/ miércoles 4 de agosto de 2021

Contraluz | Santa María Álamos

Por veredas y caminos de herradura descendimos aquella mañana húmeda y enverdecida desde la comunidad de El Ahuacate hasta el poblado de Santa María Álamos ubicado en la parte baja de la Sierra en el municipio de San Joaquín. Lugareños habían prestado una recua de mulas que nos alternábamos midiendo fuerzas y destrezas ante un paisaje exuberante que serpenteaba entre pinos, encinos y rocas hacia una desconocida aldea a la que iba el candidato Enrique Burgos quien ofrecería y cumpliría la realización de un anhelado camino en su primera etapa.

De aquel viaje lo que mejor guardé en mi retina fue la esplendidez del paisaje pero sobre todo la bondad y generosidad de los esperanzados lugareños.

Entre lluvia y lodazales transcurrió la última etapa del recorrido que nos depositó empapados y cansados en el pueblito donde una multitud se alegraba bajando de los cerros y comunidades aledañas, vestida con sus mejores galas: moños de colores, arracadas, sombreros de palma o fieltro de ala ancha, mujeres y hombres con niños, muchos niños, que correteaban entre la lluvia mientras el maestro de ceremonias improvisado -Manuel Medina q.e.p.d. - anunciaba entre el gris de la tarde y la llovizna fina, el inminente arribo del candidato.

Con él estaba Timoteo Martínez, quien sería alcalde de San Joaquín, con su alegre sencillez, saludando y anunciando buenas nuevas a los vecinos.

Cuando llegó el candidato Enrique Burgos, bajó de su cabalgadura y como siempre, saludó, escuchó, platicó y alentó a quienes querían conocerlo y escucharlo.

Bajo la lluvia ocurrió el mitin. Sin estrados ni templetes, Burgos escuchó a quienes deseaban hablar, hacer propuestas, exponer peticiones y después habló con gran sencillez sobre la belleza del lugar, sobre la generosidad y alegría de los pobladores de Santa María Álamos, y anunció el pronto inicio del camino que llevaría desarrollo a esa y otras comunidades de San Joaquín y Cadereyta.

Lugareños entusiasmados hablaron de sus anhelos. “Con el camino nos conformamos”, dijeron.

“Ponga al ingeniero y a las máquinas y nosotros hacemos el trabajo que podamos”, ofrecieron los hombres adultos y jóvenes.

Y las mujeres: “Nosotras limpiamos y barremos el Centro de Salud y la escuela. Acarreamos agua y hacemos el desayuno escolar; de ustedes nos conformamos con el camino que será muchísimo; nos dará alegría y progreso”.

Tras el mitin político hubo una reunión festejo en un local cerrado y techado en el que cientos de pobladores y visitantes compartieron comida y refrescos en medio de música de huapango, charlas y pláticas que se extendieron mientras la noche se hincaba en el pequeño valle. La emoción de los aldeanos podía verse, tocarse casi…

Después de la celebración, muchos se quedaron a dormir en la capilla y la pequeña sacristía. Ahí también nosotros -equipo de prensa- en pequeñas tiendas de campaña, pues había goteras.

En medio de aquella oscuridad, iluminada a intervalos por alguna lámpara, escuchamos a papás y mamás aleccionar a sus hijos y orar después para que lo del camino “sea cierto”; oraban también por el candidato “para que Dios lo ilumine”.

El silencio, acaso roto por algún gemido o llanto infantil, reinó después hasta apenas despuntar el alba pues a las seis de la mañana los vecinos despertaron y retornaron cuesta arriba a sus comunidades.

Con el tiempo y no sin grandes dificultades el ya gobernador Enrique

Burgos inició el camino anhelado en su primera etapa. Los pobladores de Santos María Álamos cumplieron cabalmente su palabra realizando largas jornadas de trabajo durante la obra y después de ella. Lo escarpado de la zona fue un obstáculo serio que por fortuna fue superado. Habrá qué señalar que el proyecto fue concluido por la siguiente administración -la de Ignacio Loyola- civilizadamente, como por fortuna ha ocurrido en

Querétaro casi siempre ante proyectos largos, onerosos, o inconclusos, de una administración a otra.

Desde hace mucho no he vuelto a El Ahuacate, Maromitas, El Apartadero, ni a Santa María Álamos.

Guardo sin embargo como una luminosa experiencia aquella jornada de colores y alegría de cientos de pobladores, jóvenes, adultos, ancianos y niños, bajando de los cerros vestidos de fiesta para el gran anuncio, dispuestos a cumplir, como lo hicieron, su parte de trabajo.

Como se recordará en esos ayeres apenas se insinuaban los primeros teléfonos celulares, las lap y las tabletas. Las campañas políticas eran ciertamente menos competidas, pero también menos onerosas y polarizares.

La democracia plena vino después, con el INE, con sustanciales reformas constitucionales y con respeto a las instituciones que tanto empeño y trabajo han costado.

Recordaba esto con motivo de la consulta “popular” del pasado domingo que me pareció sólo un nuevo y costoso tipo de manipulación, de tititerismo, de simulación.

Total, si hay delitos, que se denuncien y que se aplique la ley. Lo demás es pan y circo.

Prefiero la imagen de un pueblo digno vestido de fiesta; de niños corriendo por el campo y de adultos ofreciendo y cumpliendo sus jornadas de trabajo para el beneficio de todos.

