/ martes 19 de junio de 2018

Diálogo Universitario - Oprobio

Esta palabra pocas veces usada en nuestro lenguaje común y corriente, es la descripción de actos cometidos usualmente en nuestra vida cotidiana en distintos niveles. Es decir, no la empleamos en nuestro discurso, porque puede ser muy rara al pronunciarla, y porque no percibimos que se comete constantemente algo indigno entre nosotros.

Me voy a explicar; una de las formas en que se puede utilizar la palabra de “oprobio”, es para señalar una infamia, un agravio o una ofensa. La ofensa es el insulto, la humillación, el maltrato de un sujeto a otro, o de un sujeto a un grupo. Respecto al agravio debemos considerar una humillación o un insulto a un grupo mayor o incluso una comunidad, incluso a toda la población de un país, en tanto que la infamia representa una degradación o una humillación, una afrenta a un grupo considerable de ciudadanos.

Es el oprobio el que nos inunda en algunas esferas gubernamentales o políticas, y ahora ha invadido el espacio entre los sectores populares que se enfrentan entre sí. Esta invasión ya está ganando terrenos insospechados en las redes sociales.

La arena natural para la aparición de estos insultos ha aparecido o se ha agudizado en este tiempo de jornadas electorales. Sus expresiones están siendo intensas, viscerales y explosivas, casi en el campo de la irracionalidad. Las injurias se expresan de manera directa y sin censura, causan heridas profundas y algunas hasta de mal gusto o de “mala leche”.

En esta última etapa de la contienda por la presidencia de la República Mexicana los candidatos han dejado crecer las ofensas e insultos de sus simpatizantes contra adversarios o simpatizantes de los adversarios. Los ánimos se han estado caldeando, es decir, se han recrudecido a tal grado de presentar violencia física entre los propios connacionales pero con distintas filiaciones partidistas. Aquí se plantea la pregunta: ¿hasta dónde se puede llegar para encontrar un desagravio?

Primero vinieron los adjetivos, y ahora se ha llegado a los golpes o la violencia. Hay sectores de la población que se sienten ofendidos profundamente, y otras que se ofenden mecánicamente, hay respuestas directas a agravios históricos, pero también se ha creado una violencia entre sectores de la población que se autonombran de cierto nivel, y si no hay una autoridad de por medio, los eventos pueden ser irreversibles y con profundos daños.

Un disfrazado clasismo, una velada discriminación, una separación artificial entre los “influyentes” y el “pueblo raso”, entre los mirreyes y los ciudadanos de a pie, una impostada diferenciación entre intelectuales e ignorantes, entre otros adjetivos para demostrar injurias y ofensas que rodean la frontera ideológica han creado un abismo entre la racionalidad y la prudencia.

En Resumen: los integrantes del sector de la población dividido en clases sociales con niveles socioeconómicos distintos se están enfrascando en una lucha sin cuartel, que de no detenerlos, podríamos estar atestiguando una vergonzosa pelea, y una debacle imparable del sistema electoral mexicano. Debemos rescatar los resquicios de la modernidad sino queremos caer en un abismo de violencia y prejuicio de efectos irreversibles.

@manuelbasaldua

Esta palabra pocas veces usada en nuestro lenguaje común y corriente, es la descripción de actos cometidos usualmente en nuestra vida cotidiana en distintos niveles. Es decir, no la empleamos en nuestro discurso, porque puede ser muy rara al pronunciarla, y porque no percibimos que se comete constantemente algo indigno entre nosotros.

Me voy a explicar; una de las formas en que se puede utilizar la palabra de “oprobio”, es para señalar una infamia, un agravio o una ofensa. La ofensa es el insulto, la humillación, el maltrato de un sujeto a otro, o de un sujeto a un grupo. Respecto al agravio debemos considerar una humillación o un insulto a un grupo mayor o incluso una comunidad, incluso a toda la población de un país, en tanto que la infamia representa una degradación o una humillación, una afrenta a un grupo considerable de ciudadanos.

Es el oprobio el que nos inunda en algunas esferas gubernamentales o políticas, y ahora ha invadido el espacio entre los sectores populares que se enfrentan entre sí. Esta invasión ya está ganando terrenos insospechados en las redes sociales.

La arena natural para la aparición de estos insultos ha aparecido o se ha agudizado en este tiempo de jornadas electorales. Sus expresiones están siendo intensas, viscerales y explosivas, casi en el campo de la irracionalidad. Las injurias se expresan de manera directa y sin censura, causan heridas profundas y algunas hasta de mal gusto o de “mala leche”.

En esta última etapa de la contienda por la presidencia de la República Mexicana los candidatos han dejado crecer las ofensas e insultos de sus simpatizantes contra adversarios o simpatizantes de los adversarios. Los ánimos se han estado caldeando, es decir, se han recrudecido a tal grado de presentar violencia física entre los propios connacionales pero con distintas filiaciones partidistas. Aquí se plantea la pregunta: ¿hasta dónde se puede llegar para encontrar un desagravio?

Primero vinieron los adjetivos, y ahora se ha llegado a los golpes o la violencia. Hay sectores de la población que se sienten ofendidos profundamente, y otras que se ofenden mecánicamente, hay respuestas directas a agravios históricos, pero también se ha creado una violencia entre sectores de la población que se autonombran de cierto nivel, y si no hay una autoridad de por medio, los eventos pueden ser irreversibles y con profundos daños.

Un disfrazado clasismo, una velada discriminación, una separación artificial entre los “influyentes” y el “pueblo raso”, entre los mirreyes y los ciudadanos de a pie, una impostada diferenciación entre intelectuales e ignorantes, entre otros adjetivos para demostrar injurias y ofensas que rodean la frontera ideológica han creado un abismo entre la racionalidad y la prudencia.

En Resumen: los integrantes del sector de la población dividido en clases sociales con niveles socioeconómicos distintos se están enfrascando en una lucha sin cuartel, que de no detenerlos, podríamos estar atestiguando una vergonzosa pelea, y una debacle imparable del sistema electoral mexicano. Debemos rescatar los resquicios de la modernidad sino queremos caer en un abismo de violencia y prejuicio de efectos irreversibles.

@manuelbasaldua

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