/ martes 5 de noviembre de 2019

Asedio a la Conabio

La Conabio es la institución que genera inteligencia y conocimiento sobre nuestro capital natural y su diversidad; es la responsable de llevar a cabo las acciones que permiten la conservación y uso sustentable de las diferentes especies de animales y plantas que habitan en nuestro territorio.

La tarea de Conabio no es menor, porque México es el tercer país con mayor diversidad biológica en el mundo y alberga al menos el 12% de toda la biodiversidad del planeta. México es rico en reptiles, ocupando el segundo lugar mundial, y lo es también en mamíferos, anfibios, plantas vasculares y aves, ocupando el tercero, cuarto, quinto y octavo lugar mundiales respectivamente.

Más allá de dicho ranking, la biodiversidad mexicana es endémica, es decir, que no existe en otro lugar del mundo, por lo que el reto de estudio y conservación de todas ellas nos obliga tanto para con las especies, como para con el resto del planeta. México hace, a través de su biodiversidad, una contribución incomparable a la vida de y en nuestro planeta.

Por esa prioritaria responsabilidad la Conabio fue creada en 1992, y desde entonces a la fecha ha logrado posicionarse como una de las mejores agencias de biodiversidad mundial. Como lo refería el “Informe al Presidente sobre Capital Ambiental Sostenible” que elaboró el Consejo de Expertos para Barack Obama en 2011, para que Estados Unidos pudiera avanzar en una agenda útil de coordinación entre agencias federales a favor de la biodiversidad de ese país, se debía seguir el “excelente” modelo que Conabio-México había implementado años atrás.

Por eso nos resulta sorprende el reciente discurso federal que busca “reestructurar” a la agencia en pro de la “austeridad republicana” que han decretado, y en aras de “reducir la corrupción que existe en el organismo”.

La reestructura de algo que funciona bien no se entiende. Más cuando se busca convertir a la Conabio – de acuerdo a palabras del Secretario de medio ambiente, Víctor Manuel Toledo - en un organismo público desconcentrado que, bajo dicha categoría, dejará de tener patrimonio y personalidad jurídica propias y dará plenas facultades a la Semarnat para intervenir en las decisiones internas del organismo. Por lo mismo, las quejas de los ambientalistas hoy es que Conabio no es tanto sujeto de una reestructura organizacional, sino de la misma dinámica anti órganos independientes o autónomos que ha mantenido la actual administración, como lo ha sido la agenda de intervención en los órganismos reguladores energéticos, en la Suprema Corte, o en el mismo INE. La señal es poco oportuna, desafortunada y plenamente equivocada.

La austeridad y el combate a la corrupción es otro argumento débil para este caso y tiende a resucitar la idea que se usó para las guarderías infantiles, los medicamentos en hospitales y otros programas sociales de utilidad en donde en aras de dicho combate se tomó la lógica de matar al enfermo de gripa para que no se degradara más. En resumen, una mala planeación de política pública con clara falta de visión del impacto social que revela poca pericia administrativa para aplicar controles y reorientar programas e instituciones.

La Conabio está en asedio. No es reciente, ya desde el año pasado dicha institución y el presupuesto para impulsar una agenda ambiental de altura habían sufrido recortes presupuestales del 44%. Reconvertir al organismo en un desconcentrado acabará por sepultar a tan importante agente de cambio, y generará un efecto dominó que llevaría a México a incumplir sus responsabilidades internacionales en materia de diversidad biológica.

Hagamos conciencia y activemos a la sociedad para ejercer un contrapeso que preserve las mejores condiciones de operación para Conabio, la preservación de cientos de miles de especies está en juego.

La Conabio es la institución que genera inteligencia y conocimiento sobre nuestro capital natural y su diversidad; es la responsable de llevar a cabo las acciones que permiten la conservación y uso sustentable de las diferentes especies de animales y plantas que habitan en nuestro territorio.

La tarea de Conabio no es menor, porque México es el tercer país con mayor diversidad biológica en el mundo y alberga al menos el 12% de toda la biodiversidad del planeta. México es rico en reptiles, ocupando el segundo lugar mundial, y lo es también en mamíferos, anfibios, plantas vasculares y aves, ocupando el tercero, cuarto, quinto y octavo lugar mundiales respectivamente.

Más allá de dicho ranking, la biodiversidad mexicana es endémica, es decir, que no existe en otro lugar del mundo, por lo que el reto de estudio y conservación de todas ellas nos obliga tanto para con las especies, como para con el resto del planeta. México hace, a través de su biodiversidad, una contribución incomparable a la vida de y en nuestro planeta.

Por esa prioritaria responsabilidad la Conabio fue creada en 1992, y desde entonces a la fecha ha logrado posicionarse como una de las mejores agencias de biodiversidad mundial. Como lo refería el “Informe al Presidente sobre Capital Ambiental Sostenible” que elaboró el Consejo de Expertos para Barack Obama en 2011, para que Estados Unidos pudiera avanzar en una agenda útil de coordinación entre agencias federales a favor de la biodiversidad de ese país, se debía seguir el “excelente” modelo que Conabio-México había implementado años atrás.

Por eso nos resulta sorprende el reciente discurso federal que busca “reestructurar” a la agencia en pro de la “austeridad republicana” que han decretado, y en aras de “reducir la corrupción que existe en el organismo”.

La reestructura de algo que funciona bien no se entiende. Más cuando se busca convertir a la Conabio – de acuerdo a palabras del Secretario de medio ambiente, Víctor Manuel Toledo - en un organismo público desconcentrado que, bajo dicha categoría, dejará de tener patrimonio y personalidad jurídica propias y dará plenas facultades a la Semarnat para intervenir en las decisiones internas del organismo. Por lo mismo, las quejas de los ambientalistas hoy es que Conabio no es tanto sujeto de una reestructura organizacional, sino de la misma dinámica anti órganos independientes o autónomos que ha mantenido la actual administración, como lo ha sido la agenda de intervención en los órganismos reguladores energéticos, en la Suprema Corte, o en el mismo INE. La señal es poco oportuna, desafortunada y plenamente equivocada.

La austeridad y el combate a la corrupción es otro argumento débil para este caso y tiende a resucitar la idea que se usó para las guarderías infantiles, los medicamentos en hospitales y otros programas sociales de utilidad en donde en aras de dicho combate se tomó la lógica de matar al enfermo de gripa para que no se degradara más. En resumen, una mala planeación de política pública con clara falta de visión del impacto social que revela poca pericia administrativa para aplicar controles y reorientar programas e instituciones.

La Conabio está en asedio. No es reciente, ya desde el año pasado dicha institución y el presupuesto para impulsar una agenda ambiental de altura habían sufrido recortes presupuestales del 44%. Reconvertir al organismo en un desconcentrado acabará por sepultar a tan importante agente de cambio, y generará un efecto dominó que llevaría a México a incumplir sus responsabilidades internacionales en materia de diversidad biológica.

Hagamos conciencia y activemos a la sociedad para ejercer un contrapeso que preserve las mejores condiciones de operación para Conabio, la preservación de cientos de miles de especies está en juego.