia constante en Juegos Olímpicos, y en algunos casos, su participación ha sido relevante. La más sonada de ellas, desde luego, la del tenista Pancho Maciel, que en Los Ángeles, en 1984, logró la medalla de plata, aunque entonces el tenis aún era una competencia de exhibición.

Maciel, sin embargo, participó igualmente en dos Olimpiadas más: las de Seúl, en 1988, y las de Barcelona, en 1992, donde no obtuvo medallas, pero refrendó su calidad y la confirmación de que seguramente se trata del deportista más importante, o de mayores logros, de los nacidos por estas tierras.

Santa Rosa Jáuregui, delegación de la capital queretana, ha sido cuna de deportistas de alto nivel, algunos de los cuales también han sido olímpicos, como es el caso de Isidro Rico, quien compitió en Barcelona, alcanzando la posición veintinueve del maratón, y que luego acompañó, como entrenador, al también oriundo de Santa Rosa, Alejandro Suárez, quien en Atlanta primero, y en Beijíng después, competiría en varias carreras de fondo.

Caso singular es el de los hermanos Olvera González, también de Santa Rosa Jáuregui, que en la disciplina de lucha se hicieron notar a nivel internacional. Alfredo alcanzó un sexto lugar en Moscú, luego de haber participado también en Múnich y Montreal, mientras que Bernardo participó en Los Ángeles, y Jorge en Seúl.

El doctor Enrique Rabell asistió a los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960, participando en la prueba de cien metros dorso, en natación, y consiguió en la capital italiana un vigésimo noveno sitio. La atleta queretana Susana Escobar, por su parte, corrió las pruebas de 200 y 800 metros planos en Beijíng y en Londres, Guadalupe Loma participó en el maratón de Atlanta, y Agustín Morales fue parte del equipo de futbol que representó a México en los Olímpicos de Barcelona, en el noventa y dos.

Cuatro años más tarde, en Atlanta, Carlos de los Cobos, como entrenador, asistió a las olimpiadas dirigiendo al equipo de balompié de menores de veintitrés años que representó a nuestro país.

Mención aparte merecen los deportistas queretanos que en la especialidad de taekwondo portaron los colores mexicanos en alguna olimpiada. Es el caso de Erick Osornio en Londres, de Janet Alegría, de San Juan del Río, en la misma capital británica, y de Saúl Gutiérrez, en Río de Janeiro, en el 2016.

Querétaro pues, como se desprende de estos datos, ha participado de manera constante en el acontecimiento deportivo más importante del mundo. Ahora que en Tokio se celebran los Juegos Olímpicos de verano, vale la pena recordarlo.

ACOTACIÓN AL MARGEN

Con una nueva ola de contagios en el mundo, con la celebración de unos Juegos Olímpicos sin público, y con un proceso de vacunación que no acaba de terminar, parece que muchos siguen menospreciando esta pandemia. Así se desprende de la gran cantidad de fiestas que pueden descubrirse, por aquí y por allá, donde la sana distancia y el uso de mascarillas parecen una moda de otrora.

Mucho rato le queda aún a esta pesadilla. Tanto como seamos incapaces de aceptar su gravedad.