/ martes 11 de septiembre de 2018

Diálogo Universitario

Doble moral


México es la palabra que evoca un sentimiento lleno de folclor, de emociones, de múltiples lenguas indígenas, de regiones diversas que se suman y se complementan al formar una unidad, de muchos grupos culturales que se manifiestan a través de sus fiestas, de sus ritos y su idiosincrasia.

México despierta el sentimiento de solidaridad, de ayuda incondicional, y de un acto casi inconsciente para tender la mano a quien lo necesita, es la palabra que mueve masas y que al sintonizar el coraje frente a una adversidad, una desgracia o una afrenta se le responde con la unidad, se le detiene con la fuerza del canto del himno nacional, del cielito lindo, o del Rey, de José Alfredo.

Estamos en la víspera de la conmemoración número 208 de la independencia de nuestro país para convertirse en una nación bien delimitada en la zona norte de América. Y no hemos alcanzado aún el momento para la formación una nación sólida, porque conservamos históricamente una doble moral casi histórica, que nace con la misma nación, y que ha ocasionado que no hayamos logrado concretar la figura de unidad que se requiere para afrontar los retos que exige el nacionalismo, la identificación a una tierra muy particular y especifica.

Nuestra Patria la queremos juarista, liberal, democrática, abierta al mundo, laica e independiente. Pero no podemos pensarla del todo con estos últimos atributos, debido a que el movimiento de independencia nos otorgó el nacimiento de un territorio bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe, y con vivas a Fernando VII.

Nuestro himno nacional hace mención inmediata a la guerra, cuando lo que queremos es paz, abrazamos a los extranjeros pero sospechamos de ellos cuando pensamos que es el potencial enemigo y ponemos un soldado en cada hijo que dios nos da.

La globalización es un espejismo al que aspiramos, lo mismo la internacionalización, y el anhelo de ser competitivos y estar abiertos al libre mercado. Queremos un Tratado del Libre Comercio con nuestros socios del norte. Cuando desconfiamos de ellos, como nosotros de ellos y seguimos con la duda si en realidad existimos como una América del Norte. Así que también somos latinoamericanos.

Como sentimiento o como movimiento, el nacionalismo es una postura ambivalente. Esas son las causas por las que no permitimos la madurez de nuestro estado nacional, y su concomitante gobierno en turno. Como si viviéramos constantemente con una culpa. Por eso no nos acomodamos con el gobierno en turno, por eso no nos apoyamos en la cultura nacional porque titubeamos a la hora de sacar lo indígena, lo mestizo, y lo del norte o del sur.

Tales indefiniciones nos han llevado a descubrirnos como poseedores de una doble moral. Y esto lo hemos estado experimentando en estos últimos sexenios. Ya vamos por el camino de la madurez de nuestra educación electoral, y por lo tanto de nuestro ejercicio democrático, pero no estamos contentos ni con los conservadores del centro, ni con los de la derecha, y ahora tampoco con los de la izquierda moderada. Anhelamos y soñamos con lo que no es y no ha sido. Quizá por eso no creemos nada de la 4ta. Transformación, pero no creemos ni en el viejo PRI que se fue, ni tampoco en el PAN que se esfumo.

Insistiré en señalar esa ambivalencia en; querer ser globalizados pero a la vez nacionalistas; en exigir un estado fuerte, pero no dejamos que actué conforme a derecho, no dejamos el libre albedrio porque exigimos la presencia del estado.

Así que, conmemoraremos un año más de nuestra Independencia de quienes nos hicieron colonia, pero que seguiremos sorteando el destino, de no caer en una dependencia ahora económica y tecnológica.

@manuelbasaldua

Doble moral


México es la palabra que evoca un sentimiento lleno de folclor, de emociones, de múltiples lenguas indígenas, de regiones diversas que se suman y se complementan al formar una unidad, de muchos grupos culturales que se manifiestan a través de sus fiestas, de sus ritos y su idiosincrasia.

México despierta el sentimiento de solidaridad, de ayuda incondicional, y de un acto casi inconsciente para tender la mano a quien lo necesita, es la palabra que mueve masas y que al sintonizar el coraje frente a una adversidad, una desgracia o una afrenta se le responde con la unidad, se le detiene con la fuerza del canto del himno nacional, del cielito lindo, o del Rey, de José Alfredo.

Estamos en la víspera de la conmemoración número 208 de la independencia de nuestro país para convertirse en una nación bien delimitada en la zona norte de América. Y no hemos alcanzado aún el momento para la formación una nación sólida, porque conservamos históricamente una doble moral casi histórica, que nace con la misma nación, y que ha ocasionado que no hayamos logrado concretar la figura de unidad que se requiere para afrontar los retos que exige el nacionalismo, la identificación a una tierra muy particular y especifica.

Nuestra Patria la queremos juarista, liberal, democrática, abierta al mundo, laica e independiente. Pero no podemos pensarla del todo con estos últimos atributos, debido a que el movimiento de independencia nos otorgó el nacimiento de un territorio bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe, y con vivas a Fernando VII.

Nuestro himno nacional hace mención inmediata a la guerra, cuando lo que queremos es paz, abrazamos a los extranjeros pero sospechamos de ellos cuando pensamos que es el potencial enemigo y ponemos un soldado en cada hijo que dios nos da.

La globalización es un espejismo al que aspiramos, lo mismo la internacionalización, y el anhelo de ser competitivos y estar abiertos al libre mercado. Queremos un Tratado del Libre Comercio con nuestros socios del norte. Cuando desconfiamos de ellos, como nosotros de ellos y seguimos con la duda si en realidad existimos como una América del Norte. Así que también somos latinoamericanos.

Como sentimiento o como movimiento, el nacionalismo es una postura ambivalente. Esas son las causas por las que no permitimos la madurez de nuestro estado nacional, y su concomitante gobierno en turno. Como si viviéramos constantemente con una culpa. Por eso no nos acomodamos con el gobierno en turno, por eso no nos apoyamos en la cultura nacional porque titubeamos a la hora de sacar lo indígena, lo mestizo, y lo del norte o del sur.

Tales indefiniciones nos han llevado a descubrirnos como poseedores de una doble moral. Y esto lo hemos estado experimentando en estos últimos sexenios. Ya vamos por el camino de la madurez de nuestra educación electoral, y por lo tanto de nuestro ejercicio democrático, pero no estamos contentos ni con los conservadores del centro, ni con los de la derecha, y ahora tampoco con los de la izquierda moderada. Anhelamos y soñamos con lo que no es y no ha sido. Quizá por eso no creemos nada de la 4ta. Transformación, pero no creemos ni en el viejo PRI que se fue, ni tampoco en el PAN que se esfumo.

Insistiré en señalar esa ambivalencia en; querer ser globalizados pero a la vez nacionalistas; en exigir un estado fuerte, pero no dejamos que actué conforme a derecho, no dejamos el libre albedrio porque exigimos la presencia del estado.

Así que, conmemoraremos un año más de nuestra Independencia de quienes nos hicieron colonia, pero que seguiremos sorteando el destino, de no caer en una dependencia ahora económica y tecnológica.

@manuelbasaldua

ÚLTIMASCOLUMNAS
martes 05 de marzo de 2019

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 29 de enero de 2019

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 22 de enero de 2019

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 15 de enero de 2019

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 08 de enero de 2019

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 11 de diciembre de 2018

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 04 de diciembre de 2018

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 27 de noviembre de 2018

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 13 de noviembre de 2018

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

martes 06 de noviembre de 2018

Diálogo Universitario

Manuel Basaldua

Cargar Más