/ viernes 4 de marzo de 2022

Contraluz | Días de Guerra

El pasado jueves 24 de febrero Vladimir Putin, presidente de Rusia ordenó a tropas rusas invadir Ucrania luego de semanas de tensión y de movilizaciones militares a lo largo de la frontera entre ambos países, arguyendo el riesgo de expansión de la OTAN y el desarrollo militar del país vecino por parte de la Alianza.

Desde entonces, las tropas rusas han atacado inmisericordemente varias regiones del este y sureste del país, además de la capital de Kiev, dejando ya un saldo de miles de víctimas civiles, éxodos y tragedias en un conflicto bélico cuyo final nadie puede prever. Con ello se ha despertado el fantasma de la Guerra Fría y se han disparado las alertas en todo el mundo y en todos los ámbitos: bélico, armamentista, social, económico y financiero en medio de azoro general, pues prácticamente nadie esperaba que los diferendos no fueran resueltos mediante canales diplomáticos civilizados de negociación y diálogo.

Muchos extrañaron a la excanciller alemana Ángela Merkel y su fino olfato que a lo largo de 16 años la distinguió y erigió como líder de la Unión Europea pese al brexit y otros avatares ocurridos durante el período que ocupó la cancillería alemana.

Ella, como Vladimir Putin, emergieron de la Alemania del Este donde ella era parte de la discreta oposición y él, agente de la KGB; se conocían y podían ponerse de acuerdo como ocurrió en 2014 tras la lucha por Crimea.

Hoy se ha impuesto la negativa rusa al acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a la antigua república soviética, a la que Moscú considera su espacio de influencia y cuyo control juzga vital para su seguridad. Para Putin ambos países son “un solo pueblo”. Merkel por su parte, en declaración publicada por DPA condenó la guerra de agresión calificándola como “flagrante violación” del derecho internacional y lamentó que esta guerra absurda y a todas luces condenable por parte de Rusia marque una “profunda ruptura en la historia de Europa tras el fin de la Guerra Fría".

"Mis pensamientos y mi solidaridad, dijo severa, están con los ucranianos y el gobierno liderado por el presidente (Volodimir) Zelenski en estas horas y días aterradores".

Dio además su "total apoyo" a los esfuerzos de la Unión Europea, la OTAN, la ONU y los países miembros del G7 por detener la violenta e injusta invasión.

Desde tiempo atrás vientos de guerra soplaban en la región; CNN reportó el 4 de febrero que aviones de combate estadounidenses, junto con aviones militares noruegos y británicos, interceptaron aviones rusos cerca del espacio aéreo aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Un día antes, aviones militares noruegos identificaron e interceptaron aviones rusos en el Alto Norte, según comunicado de la Alianza. Dichos incidentes ocurrieron en momentos en que las tensiones entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN escalaban cotidianamente con Rusia aumentando su presencia militar a lo largo de la frontera de Ucrania y también su presencia marítima en el Mediterráneo y el Atlántico, según denunció el secretario de Prensa del Pentágono, John Kirby.

Por su parte Estados Unidos anunció que trasladaría tres mil soldados a Alemania, Polonia y Rumania ante la acumulación militar de Rusia en Ucrania.

Tras una semana de invasión, bombardeos, resistencia de tropas y civiles, y acuerdos de sanciones económicas severas contra Rusia, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirmó el miércoles a la televisión catarí Al Jazeera que el presidente estadounidense, Joe Biden, “sabe que la única alternativa a las sanciones contra Rusia es una Tercera Guerra Mundial” y que sería "una guerra nuclear devastadora"; habría dicho: "tiene experiencia y sabe que no hay alternativa a las sanciones, sino la guerra mundial".

Según dicha agencia el ministro ruso dijo también que su país estaba "listo" para afrontar las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea por su invasión de Ucrania.

