La educación será uno de los pilares para reducir la desigualdad en México dentro de los programas que pondrá en marcha el gobierno de López Obrador. La idea de echar atrás la reforma educativa instaurada por Peña Nieto durante su propio sexenio es una meta que se ha empeñado en llevar a cabo el líder de la Cuarta Transformación. ¿Porque este rubro es importante para el desarrollo de nuestro país? ¿Tendremos un retroceso en este campo educativo? ¿Qué consecuencias tendremos al echar por tierra otra de las magnas reformas del gobierno pasado?
López Obrador ha reiterado en su discurso su intención de acabar hasta donde sea posible con la desigualdad, tanto económica como social. Y su propósito se ve un tanto empañado por los temas urgentes que tienen sumido al país en el hartazgo de la ciudadanía: la corrupción y la inseguridad. Además de las decisiones tan polémicas como absurdas que han significado la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la creación del Tren Maya y la construcción de las refinerías, preocupa también la decisión en términos del campo educativo.
La preocupación mayor se encuentra en las universidades estatales de todas las entidades federativas que necesitan ver en las medidas del nuevo gobierno por una postura de respaldo y fortalecimiento. Pero no se vislumbra nada de eso, sino una duda de lo que significará la construcción de 100 universidades nuevas sin que haya una articulación clara con la universidad pública, y las precarias economías de unas, la consolidación de otras y el respaldo para otras más. Sin menoscabo de la preocupación de las acciones emprendidas con el magisterio de la educación media y básica. Aunque hasta el momento no se conoce diagnóstico alguno, metas, plataformas de docentes, programas, licenciaturas, ubicaciones, nada.
La desigualdad económica y social, pareciera ser, empezó a tener un desarrollo inercial justamente en el seno de la educación cuando México se incorporó a la modernización industrial y crecimiento urbano. Y esta diferenciación pudiera estar relacionada con los altos índices de delincuencia y descomposición social prevaleciente en la República, sin que se relacionara con otros campos en los programas educativos de los gobiernos anteriores.
Revisemos brevemente los antecedentes educativos. Justamente la OEM publicó en una nota reciente la caída de los índices del aprovechamiento de aprendizaje en los niños del Estado de Veracruz; Planea (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes) indica que los niños de ese estado no comprenden lo que leen. Y en el campo formativo de las matemáticas la situación es la misma.
Rafael de Hoyos, en un artículo publicado en la Revista Nexos de este mes de diciembre, señala que la reducción de la desigualdad del ingreso es quizá el reto más importante que hay que enfrentar en México. Hay un gran porcentaje de la población que sobrevive con escasos ingresos, en tanto que un pequeño porcentaje lo hace con ingresos medios y altos. La causa de la desigualdad, arguye el autor, está en la acumulación inequitativa de activos como el capital financiero y en el capital humano. Esto ha ocurrido debido a la existencia de entidades con altos niveles de marginación educativa y con entidades de baja marginación. Un 40% de la población vive con 30 mil pesos anuales, el 10% tiene ingresos 20 veces más altos que el 10% más pobre.
Tal parece, que la intención del Gobierno de López Obrador será en incidir en brindar programas donde se planteen igualdad de oportunidades, aunque esto signifique el descuido o abandono de las otras instancias educativas existentes.
La estridencia que causa la modificación de logros en unas áreas, para resarcir otras, será grande y presentará grandes resistencias. Ya veremos si encontramos puntos de acuerdo en todos los sectores sociales, o la batalla se ensuciara en el campo político.
@manuelbasaldua
