Los pasillos de la planta alta del Diario de Querétaro que son la antesala a la entrada a la cabina de radio, de la Dirección General y de la oficina de redacción, tiene unos grandes impresos de las réplicas de las primeras planas de ediciones históricas. En ellas se muestran las distintas etapas por donde ha transitado en el transcurso del tiempo este rotativo. Siempre me agrada atravesar estos pasillos, porque es un paseo que se cruza en unos instantes, pero que contiene largo tiempo de trabajo, y remite a la noticia que contribuye a la memoria histórica.
Dice Andrea Nogueira, “un diario es mucho más que sus periodistas, es un compendio de departamentos, y de las rotativas y todos los que trabajan en ellas hacen que las noticias lleguen en papel a las manos de los lectores”. Y tiene razón, porque cuando se ingresa a las instalaciones de este periódico, los guardias, los que trabajan en las rotativas, y luego se incorporan quienes atienden las oficinas, advierten que son parte de un concierto laboral bien articulado.
Me da gusto también ver a las personas en la calle, en las oficinas o en el transporte colectivo entre otros lugares, que estén leyendo el periódico, sea cual sea la casa editorial. El contacto con las noticias y los que escriben el periódico es un ejercicio ciudadano.
Pero los avances en la modernización son ineludibles. El periodismo tampoco es ajeno a estos, y sus consecuencias en ocasiones terribles. El periódico como uno de los eslabones más frágiles está sufriendo las consecuencias. La digitalización, es la cara del progreso del periodismo, que gana en lectores de pantallas pero pierde en lectores en el papel. Como teoría y como evocación de temores futuros es romántico, pero cuando sucede prácticamente y en los hechos, la cosa se pone peliaguda y triste.
Andrea Nogueira, reportera y articulista de El País, nos da la noticia de que el pasado domingo 17 de diciembre del 2017 dejara de imprimirse en las rotativas de dicho periódico su edición diaria. Ahora se realizará en rotativas externas, donde se imprimen otros diarios, para poder solventar gastos y como dice Nogueira, para “intentar prolongar la vida del papel”.
Muchos periódicos se están enfrentando a casos similares, pero a medida de que existan lectores que demanden la edición impresa en papel, puede prolongarse este tipo de contacto. Sin menoscabo de contactarse en las plataformas digitales, y crear otros espacios como la televisión y otras redes sociales. El periodismo ha resistido y resiste muchos embates, el periódico, no.
A defender el periódico es una demanda que hacemos quienes pensamos que el periodismo no debe olvidar la principal fuente de circulación de noticias, ideas y opiniones. Podemos convivir en las redes sociales, pero no abandonar estas parcelas materiales, porque en este medio, las tentaciones del control tienen una frontera difícil de derribar. Mientras tanto, haremos un receso en esta columna, y nos leeremos el próximo 9 de enero del 2018.
@manuelbasaldua
