/ miércoles 31 de octubre de 2018

El Bolígrafo

Los riesgos políticos del poder ilimitado


Durante 70 años, el PRI fue el partido único en México, sin oposición controlaba todos y cada uno de los espacios políticos del país, y dentro del partido, la gran figura era la del presidente de la República en turno, pues todo se supeditaba a su voluntad; las cámaras federales estaban conformadas en su totalidad, o con abrumadora mayoría, por miembros del mismo partido político. El ejecutivo no tenía ningún obstáculo para nombrar a quien quisiera, por ejemplo, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los magistrados electorales, al titular del Banco de México, a los consejeros y Presidente del Instituto Nacional Electoral, y en ocasiones, hasta a los presidentes nacionales de los partidos de supuesta oposición.

Sólo bastaba que el presidente diera instrucciones a los coordinadores de las bancadas de su partido para que éstos, obedecieran dócilmente las indicaciones del jefe máximo, y entonces se aprobaban leyes y disposiciones generales para beneficio, o afectación, de la ciudadanía. Se concentraba tal poder en una persona, que no faltaban los chistes que el pueblo (el verdaderamente bueno), hacía del presidente, el más caustico es el siguiente: cuando el presidente preguntaba ¿qué hora es?, la respuesta inmediata de sus subordinados era: la que usted diga señor presidente.

Después de muchas batallas, desde múltiples frentes se trabajó para disminuir tal concentración de poder, se fueron creando, o bien reformando las instituciones para el avance democrático; llegó el año 2000, el PAN obtuvo la presidencia de la república; se pensó que había llegado la anhelada transición democrática; por diversas razones la alternancia en el poder no avanzó en la dirección deseada, y ahora nos encontramos en una situación que presagia que podemos volver a esas prácticas que pensamos estaban superadas.

Los mensajes y las señales que se han enviado desde que se realizaron las elecciones en julio de este año, no pueden llenarnos de optimismo y si, por el contrario, nos deben preocupar.

La consulta fue favorable a la cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), con esto se envían dos señales negativas para el futuro del país. La primera es la forma en que se tomarán las decisiones; se trata da una consulta sin sustento legal, sin reglas claras, organizada por un partido político y sin observadores imparciales, es evidente que la consulta está siendo utilizada para demostrar quien tiene el poder. La segunda señal negativa es de orden económico, el dólar superó los 20 pesos y la bolsa cayó 3%, los mercados ya reaccionaron a la decisión de cancelar el NAIM.

En mi opinión, el problema es que se está gobernando a partir de decisiones unipersonales, sin tomar en cuenta realmente la opinión de la ciudadanía y sin mostrar una idea de lo que se quiere hacer con el país; la dinámica de las consultas en temas que se le ocurran al presidente puede llevarnos a situaciones de ingobernabilidad. De ninguna manera se puede desear que al próximo gobierno le vaya mal, ya que se trata del futuro de todos los mexicanos; lo que se espera es que nuestro país sea encabezado por un Estadista, respetuoso de la Ley y que se haga respetar por todos, pues si se quiere establecer un Estado de Derecho, el ejemplo lo deben poner quienes nos gobiernan. Necesitamos un Estadista que tome las cosas con mucha seriedad, que no descalifique a quien no esté de acuerdo con él y que nos haga sentir orgullosos de la institución presidencial.

Los riesgos políticos del poder ilimitado


Durante 70 años, el PRI fue el partido único en México, sin oposición controlaba todos y cada uno de los espacios políticos del país, y dentro del partido, la gran figura era la del presidente de la República en turno, pues todo se supeditaba a su voluntad; las cámaras federales estaban conformadas en su totalidad, o con abrumadora mayoría, por miembros del mismo partido político. El ejecutivo no tenía ningún obstáculo para nombrar a quien quisiera, por ejemplo, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los magistrados electorales, al titular del Banco de México, a los consejeros y Presidente del Instituto Nacional Electoral, y en ocasiones, hasta a los presidentes nacionales de los partidos de supuesta oposición.

Sólo bastaba que el presidente diera instrucciones a los coordinadores de las bancadas de su partido para que éstos, obedecieran dócilmente las indicaciones del jefe máximo, y entonces se aprobaban leyes y disposiciones generales para beneficio, o afectación, de la ciudadanía. Se concentraba tal poder en una persona, que no faltaban los chistes que el pueblo (el verdaderamente bueno), hacía del presidente, el más caustico es el siguiente: cuando el presidente preguntaba ¿qué hora es?, la respuesta inmediata de sus subordinados era: la que usted diga señor presidente.

Después de muchas batallas, desde múltiples frentes se trabajó para disminuir tal concentración de poder, se fueron creando, o bien reformando las instituciones para el avance democrático; llegó el año 2000, el PAN obtuvo la presidencia de la república; se pensó que había llegado la anhelada transición democrática; por diversas razones la alternancia en el poder no avanzó en la dirección deseada, y ahora nos encontramos en una situación que presagia que podemos volver a esas prácticas que pensamos estaban superadas.

Los mensajes y las señales que se han enviado desde que se realizaron las elecciones en julio de este año, no pueden llenarnos de optimismo y si, por el contrario, nos deben preocupar.

La consulta fue favorable a la cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), con esto se envían dos señales negativas para el futuro del país. La primera es la forma en que se tomarán las decisiones; se trata da una consulta sin sustento legal, sin reglas claras, organizada por un partido político y sin observadores imparciales, es evidente que la consulta está siendo utilizada para demostrar quien tiene el poder. La segunda señal negativa es de orden económico, el dólar superó los 20 pesos y la bolsa cayó 3%, los mercados ya reaccionaron a la decisión de cancelar el NAIM.

En mi opinión, el problema es que se está gobernando a partir de decisiones unipersonales, sin tomar en cuenta realmente la opinión de la ciudadanía y sin mostrar una idea de lo que se quiere hacer con el país; la dinámica de las consultas en temas que se le ocurran al presidente puede llevarnos a situaciones de ingobernabilidad. De ninguna manera se puede desear que al próximo gobierno le vaya mal, ya que se trata del futuro de todos los mexicanos; lo que se espera es que nuestro país sea encabezado por un Estadista, respetuoso de la Ley y que se haga respetar por todos, pues si se quiere establecer un Estado de Derecho, el ejemplo lo deben poner quienes nos gobiernan. Necesitamos un Estadista que tome las cosas con mucha seriedad, que no descalifique a quien no esté de acuerdo con él y que nos haga sentir orgullosos de la institución presidencial.

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