Mientras las fuerzas rusas avanzan y ganan terreno día a día, casi un millón de ucranianos ha abandonado su país por las fronteras con Polonia, Moldavia y Rumanía. Hay resistencia también al interior de Rusia reflejada en diversas manifestaciones contra la guerra y por la paz que han sido disueltas y miles de disidentes, detenidos. El líder opositor ruso Aleksei Navalni, actualmente encarcelado, llamó a sus compatriotas a salir a las calles contra la invasión de Ucrania ordenada por el presidente Putin. "Rusia quiere ser una nación de paz. Por desgracia, pocas personas nos llamarían así ahora. Pero al menos no nos convirtamos en un país de gente asustada y silenciosa, de cobardes que fingen no darse cuenta de la guerra contra Ucrania desatada por nuestro obviamente zar loco", afirma Navalni desde su cuenta de Twitter en la que añadió que "Putin no es Rusia. Y si hay algo en Rusia ahora mismo de lo que uno puede estar más orgulloso Así, es de esas seis mil 824 personas que fueron detenidas porque de forma espontánea- salieron a las calles con pancartas que decían 'No a la guerra'".

El rechazo a la guerra y la multiplicación de sanciones, especialmente económicas y de aislamiento a Rusia han sido el signo de los últimos días en tanto la guerra continúa.

El fantasma de la Guerra Fría ha vuelto a erguirse. Quizá porque las disputas posteriores a la Segunda Guerra Mundial no supieron zanjarse totalmente; o porque faltó equilibrio y previsión ante las fundadas esperanzas de que se abría un nuevo y mejor horizonte para el mundo con la caída de los regímenes comunistas de países del Este uncidos a la entonces Unión Soviética.

El equilibrio que guardaron durante mucho tiempo la OTAN, por llamémosle así, Occidente; y el extinto Pacto de Varsovia (Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua) URSS y países del Este, quedó roto el iniciar la última década del siglo pasado.

Con el tiempo, el Pacto de Varsovia se extinguió y la OTAN añadió nuevos países a su círculo de influencia. Hoy, el anhelo de Kiev por unirse a ellos ha sido uno de los pretextos empleados por Vladimir Putin para invadir Ucrania.

En estos tiempos de guerra se extraña a Merkel y su serena inteligencia, pues optar por la invasión violenta de una nación independiente y soberana, por supuestos motivos de seguridad, ideología, comercio o economía, siempre será elección torpe que abonará al riesgo de caos, de guerra sin fin, de destrucción.


El pasado jueves 24 de febrero Vladimir Putin, presidente de Rusia ordenó a tropas rusas invadir Ucrania luego de semanas de tensión y de movilizaciones militares a lo largo de la frontera entre ambos países, arguyendo el riesgo de expansión de la OTAN y el desarrollo militar del país vecino por parte de la Alianza.

Desde entonces, las tropas rusas han atacado inmisericordemente varias regiones del este y sureste del país, además de la capital de Kiev, dejando ya un saldo de miles de víctimas civiles, éxodos y tragedias en un conflicto bélico cuyo final nadie puede prever. Con ello se ha despertado el fantasma de la Guerra Fría y se han disparado las alertas en todo el mundo y en todos los ámbitos: bélico, armamentista, social, económico y financiero en medio de azoro general, pues prácticamente nadie esperaba que los diferendos no fueran resueltos mediante canales diplomáticos civilizados de negociación y diálogo.

Muchos extrañaron a la excanciller alemana Ángela Merkel y su fino olfato que a lo largo de 16 años la distinguió y erigió como líder de la Unión Europea pese al brexit y otros avatares ocurridos durante el período que ocupó la cancillería alemana.

Ella, como Vladimir Putin, emergieron de la Alemania del Este donde ella era parte de la discreta oposición y él, agente de la KGB; se conocían y podían ponerse de acuerdo como ocurrió en 2014 tras la lucha por Crimea.

Hoy se ha impuesto la negativa rusa al acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a la antigua república soviética, a la que Moscú considera su espacio de influencia y cuyo control juzga vital para su seguridad. Para Putin ambos países son “un solo pueblo”. Merkel por su parte, en declaración publicada por DPA condenó la guerra de agresión calificándola como “flagrante violación” del derecho internacional y lamentó que esta guerra absurda y a todas luces condenable por parte de Rusia marque una “profunda ruptura en la historia de Europa tras el fin de la Guerra Fría".

"Mis pensamientos y mi solidaridad, dijo severa, están con los ucranianos y el gobierno liderado por el presidente (Volodimir) Zelenski en estas horas y días aterradores".

