/ miércoles 11 de julio de 2018

El Bolígrafo

¿Qué reprobó el electorado?



Los resultados electorales no dejan lugar a dudas, es muy claro que el ciudadano expresó no sólo su cansancio sino también la esperanza de mejorar en su situación económica, social y política. Pero, ¿qué es lo que tiene tan cansados a los votantes?

Creo que rechazan a una clase política que no ha tenido la inteligencia y sensibilidad para cambiar e impulsar programas que ayuden a ese 50% de mexicanos que se encuentran en situación vulnerable, que va de la pobreza a la pobreza extrema. Sin la intención de hacer un listado exhaustivo de lo que significa el voto del primero de julio, me gustaría enumerar los más evidentes e importantes.

La ciudadanía rechaza de manera absoluta las carreras políticas de 50 años o más, la existencia de políticos encumbrados de todos los partidos políticos que pasan de puestos públicos y de cargos de representación popular cada tres o seis años y que se eternizan en el poder con la única finalidad de concentrar poder y recursos económicos.

También rechaza la herencia de cargos a esposas, hijos, sobrinos y parientes cercanos, sin mayor mérito que ese vínculo con el poderoso. Rechaza los abusos de los ministros, jueces y magistrados del poder judicial de la federación, sus altos salarios y la colocación de parientes en todos los espacios del poder judicial están siendo fuertemente cuestionados por una ciudadanía indignada y decidida a incrementar la presión en los próximos años.

El financiamiento a los partidos políticos y el alto costo del sistema electoral, el exceso de diputados y senadores, quienes ejercen su poder sin decoro al utilizar los recursos públicos de manera clientelar y para beneficio personal.

Igualmente está la inseguridad que afecta a toda la población y que ya no distingue condición social ni de género, la ciudadanía está verdaderamente preocupada y se siente insegura tanto en espacios públicos como en la privacidad de su hogar.

La votación para los cargos de elección popular fue más allá de reprobar a políticos. Es un severo rechazo a una clase empresarial despojada de toda intención social y aliada con el gobierno para obtener mayores beneficios en perjuicio del trabajador. Se rechaza a un tipo de prensa que no sólo pierde la carrera con las redes sociales, sino que se extravía en el laberinto de las alabanzas y en el tejer alianzas con los gobiernos en turno con la única finalidad de obtener beneficios económicos y políticos.

Así las cosas, más vale que se entienda clara y ampliamente el mensaje del electorado porque no será la única ocasión que se manifieste el rechazo a estas actitudes. A juzgar por la nutrida participación en las urnas, la estrepitosa caída del proyecto encabezado por José Antonio Meade, así como el júbilo que ha desatado el hecho de que AMLO sea el presidente de la república para los próximos seis años, son señales de que la ciudadanía no otorgó cheques en blanco a nadie, debe quedarle claro a la clase política que estamos viviendo tiempos de mayor participación ciudadana, donde los acuerdos entre cúpulas y los intereses alejados de las demandas de las mayorías, ya no tendrán cabida.

En mi opinión, AMLO acierta cuando rescata la esencia del pensamiento juarista al afirmar que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre; y si bien difícilmente podrá cumplir todas sus promesas, será esencial que pueda dar respuestas efectivas a las que están vinculadas con el combate a la pobreza, la educación y el acceso a la salud de esos 50 millones de mexicanos que esperan cambios verdaderos.


¿Qué reprobó el electorado?



Los resultados electorales no dejan lugar a dudas, es muy claro que el ciudadano expresó no sólo su cansancio sino también la esperanza de mejorar en su situación económica, social y política. Pero, ¿qué es lo que tiene tan cansados a los votantes?

Creo que rechazan a una clase política que no ha tenido la inteligencia y sensibilidad para cambiar e impulsar programas que ayuden a ese 50% de mexicanos que se encuentran en situación vulnerable, que va de la pobreza a la pobreza extrema. Sin la intención de hacer un listado exhaustivo de lo que significa el voto del primero de julio, me gustaría enumerar los más evidentes e importantes.

La ciudadanía rechaza de manera absoluta las carreras políticas de 50 años o más, la existencia de políticos encumbrados de todos los partidos políticos que pasan de puestos públicos y de cargos de representación popular cada tres o seis años y que se eternizan en el poder con la única finalidad de concentrar poder y recursos económicos.

También rechaza la herencia de cargos a esposas, hijos, sobrinos y parientes cercanos, sin mayor mérito que ese vínculo con el poderoso. Rechaza los abusos de los ministros, jueces y magistrados del poder judicial de la federación, sus altos salarios y la colocación de parientes en todos los espacios del poder judicial están siendo fuertemente cuestionados por una ciudadanía indignada y decidida a incrementar la presión en los próximos años.

El financiamiento a los partidos políticos y el alto costo del sistema electoral, el exceso de diputados y senadores, quienes ejercen su poder sin decoro al utilizar los recursos públicos de manera clientelar y para beneficio personal.

Igualmente está la inseguridad que afecta a toda la población y que ya no distingue condición social ni de género, la ciudadanía está verdaderamente preocupada y se siente insegura tanto en espacios públicos como en la privacidad de su hogar.

La votación para los cargos de elección popular fue más allá de reprobar a políticos. Es un severo rechazo a una clase empresarial despojada de toda intención social y aliada con el gobierno para obtener mayores beneficios en perjuicio del trabajador. Se rechaza a un tipo de prensa que no sólo pierde la carrera con las redes sociales, sino que se extravía en el laberinto de las alabanzas y en el tejer alianzas con los gobiernos en turno con la única finalidad de obtener beneficios económicos y políticos.

Así las cosas, más vale que se entienda clara y ampliamente el mensaje del electorado porque no será la única ocasión que se manifieste el rechazo a estas actitudes. A juzgar por la nutrida participación en las urnas, la estrepitosa caída del proyecto encabezado por José Antonio Meade, así como el júbilo que ha desatado el hecho de que AMLO sea el presidente de la república para los próximos seis años, son señales de que la ciudadanía no otorgó cheques en blanco a nadie, debe quedarle claro a la clase política que estamos viviendo tiempos de mayor participación ciudadana, donde los acuerdos entre cúpulas y los intereses alejados de las demandas de las mayorías, ya no tendrán cabida.

En mi opinión, AMLO acierta cuando rescata la esencia del pensamiento juarista al afirmar que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre; y si bien difícilmente podrá cumplir todas sus promesas, será esencial que pueda dar respuestas efectivas a las que están vinculadas con el combate a la pobreza, la educación y el acceso a la salud de esos 50 millones de mexicanos que esperan cambios verdaderos.


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