Por veredas y caminos de herradura descendimos aquella mañana húmeda y enverdecida desde la comunidad de El Ahuacate hasta el poblado de Santa María Álamos ubicado en la parte baja de la Sierra en el municipio de San Joaquín. Lugareños habían prestado una recua de mulas que nos alternábamos midiendo fuerzas y destrezas ante un paisaje exuberante que serpenteaba entre pinos, encinos y rocas hacia una desconocida aldea a la que iba el candidato Enrique Burgos quien ofrecería y cumpliría la realización de un anhelado camino en su primera etapa.

De aquel viaje lo que mejor guardé en mi retina fue la esplendidez del paisaje pero sobre todo la bondad y generosidad de los esperanzados lugareños.

Entre lluvia y lodazales transcurrió la última etapa del recorrido que nos depositó empapados y cansados en el pueblito donde una multitud se alegraba bajando de los cerros y comunidades aledañas, vestida con sus mejores galas: moños de colores, arracadas, sombreros de palma o fieltro de ala ancha, mujeres y hombres con niños, muchos niños, que correteaban entre la lluvia mientras el maestro de ceremonias improvisado -Manuel Medina q.e.p.d. - anunciaba entre el gris de la tarde y la llovizna fina, el inminente arribo del candidato.

Con él estaba Timoteo Martínez, quien sería alcalde de San Joaquín, con su alegre sencillez, saludando y anunciando buenas nuevas a los vecinos.

Cuando llegó el candidato Enrique Burgos, bajó de su cabalgadura y como siempre, saludó, escuchó, platicó y alentó a quienes querían conocerlo y escucharlo.

Bajo la lluvia ocurrió el mitin. Sin estrados ni templetes, Burgos escuchó a quienes deseaban hablar, hacer propuestas, exponer peticiones y después habló con gran sencillez sobre la belleza del lugar, sobre la generosidad y alegría de los pobladores de Santa María Álamos, y anunció el pronto inicio del camino que llevaría desarrollo a esa y otras comunidades de San Joaquín y Cadereyta.

Lugareños entusiasmados hablaron de sus anhelos. “Con el camino nos conformamos”, dijeron.

“Ponga al ingeniero y a las máquinas y nosotros hacemos el trabajo que podamos”, ofrecieron los hombres adultos y jóvenes.

Y las mujeres: “Nosotras limpiamos y barremos el Centro de Salud y la escuela. Acarreamos agua y hacemos el desayuno escolar; de ustedes nos conformamos con el camino que será muchísimo; nos dará alegría y progreso”.

Tras el mitin político hubo una reunión festejo en un local cerrado y techado en el que cientos de pobladores y visitantes compartieron comida y refrescos en medio de música de huapango, charlas y pláticas que se extendieron mientras la noche se hincaba en el pequeño valle. La emoción de los aldeanos podía verse, tocarse casi…

Después de la celebración, muchos se quedaron a dormir en la capilla y la pequeña sacristía. Ahí también nosotros -equipo de prensa- en pequeñas tiendas de campaña, pues había goteras.

En medio de aquella oscuridad, iluminada a intervalos por alguna lámpara, escuchamos a papás y mamás aleccionar a sus hijos y orar después para que lo del camino “sea cierto”; oraban también por el candidato “para que Dios lo ilumine”.

El silencio, acaso roto por algún gemido o llanto infantil, reinó después hasta apenas despuntar el alba pues a las seis de la mañana los vecinos despertaron y retornaron cuesta arriba a sus comunidades.

Con el tiempo y no sin grandes dificultades el ya gobernador Enrique

Burgos inició el camino anhelado en su primera etapa. Los pobladores de Santos María Álamos cumplieron cabalmente su palabra realizando largas jornadas de trabajo durante la obra y después de ella. Lo escarpado de la zona fue un obstáculo serio que por fortuna fue superado. Habrá qué señalar que el proyecto fue concluido por la siguiente administración -la de Ignacio Loyola- civilizadamente, como por fortuna ha ocurrido en

Querétaro casi siempre ante proyectos largos, onerosos, o inconclusos, de una administración a otra.

Desde hace mucho no he vuelto a El Ahuacate, Maromitas, El Apartadero, ni a Santa María Álamos.

Guardo sin embargo como una luminosa experiencia aquella jornada de colores y alegría de cientos de pobladores, jóvenes, adultos, ancianos y niños, bajando de los cerros vestidos de fiesta para el gran anuncio, dispuestos a cumplir, como lo hicieron, su parte de trabajo.

Como se recordará en esos ayeres apenas se insinuaban los primeros teléfonos celulares, las lap y las tabletas. Las campañas políticas eran ciertamente menos competidas, pero también menos onerosas y polarizares.

La democracia plena vino después, con el INE, con sustanciales reformas constitucionales y con respeto a las instituciones que tanto empeño y trabajo han costado.

Recordaba esto con motivo de la consulta “popular” del pasado domingo que me pareció sólo un nuevo y costoso tipo de manipulación, de tititerismo, de simulación.

Total, si hay delitos, que se denuncien y que se aplique la ley. Lo demás es pan y circo.

Prefiero la imagen de un pueblo digno vestido de fiesta; de niños corriendo por el campo y de adultos ofreciendo y cumpliendo sus jornadas de trabajo para el beneficio de todos.