Dio además su "total apoyo" a los esfuerzos de la Unión Europea, la OTAN, la ONU y los países miembros del G7 por detener la violenta e injusta invasión.

Desde tiempo atrás vientos de guerra soplaban en la región; CNN reportó el 4 de febrero que aviones de combate estadounidenses, junto con aviones militares noruegos y británicos, interceptaron aviones rusos cerca del espacio aéreo aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Un día antes, aviones militares noruegos identificaron e interceptaron aviones rusos en el Alto Norte, según comunicado de la Alianza. Dichos incidentes ocurrieron en momentos en que las tensiones entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN escalaban cotidianamente con Rusia aumentando su presencia militar a lo largo de la frontera de Ucrania y también su presencia marítima en el Mediterráneo y el Atlántico, según denunció el secretario de Prensa del Pentágono, John Kirby.

Por su parte Estados Unidos anunció que trasladaría tres mil soldados a Alemania, Polonia y Rumania ante la acumulación militar de Rusia en Ucrania.

Tras una semana de invasión, bombardeos, resistencia de tropas y civiles, y acuerdos de sanciones económicas severas contra Rusia, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirmó el miércoles a la televisión catarí Al Jazeera que el presidente estadounidense, Joe Biden, “sabe que la única alternativa a las sanciones contra Rusia es una Tercera Guerra Mundial” y que sería "una guerra nuclear devastadora"; habría dicho: "tiene experiencia y sabe que no hay alternativa a las sanciones, sino la guerra mundial".

Según dicha agencia el ministro ruso dijo también que su país estaba "listo" para afrontar las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea por su invasión de Ucrania.

Mientras las fuerzas rusas avanzan y ganan terreno día a día, casi un millón de ucranianos ha abandonado su país por las fronteras con Polonia, Moldavia y Rumanía. Hay resistencia también al interior de Rusia reflejada en diversas manifestaciones contra la guerra y por la paz que han sido disueltas y miles de disidentes, detenidos. El líder opositor ruso Aleksei Navalni, actualmente encarcelado, llamó a sus compatriotas a salir a las calles contra la invasión de Ucrania ordenada por el presidente Putin. "Rusia quiere ser una nación de paz. Por desgracia, pocas personas nos llamarían así ahora. Pero al menos no nos convirtamos en un país de gente asustada y silenciosa, de cobardes que fingen no darse cuenta de la guerra contra Ucrania desatada por nuestro obviamente zar loco", afirma Navalni desde su cuenta de Twitter en la que añadió que "Putin no es Rusia. Y si hay algo en Rusia ahora mismo de lo que uno puede estar más orgulloso Así, es de esas seis mil 824 personas que fueron detenidas porque de forma espontánea- salieron a las calles con pancartas que decían 'No a la guerra'".

El rechazo a la guerra y la multiplicación de sanciones, especialmente económicas y de aislamiento a Rusia han sido el signo de los últimos días en tanto la guerra continúa.

El fantasma de la Guerra Fría ha vuelto a erguirse. Quizá porque las disputas posteriores a la Segunda Guerra Mundial no supieron zanjarse totalmente; o porque faltó equilibrio y previsión ante las fundadas esperanzas de que se abría un nuevo y mejor horizonte para el mundo con la caída de los regímenes comunistas de países del Este uncidos a la entonces Unión Soviética.

El equilibrio que guardaron durante mucho tiempo la OTAN, por llamémosle así, Occidente; y el extinto Pacto de Varsovia (Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua) URSS y países del Este, quedó roto el iniciar la última década del siglo pasado.

Con el tiempo, el Pacto de Varsovia se extinguió y la OTAN añadió nuevos países a su círculo de influencia. Hoy, el anhelo de Kiev por unirse a ellos ha sido uno de los pretextos empleados por Vladimir Putin para invadir Ucrania.

En estos tiempos de guerra se extraña a Merkel y su serena inteligencia, pues optar por la invasión violenta de una nación independiente y soberana, por supuestos motivos de seguridad, ideología, comercio o economía, siempre será elección torpe que abonará al riesgo de caos, de guerra sin fin, de destrucción.