/ miércoles 21 de febrero de 2018

El Bolígrafo - La práctica absoluta

Parafraseando el título de una famosa novela de Gabriel García Márquez, hemos presenciado la crónica de las candidaturas anunciadas. Las tres alianzas entre partidos presentaron a sus candidatos ganadores en la contienda interna, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador.

Como actividad paralela a la elección del candidato a la presidencia, se han ido dando a conocer a los demás candidatos a las posiciones federales, diputados y senadores, sean éstos de mayoría o plurinominales; también los partidos en el ámbito estatal han tenido mucha actividad definiendo a sus candidatos a presidentes municipales y legisladores locales.

El calendario electoral se cumple puntualmente, para los partidos ya registrados los tiempos para la auscultación interna concluyó la semana pasada, mientras que para los candidatos independientes el plazo para lograr el apoyo ciudadano, consistente en más de 800 mil firmas en por lo menos 17 estados de la república, venció este lunes 19 de febrero, quedando pendiente la verificación del Instituto Nacional Electoral para aceptar o rechazar los resultados presentados por los independientes.

Durante el fin de semana se llevaron a cabo diversas actividades protocolarias para presentar a los ganadores para contender por la presidencia de la República. En dichos eventos presenciamos el comportamiento político criticado por Don Jesús Reyes Heroles, el pragmatismo en pleno, pues los discursos se caracterizaron por la ausencia de un discurso teórico coherente. Mensajes sin diferencias de contenido, cualquiera de los textos pudieron ser leídos por cualquiera de los tres candidatos.

Lo que resulta preocupante es esa carencia de contenido, no hay conocimiento de los principios político-partidiarios, se manejan líneas discursivas predeterminadas, guiones temáticos de impacto, pareciera que los políticos están más preocupados por alcanzar las ocho columnas en los medios de comunicación que en establecer un verdadero diálogo con la ciudadanía y abordar con fuerza y determinación, desde la lógica doctrinaria de su partido, la identificación de las problemáticas y la definición de estrategias efectivas con líneas de acción para avanzar en la solución de los problemas económicos y sociales que venimos enfrentando desde hace 50 años.

Ha sido un proceso intenso, con inconformidades de quienes no resultaron beneficiados con la candidatura, alegatos y amenazas de abandonar las filas partidarias, algunas se concretaron, otras no y unas más siguen en suspenso, hasta cierto punto se podría afirmar que son movimientos normales en las coyunturas electorales.

Las elecciones de 2018 están mostrando la parte más descarnada de la política mexicana, debido a que se han impuesto las alianzas entre los partidos no en función de los principios doctrinarios sino a raíz de los intereses de grupo, los candidatos son electos por cuestiones de amigos o acuerdos ocultos y no por razones de un perfil político probado por su eficiencia, eficacia y honestidad. La razón de la falta de discursos con contenido están en la conformación de las alianzas, todas ellas son cuestionables en cuanto a sus orígenes ideológicos.

En mi opinión, estamos viviendo una época en la que se impone el pragmatismo político, y como lo afirmaba Don Jesús Reyes Heroles: la teoría absoluta, sin práctica, puede llevar a la esterilidad, pero la práctica absoluta, sin teoría, nos puede llevar a la barbarie y todo indica que a los políticos poco les importa esto, sólo alcanzar el poder y sus privilegios a costa de lo que sea.  Debemos tener cuidado en no ir a la barbarie.

Parafraseando el título de una famosa novela de Gabriel García Márquez, hemos presenciado la crónica de las candidaturas anunciadas. Las tres alianzas entre partidos presentaron a sus candidatos ganadores en la contienda interna, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador.

Como actividad paralela a la elección del candidato a la presidencia, se han ido dando a conocer a los demás candidatos a las posiciones federales, diputados y senadores, sean éstos de mayoría o plurinominales; también los partidos en el ámbito estatal han tenido mucha actividad definiendo a sus candidatos a presidentes municipales y legisladores locales.

El calendario electoral se cumple puntualmente, para los partidos ya registrados los tiempos para la auscultación interna concluyó la semana pasada, mientras que para los candidatos independientes el plazo para lograr el apoyo ciudadano, consistente en más de 800 mil firmas en por lo menos 17 estados de la república, venció este lunes 19 de febrero, quedando pendiente la verificación del Instituto Nacional Electoral para aceptar o rechazar los resultados presentados por los independientes.

Durante el fin de semana se llevaron a cabo diversas actividades protocolarias para presentar a los ganadores para contender por la presidencia de la República. En dichos eventos presenciamos el comportamiento político criticado por Don Jesús Reyes Heroles, el pragmatismo en pleno, pues los discursos se caracterizaron por la ausencia de un discurso teórico coherente. Mensajes sin diferencias de contenido, cualquiera de los textos pudieron ser leídos por cualquiera de los tres candidatos.

Lo que resulta preocupante es esa carencia de contenido, no hay conocimiento de los principios político-partidiarios, se manejan líneas discursivas predeterminadas, guiones temáticos de impacto, pareciera que los políticos están más preocupados por alcanzar las ocho columnas en los medios de comunicación que en establecer un verdadero diálogo con la ciudadanía y abordar con fuerza y determinación, desde la lógica doctrinaria de su partido, la identificación de las problemáticas y la definición de estrategias efectivas con líneas de acción para avanzar en la solución de los problemas económicos y sociales que venimos enfrentando desde hace 50 años.

Ha sido un proceso intenso, con inconformidades de quienes no resultaron beneficiados con la candidatura, alegatos y amenazas de abandonar las filas partidarias, algunas se concretaron, otras no y unas más siguen en suspenso, hasta cierto punto se podría afirmar que son movimientos normales en las coyunturas electorales.

Las elecciones de 2018 están mostrando la parte más descarnada de la política mexicana, debido a que se han impuesto las alianzas entre los partidos no en función de los principios doctrinarios sino a raíz de los intereses de grupo, los candidatos son electos por cuestiones de amigos o acuerdos ocultos y no por razones de un perfil político probado por su eficiencia, eficacia y honestidad. La razón de la falta de discursos con contenido están en la conformación de las alianzas, todas ellas son cuestionables en cuanto a sus orígenes ideológicos.

En mi opinión, estamos viviendo una época en la que se impone el pragmatismo político, y como lo afirmaba Don Jesús Reyes Heroles: la teoría absoluta, sin práctica, puede llevar a la esterilidad, pero la práctica absoluta, sin teoría, nos puede llevar a la barbarie y todo indica que a los políticos poco les importa esto, sólo alcanzar el poder y sus privilegios a costa de lo que sea.  Debemos tener cuidado en no ir a la barbarie.

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