/ miércoles 5 de septiembre de 2018

El Bolígrafo

El nuevo TLCAN


Las negociaciones en torno a un nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, dieron un giro inesperado e inusual durante la semana pasada. Inesperado porque las negociaciones parecían estar en un callejón sin salida; inusual porque Estados Unidos logró dividir el tratado y está pactando por separado con México y Canadá, y, por lo pronto, desconozco si habrá también un acuerdo México-Canadá. De ocurrir esto, sería un tratado trilateral sui generis, donde los acuerdos se toman bilateralmente y bajo las reglas de los Estado Unidos.

Hasta el día lunes de esta primera semana de septiembre, se desconocía si habría un acuerdo Estados Unidos-Canadá, en el caso del acuerdo que asume nuestro país, lo que sigue es el proceso de formalización a nivel de las cámaras de representantes de ambos países, cosa que se espera ocurra antes de finalizar el periodo de Peña Nieto como presidente de la república. Para los expertos, definitivamente no es un buen acuerdo para México, pero es el que pudo obtenerse, considerando que había dos escenarios más lesivos; uno de ellos consistía en la desaparición del tratado comercial con todo lo que implica colocarse en una situación de guerra comercial con EU, el otro escenario implicaba la imposición de altos aranceles a las exportaciones mexicanas, causando severos daños a la agricultura y a las manufacturas mexicanas, especialmente al sector automotriz.

De acuerdo con la información que hasta el momento se conoce, el acuerdo bilateral contiene cinco puntos principales. El primero refiere al debatido tema de las reglas de origen aplicables al sector automotriz; Estados Unidos exigía, para que la exportación de vehículos estuviera exenta de aranceles, que el 85% de las partes de un vehículo sean elaborados en México y/o en Estados Unidos, finalmente se aprobó un porcentaje del 75%; porcentaje que según argumentan los negociadores mexicanos es posible de alcanzar y mantener el nivel de exportaciones de vehículos ligeros al vecino del norte.

La segunda cláusula es sobre el controvertido tema salarial, se estableció que en el 40 y el 45% de las autopartes manufacturadas, en ambos países, deberán participar trabajadores que tengan un salario de, mínimo, 16 dólares la hora. En México en el sector automotriz el pago promedio por hora está muy por debajo de los ocho dólares, mientras que en Estados Unidos es de 29 dólares la hora.

El tercer acuerdo bilateral consiste en que el periodo de vida del nuevo tratado será válido por 16 años y tendrá revisiones cada seis años, iniciando en 2024. En el cuarto acuerdo los productos agrícolas de ambos países siguen sin imposición de aranceles y libres de subsidios. Por último, el acuerdo número cinco es el referente a la resolución de controversias, es el punto más obscuro todavía pues solamente se menciona que habrá mecanismos ad-hoc para la resolución de las controversias comerciales que se presenten.

En mi opinión, el acuerdo bilateral concluye debido a la exitosa estrategia de presión de Donald Trump de cancelar el TLC y en los términos que más convienen a las grandes empresas estadounidenses; por algo Trump volvió a alardear sobre el pago del muro que está construyendo en la frontera. Quedan interrogantes sobre la instrumentación práctica y sigue la incertidumbre respecto de si será un acuerdo que traiga beneficios económicos al país. Todo indica que los negociadores mexicanos se movieron con la consigna de rescatar lo que se pudiera, algo así como: “de lo perdido lo que aparezca”. Espero estar equivocado.

El nuevo TLCAN


Las negociaciones en torno a un nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, dieron un giro inesperado e inusual durante la semana pasada. Inesperado porque las negociaciones parecían estar en un callejón sin salida; inusual porque Estados Unidos logró dividir el tratado y está pactando por separado con México y Canadá, y, por lo pronto, desconozco si habrá también un acuerdo México-Canadá. De ocurrir esto, sería un tratado trilateral sui generis, donde los acuerdos se toman bilateralmente y bajo las reglas de los Estado Unidos.

Hasta el día lunes de esta primera semana de septiembre, se desconocía si habría un acuerdo Estados Unidos-Canadá, en el caso del acuerdo que asume nuestro país, lo que sigue es el proceso de formalización a nivel de las cámaras de representantes de ambos países, cosa que se espera ocurra antes de finalizar el periodo de Peña Nieto como presidente de la república. Para los expertos, definitivamente no es un buen acuerdo para México, pero es el que pudo obtenerse, considerando que había dos escenarios más lesivos; uno de ellos consistía en la desaparición del tratado comercial con todo lo que implica colocarse en una situación de guerra comercial con EU, el otro escenario implicaba la imposición de altos aranceles a las exportaciones mexicanas, causando severos daños a la agricultura y a las manufacturas mexicanas, especialmente al sector automotriz.

De acuerdo con la información que hasta el momento se conoce, el acuerdo bilateral contiene cinco puntos principales. El primero refiere al debatido tema de las reglas de origen aplicables al sector automotriz; Estados Unidos exigía, para que la exportación de vehículos estuviera exenta de aranceles, que el 85% de las partes de un vehículo sean elaborados en México y/o en Estados Unidos, finalmente se aprobó un porcentaje del 75%; porcentaje que según argumentan los negociadores mexicanos es posible de alcanzar y mantener el nivel de exportaciones de vehículos ligeros al vecino del norte.

La segunda cláusula es sobre el controvertido tema salarial, se estableció que en el 40 y el 45% de las autopartes manufacturadas, en ambos países, deberán participar trabajadores que tengan un salario de, mínimo, 16 dólares la hora. En México en el sector automotriz el pago promedio por hora está muy por debajo de los ocho dólares, mientras que en Estados Unidos es de 29 dólares la hora.

El tercer acuerdo bilateral consiste en que el periodo de vida del nuevo tratado será válido por 16 años y tendrá revisiones cada seis años, iniciando en 2024. En el cuarto acuerdo los productos agrícolas de ambos países siguen sin imposición de aranceles y libres de subsidios. Por último, el acuerdo número cinco es el referente a la resolución de controversias, es el punto más obscuro todavía pues solamente se menciona que habrá mecanismos ad-hoc para la resolución de las controversias comerciales que se presenten.

En mi opinión, el acuerdo bilateral concluye debido a la exitosa estrategia de presión de Donald Trump de cancelar el TLC y en los términos que más convienen a las grandes empresas estadounidenses; por algo Trump volvió a alardear sobre el pago del muro que está construyendo en la frontera. Quedan interrogantes sobre la instrumentación práctica y sigue la incertidumbre respecto de si será un acuerdo que traiga beneficios económicos al país. Todo indica que los negociadores mexicanos se movieron con la consigna de rescatar lo que se pudiera, algo así como: “de lo perdido lo que aparezca”. Espero estar equivocado.

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