/ miércoles 12 de septiembre de 2018

El Bolígrafo

La telenovela del Tratado de Libre Comercio



La semana pasada hablamos del acuerdo comercial alcanzado entre México y Estados Unidos. Un mal acuerdo en opinión de muchos, pero menos malo que no tener acuerdo comercial con nuestro socio más importante, en opinión de otros tantos; en palabras coloquiales significa decir que para no hacer enojar más a Trump, más vale firmar ese acuerdo y esperar a que Canadá también alcance un pacto más o menos decente, ya que ello, según las palabras del Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, es lo más conveniente para potenciar algunas cadenas de valor, como la de la industria automotriz.


Sin embargo, sigue presente el riesgo que Canadá y Estados Unidos no logren los acuerdos y todo termine en un pacto bilateral, pero, además, se agrega la declaración del Secretario de Economía de que si no se logra alcanzar lo que llama la paz comercial y eliminar los aranceles al acero y al aluminio impuestos por la administración Trump y los que en respuesta, México decidió imponer aranceles a algunos productos agrícolas y a la carne de cerdo.


Respecto al primer tema, tenemos que hasta el momento no existen grandes avances en las reuniones de Estados Unidos y Canadá, las cuales se llevan a cabo en medio de las agresivas declaraciones del presidente estadounidense, quien afirma que Canadá ha estado abusando de ellos gracias al acuerdo anterior y amenaza con imponer aranceles a los autos producidos en Canadá.


La ministra canadiense de relaciones exteriores, Chrystia Freeland, declaró que se trabaja de sol a sol con espíritu de colaboración, pero que las negociaciones son complicadas debido a los temas que están sobre la mesa de discusión. Al parecer el mayor elemento de tensión es el correspondiente a los medios de solución de controversias porque EU insiste en imponer su propuesta e impedir la creación de paneles binacionales con carácter independiente, tal y como está en el capítulo XIX del actual Tratado de Libre Comercio. La ministra también declaró que espera alcanzar acuerdos a finales del mes de septiembre.


El segundo tema es la guerra comercial desatada a finales del mes de mayo de este año, cuando el Secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, anunció el impuesto a la importación del 10% al aluminio y del 25% al acero provenientes de México; la respuesta de la contraparte mexicana consistió en anunciar medidas similares a productos como el acero plano, frutas (manzana, uva, arándanos), quesos, lámparas, embutidos, entre otros, y que dichos aranceles serían equiparables al nivel de lo que impuso Estados Unidos. Hasta la fecha no se ha logrado ningún acuerdo al respecto, pero el gobierno mexicano insiste en negociar para lograr la eliminación de esos aranceles.


En mi opinión, la firma de Enrique Peña Nieto en el nuevo tratado comercial está en la tablita; por un lado, los tiempos corren y los obstáculos no han sido superados; por otro lado, las negociaciones siguen estando a favor del mandatario estadounidense, no sólo por la complejidad de los acuerdos a alcanzar, sino porque Trump no es confiable y en cualquier momento da marcha atrás y cambia las reglas del juego, tal y como lo dijo el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau. Así las cosas, parece que estamos presenciando una telenovela por capítulos con actores de televisión con un guion definido y no un conjunto de negociaciones serias para asegurar un tratado trilateral que equivale a más de un billón de dólares por año, alrededor del 35% de la riqueza producida en un año en México.

La telenovela del Tratado de Libre Comercio



La semana pasada hablamos del acuerdo comercial alcanzado entre México y Estados Unidos. Un mal acuerdo en opinión de muchos, pero menos malo que no tener acuerdo comercial con nuestro socio más importante, en opinión de otros tantos; en palabras coloquiales significa decir que para no hacer enojar más a Trump, más vale firmar ese acuerdo y esperar a que Canadá también alcance un pacto más o menos decente, ya que ello, según las palabras del Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, es lo más conveniente para potenciar algunas cadenas de valor, como la de la industria automotriz.


Sin embargo, sigue presente el riesgo que Canadá y Estados Unidos no logren los acuerdos y todo termine en un pacto bilateral, pero, además, se agrega la declaración del Secretario de Economía de que si no se logra alcanzar lo que llama la paz comercial y eliminar los aranceles al acero y al aluminio impuestos por la administración Trump y los que en respuesta, México decidió imponer aranceles a algunos productos agrícolas y a la carne de cerdo.


Respecto al primer tema, tenemos que hasta el momento no existen grandes avances en las reuniones de Estados Unidos y Canadá, las cuales se llevan a cabo en medio de las agresivas declaraciones del presidente estadounidense, quien afirma que Canadá ha estado abusando de ellos gracias al acuerdo anterior y amenaza con imponer aranceles a los autos producidos en Canadá.


La ministra canadiense de relaciones exteriores, Chrystia Freeland, declaró que se trabaja de sol a sol con espíritu de colaboración, pero que las negociaciones son complicadas debido a los temas que están sobre la mesa de discusión. Al parecer el mayor elemento de tensión es el correspondiente a los medios de solución de controversias porque EU insiste en imponer su propuesta e impedir la creación de paneles binacionales con carácter independiente, tal y como está en el capítulo XIX del actual Tratado de Libre Comercio. La ministra también declaró que espera alcanzar acuerdos a finales del mes de septiembre.


El segundo tema es la guerra comercial desatada a finales del mes de mayo de este año, cuando el Secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, anunció el impuesto a la importación del 10% al aluminio y del 25% al acero provenientes de México; la respuesta de la contraparte mexicana consistió en anunciar medidas similares a productos como el acero plano, frutas (manzana, uva, arándanos), quesos, lámparas, embutidos, entre otros, y que dichos aranceles serían equiparables al nivel de lo que impuso Estados Unidos. Hasta la fecha no se ha logrado ningún acuerdo al respecto, pero el gobierno mexicano insiste en negociar para lograr la eliminación de esos aranceles.


En mi opinión, la firma de Enrique Peña Nieto en el nuevo tratado comercial está en la tablita; por un lado, los tiempos corren y los obstáculos no han sido superados; por otro lado, las negociaciones siguen estando a favor del mandatario estadounidense, no sólo por la complejidad de los acuerdos a alcanzar, sino porque Trump no es confiable y en cualquier momento da marcha atrás y cambia las reglas del juego, tal y como lo dijo el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau. Así las cosas, parece que estamos presenciando una telenovela por capítulos con actores de televisión con un guion definido y no un conjunto de negociaciones serias para asegurar un tratado trilateral que equivale a más de un billón de dólares por año, alrededor del 35% de la riqueza producida en un año en México.

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