/ lunes 25 de enero de 2021

Desde la izquierda | Hartazgo nacional

Cuanto puede provocar un gobernante a sus ciudadanos como para que lo saquen de la manera más vergonzosa de su encargo, exhibido, menospreciado y aborrecido por quienes en algún momento votaron y tuvieron confianza en su lucha, es sus ideas y en su persona. Lo qué pasó en Estados Unidos es reflejo de un México contemporáneo; como me vez te veras, pareciera decirle Trump a López Obrador.

Es cierto que la polarización social y política no es a partir de este sexenio, pero si incrementada desmesuradamente; el ascenso del populismo se debe precisamente a ello, y como consecuencia del desdibujamiento de los partidos políticos da como resultado un sistema institucional que hoy se encuentra deslegitimado, por ser un gobierno ineficiente y plagado de una corrupción tenaz que sigue en su apogeo como en los viejos tiempos.

Si antes el hartazgo fue por la corrupción hoy es por la ineficiencia, la mentira, el desmantelamiento de las instituciones, la suspensión de programas, la opacidad en la rendición de cuentas, las obras faraónicas, los caprichos de la familia presidencial, el maquillaje de la realidad, y lo peor, el manejo de la pandemia con fines electorales, sin los alcances prometidos en tiempo, en dosis y en prioridades.

Violencia, enfermedades, desempleo, desesperanza y sin unidad, como lo expresó el presidente Biden, no dan progreso, solo ira agotadora, misma que se derrocha por todos lados en las mañaneras sin medir consecuencias y lo peor sin solucionar nada.

López Obrador en su momento supo interpretar y aprovechar el malestar de la sociedad mexicana y encasillar a sus adversarios en calificativos que se volvieron populares, sin embargo hoy la película es otra, no comprende que hoy los problemas son multidimensionales y complejos de una realidad avasalladora y que no pueden resolverse con soluciones sencillas, ocurrencias o disparates tipo Fox.

Elena Poniatowska comisionada de la Convención Nacional Democrática en 2006 y encargada de entregar a López Obrador su constancia como "presidente legítimo” puso el dedo en la yaga, dijo una cruda verdad, estamos hartos de ver al presidente todos los días, expresando con ello que las mentiras se han convertido en el instrumento más atractivo para adquirir adeptos desinformados y enojados, pero las decisiones criminales en el manejo de la pandemia, causando un daño irreparable en nuestra sociedad, ha sido la gota que derramó el vaso.

Su consigna de que ahí vienen las elecciones hicieron presa de él, se apresura a vacunar a su ejército de siervos de la nación para que estén en condiciones de hacer su propaganda política a expensas de la salud de los mexicanos, el objetivo es ganar, independientemente del costo. Nos hace falta identificar y promover líderes con discursos que construyan puentes y que impulsen lógicas de despolarización, de continuar así este país seguirá en crisis permanente.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx

Cuanto puede provocar un gobernante a sus ciudadanos como para que lo saquen de la manera más vergonzosa de su encargo, exhibido, menospreciado y aborrecido por quienes en algún momento votaron y tuvieron confianza en su lucha, es sus ideas y en su persona. Lo qué pasó en Estados Unidos es reflejo de un México contemporáneo; como me vez te veras, pareciera decirle Trump a López Obrador.

Es cierto que la polarización social y política no es a partir de este sexenio, pero si incrementada desmesuradamente; el ascenso del populismo se debe precisamente a ello, y como consecuencia del desdibujamiento de los partidos políticos da como resultado un sistema institucional que hoy se encuentra deslegitimado, por ser un gobierno ineficiente y plagado de una corrupción tenaz que sigue en su apogeo como en los viejos tiempos.

Si antes el hartazgo fue por la corrupción hoy es por la ineficiencia, la mentira, el desmantelamiento de las instituciones, la suspensión de programas, la opacidad en la rendición de cuentas, las obras faraónicas, los caprichos de la familia presidencial, el maquillaje de la realidad, y lo peor, el manejo de la pandemia con fines electorales, sin los alcances prometidos en tiempo, en dosis y en prioridades.

Violencia, enfermedades, desempleo, desesperanza y sin unidad, como lo expresó el presidente Biden, no dan progreso, solo ira agotadora, misma que se derrocha por todos lados en las mañaneras sin medir consecuencias y lo peor sin solucionar nada.

López Obrador en su momento supo interpretar y aprovechar el malestar de la sociedad mexicana y encasillar a sus adversarios en calificativos que se volvieron populares, sin embargo hoy la película es otra, no comprende que hoy los problemas son multidimensionales y complejos de una realidad avasalladora y que no pueden resolverse con soluciones sencillas, ocurrencias o disparates tipo Fox.

Elena Poniatowska comisionada de la Convención Nacional Democrática en 2006 y encargada de entregar a López Obrador su constancia como "presidente legítimo” puso el dedo en la yaga, dijo una cruda verdad, estamos hartos de ver al presidente todos los días, expresando con ello que las mentiras se han convertido en el instrumento más atractivo para adquirir adeptos desinformados y enojados, pero las decisiones criminales en el manejo de la pandemia, causando un daño irreparable en nuestra sociedad, ha sido la gota que derramó el vaso.

Su consigna de que ahí vienen las elecciones hicieron presa de él, se apresura a vacunar a su ejército de siervos de la nación para que estén en condiciones de hacer su propaganda política a expensas de la salud de los mexicanos, el objetivo es ganar, independientemente del costo. Nos hace falta identificar y promover líderes con discursos que construyan puentes y que impulsen lógicas de despolarización, de continuar así este país seguirá en crisis permanente.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

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Twitter @Ulisesgrmx

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