BOLAS. Al PRI le sucedió el sexenio pasado lo mismo que al PAN durante el gobierno de Francisco Garrido: engolosinados en las mieles del poder sus principales actores dejaron perder el fin social del partido, deshicieron las estructuras y los convirtieron en entes abstractos, idos de la realidad. Ambos lo pagaron ya con sendas derrotas, cayeron de regreso a picar piedra para ganarse la confianza de la gente, cada vez más escéptica hacia sus transas, perdón, sus causas. ¿Y dónde están ahora? Pues igualito que antes. Parece maldición que el partido en el poder estatal se pierda en los pantanos de la abundancia. Y si no pregúntenle a José Luis Baez y compañía, que muy malas cuentas traen y que andan sufriendo porque el riesgo de que Ricardo Anaya pierda la elección en su propia tierra natal es real, y además muy alto. No dan una.
BOLAS. Al PRI le sucedió el sexenio pasado lo mismo que al PAN durante el gobierno de Francisco Garrido: engolosinados en las mieles del poder sus principales actores dejaron perder el fin social del partido, deshicieron las estructuras y los convirtieron en entes abstractos, idos de la realidad. Ambos lo pagaron ya con sendas derrotas, cayeron de regreso a picar piedra para ganarse la confianza de la gente, cada vez más escéptica hacia sus transas, perdón, sus causas. ¿Y dónde están ahora? Pues igualito que antes. Parece maldición que el partido en el poder estatal se pierda en los pantanos de la abundancia. Y si no pregúntenle a José Luis Baez y compañía, que muy malas cuentas traen y que andan sufriendo porque el riesgo de que Ricardo Anaya pierda la elección en su propia tierra natal es real, y además muy alto. No dan una.