/ martes 13 de noviembre de 2018

Diálogo Universitario

Migrantes vulnerables


El fenómeno migratorio de los grupos centroamericanos que estamos atestiguando, tiene muchas aristas para abordarse, de las cuales se pueden considerar algunas nada agradables para ciertos sectores de la sociedad receptora, en este caso, la mexicana. El impacto que causa un fenómeno masivo de esta naturaleza es grande y repercute en muchas capas sociales, así como en los medios masivos de comunicación al convertirlo en noticia, y hasta cierto grado en un espectáculo mediático. Estos elementos ocasionan que se construya una idea “romántica” del fenómeno, despojándolo de sus dimensiones sociológicas y económicas que esto conlleva.

El romanticismo que ha envuelto a las caravanas de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos ha despertado una reacción visceral de grupos de la sociedad civil contra quienes emitan alguna crítica o cuestionamiento sobre ellos.

Si bien algunas reacciones han dejado al descubierto posturas con tufillo xenófobo, estas reacciones han sido naturales por ser novedosas, es decir, nunca antes se había experimentado algo así. Aunque esas reacciones han sido superadas con otras acciones de solidaridad y generosidad de otra parte de la sociedad mexicana. El sustantivo dedicado a quienes huyen de la pobreza y la violencia que se vive en sus países, se le ha adjetivado también con el “hermano” migrante. Señalamientos que al migrante en solitario no se le otorga, y que al migrante mexicano se le ha llegado a negar.

Un aspecto más que ha sido difícil de abordar y reflexionar sobre el tema; el status ilegal de los migrantes. Si bien se está invocando la petición de asilo a EEUU, sabemos que hay ciertas limitaciones; las propias leyes migratorias, la postura de su presidente, su postura hostil hacia los migrantes latinos y la ideología de varios sectores de la población de los Estados Unidos. Es decir, de esos miles, un pequeño porcentaje será aceptado, pero una gran parte será rechazada. El Gobierno Mexicano, ni los grupos civiles de apoyo han anunciado que harán al respecto cuando miles de migrantes deban quedarse en suelo nacional.

El romanticismo se desvanece cuando relacionamos este fenómeno masivo al interior del mercado laboral de los EEUU. La enorme presión al que estarán sometidos quienes ya se encuentran en tierras norteamericanas, al encontrarse con más oferta de mano de obra, y competir por esos puestos. Los que tendrán esa presión serán los trabajadores latinos, mayormente los mexicanos, que han logrado mantenerse en esa precaria condición de residentes.

El mercado de trabajo en Estados Unidos en el cual se mueven los latinos, es mayormente el de servicios, un segmento que si bien se paga en dólares, es muy castigado sobre todo en términos de prestaciones. Y actualmente los mayores empleadores de estos trabajadores son comerciantes de países de Asía o África que recientemente han adquirido su nacionalización, y que para sobrevivir económicamente ofrecen contratos a muy corto plazo, y desventajosos para el empleado. Chinos, vietnamitas, egipcios entre los más, son quienes están monopolizando y manejando restaurantes con comida mexicana y latina, sobreexplotando la mano de obra centroamericana y presionando a la de México, convirtiendo a los migrantes en sujetos muy vulnerables.

Aunque es un número pequeño de migrantes, de paso por nuestro país, la existencia de otras más en el futuro cercano avizora un desgaste en el apoyo solidario, y en el crecimiento de la presión legal sobre los actuales trabajadores latinos en EEUU. Sin contar con el fenómeno del “vértigo” al que están sometidos quienes ingresan. Es decir, esa experiencia física generada por una sensación de falta de estabilidad y un desequilibrio general. Nos falta mucho por aprender sobre las migraciones, experimentar con ellas en sus sueños y sus proyectos. Hay que revisar que sucede con nuestras colonias de migrantes mexicanos frente a estas competencias del mercado laboral.

@manuelbasaldua

Migrantes vulnerables


El fenómeno migratorio de los grupos centroamericanos que estamos atestiguando, tiene muchas aristas para abordarse, de las cuales se pueden considerar algunas nada agradables para ciertos sectores de la sociedad receptora, en este caso, la mexicana. El impacto que causa un fenómeno masivo de esta naturaleza es grande y repercute en muchas capas sociales, así como en los medios masivos de comunicación al convertirlo en noticia, y hasta cierto grado en un espectáculo mediático. Estos elementos ocasionan que se construya una idea “romántica” del fenómeno, despojándolo de sus dimensiones sociológicas y económicas que esto conlleva.

El romanticismo que ha envuelto a las caravanas de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos ha despertado una reacción visceral de grupos de la sociedad civil contra quienes emitan alguna crítica o cuestionamiento sobre ellos.

Si bien algunas reacciones han dejado al descubierto posturas con tufillo xenófobo, estas reacciones han sido naturales por ser novedosas, es decir, nunca antes se había experimentado algo así. Aunque esas reacciones han sido superadas con otras acciones de solidaridad y generosidad de otra parte de la sociedad mexicana. El sustantivo dedicado a quienes huyen de la pobreza y la violencia que se vive en sus países, se le ha adjetivado también con el “hermano” migrante. Señalamientos que al migrante en solitario no se le otorga, y que al migrante mexicano se le ha llegado a negar.

Un aspecto más que ha sido difícil de abordar y reflexionar sobre el tema; el status ilegal de los migrantes. Si bien se está invocando la petición de asilo a EEUU, sabemos que hay ciertas limitaciones; las propias leyes migratorias, la postura de su presidente, su postura hostil hacia los migrantes latinos y la ideología de varios sectores de la población de los Estados Unidos. Es decir, de esos miles, un pequeño porcentaje será aceptado, pero una gran parte será rechazada. El Gobierno Mexicano, ni los grupos civiles de apoyo han anunciado que harán al respecto cuando miles de migrantes deban quedarse en suelo nacional.

El romanticismo se desvanece cuando relacionamos este fenómeno masivo al interior del mercado laboral de los EEUU. La enorme presión al que estarán sometidos quienes ya se encuentran en tierras norteamericanas, al encontrarse con más oferta de mano de obra, y competir por esos puestos. Los que tendrán esa presión serán los trabajadores latinos, mayormente los mexicanos, que han logrado mantenerse en esa precaria condición de residentes.

El mercado de trabajo en Estados Unidos en el cual se mueven los latinos, es mayormente el de servicios, un segmento que si bien se paga en dólares, es muy castigado sobre todo en términos de prestaciones. Y actualmente los mayores empleadores de estos trabajadores son comerciantes de países de Asía o África que recientemente han adquirido su nacionalización, y que para sobrevivir económicamente ofrecen contratos a muy corto plazo, y desventajosos para el empleado. Chinos, vietnamitas, egipcios entre los más, son quienes están monopolizando y manejando restaurantes con comida mexicana y latina, sobreexplotando la mano de obra centroamericana y presionando a la de México, convirtiendo a los migrantes en sujetos muy vulnerables.

Aunque es un número pequeño de migrantes, de paso por nuestro país, la existencia de otras más en el futuro cercano avizora un desgaste en el apoyo solidario, y en el crecimiento de la presión legal sobre los actuales trabajadores latinos en EEUU. Sin contar con el fenómeno del “vértigo” al que están sometidos quienes ingresan. Es decir, esa experiencia física generada por una sensación de falta de estabilidad y un desequilibrio general. Nos falta mucho por aprender sobre las migraciones, experimentar con ellas en sus sueños y sus proyectos. Hay que revisar que sucede con nuestras colonias de migrantes mexicanos frente a estas competencias del mercado laboral.

@manuelbasaldua

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