El nuevo CONACYT
Los resultados electorales han marcado un rumbo diferente en muchos aspectos de la vida económica, política y social de México. Aún sin la declaratoria formal de presidente electo, la cual ocurrirá a principios de septiembre, AMLO ha empezado a dirigir al país. Las reuniones con empresarios, con organizaciones sociales, con gobernadores, con los próximos legisladores y hasta con representantes de Trump, son indicadores de las nuevas formas de gobernar y de tomar decisiones.
Las propuestas de política pública que se vienen enunciando alcanzan al ecosistema nacional de ciencia, tecnología e innovación; a partir del primero de diciembre la Doctora María Elena Álvarez- Buylla Roces estará al frente del CONACYT. La Doctora es Premio Nacional de Ciencias y Artes 2017 en la categoría de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales.
La Dra. Álvarez-Buylla presentó recientemente un documento de trabajo, “Principios Rectores del Programa de Ciencia y Tecnología en el Marco del Proyecto Alternativo de Nación (2018-2024)”, donde se establecen 12 principios rectores de lo que será la política pública en materia de ciencia, tecnología e innovación. La frase que identifica al proyecto es “Ciencia Comprometida con la Sociedad y el Ambiente”.
Algunos de los principios son: alcanzar el 1% del Producto Interno Bruto destinado a este sector, manejo financiero autónomo sin injerencia de la Secretaría de Hacienda, proceso de reestructuración administrativa del organismo que incluye el traslado de las oficinas del organismo a la Paz, Baja California, la creación de centros de investigación en los estados que no tiene centros CONACYT; así como orientar el desarrollo científico hacia el combate a la pobreza y las desigualdades sociales. Desde luego están presentes los temas relacionados con la preservación del medio ambiente y los recursos naturales y la producción de alimentos agroecológicos sanos.
Otro de los principios rectores habla de anteponer “lo público, comunitario y la consideración de los límites de la naturaleza a lo privado”. Los argumentos vertidos en la página 8 del documento mencionado, giran en torno a cuatro elementos: a) el CONACYT ha dado lugar a transferencias de recursos que privilegian intereses privados y dejan de lado el interés público; b) el CONACYT destina una proporción muy considerable de recursos a proyectos provenientes de las empresas privadas y que no llevan a cabo investigación científica; c) dichos proyectos se nutren de otros cuyo interés es de orden privado y no público; y, d) son proyectos que se sustentan en paradigmas ya superados en la actualidad.
En conclusión, se plantea que no habrá recursos para el sector privado, éste podrá invertir a fondo perdido o bajo el esquema de invertir con la perspectiva de ganancias. También se propone la integración de un Padrón de Filántropos nacionales e internacionales, cuyas aportaciones serán encauzadas a proyectos específicos de ciencia básica.
En mi opinión, se trata de un documento interesante con ideas que invitan a la reflexión, al intercambio de ideas, de opiniones y a la búsqueda de acuerdos. En la confección y aprobación final de lo que será el nuevo CONACYT, será indispensable la participación de expertos, de investigadores, de los organismos estatales de ciencia y tecnología del país, y de los empresarios. El intercambio de opiniones habrá de generar las acciones concretas que le darán el contenido final a la política pública en ciencia y tecnología de los próximos seis años.