/ domingo 5 de enero de 2020

El Cronista Sanjuanense

Los barrios de San Juan


La cabecera de San Juan del Río tiene una república de indios, compuesta de un gobernador, dos alcaldes, tres alguaciles mayores, tres jueces de cementeras y un escribano, cuyos oficiales componen lo principal de esta república, pues tiene además de estos, varios topiles o ministros de vara y otros que se llaman mandones o tableros de barrios, porque en cada barrio hay uno para notar a los indios, con el objeto de que no falten a la misa en los días de precepto, ni a la doctrina cristiana los domingos, por lo que hay en esta cabecera ocho mandones, ya que el pueblo se compone de ocho barrios. Esto es lo que a finales del siglo XVIII se describía sobre los barrios del entonces pueblo de San Juan del Río, mediante una relación hecha al virrey conde de Revillagigedo en 1793, por el subdelegado Pedro Martínez Salazar y Pacheco.

Los barrios de San Miguel, de la Concepción, del Calvario, de San Marcos, de San Juan, San Isidro, del Espíritu Santo y de la Santa Cruz, dibujaban el pequeño poblado en aquellos tiempos, unidos entre sí. El de san Miguel era el mayor de todos y ocupaba la parte poniente comenzando desde el puente de piedra, subiendo del occidente al oriente con ocho manzanas y un testero, formando ala a la Calle Real; encerraba hacia el norte en su circunferencia treinta y seis manzanas. En ese barrio estaba situado un mesón, el convento de Santo Domingo y el de San Juan de Dios, así como el Beaterio y muchas casas principales del pueblo. Al frente de este se encontraba el barrio de la Concepción, hacia el sur, sobre las orillas del río, con su frente de ocho manzanas de largo. Comenzaba desde el puente de piedra, formando ala por la parte sur con la Calle Real, encerrando en su circunferencia nueve manzanas y un testero. Había en este barrio dos mesones.

Terminando el barrio de la Concepción le seguía el del Calvario, con largo de seis manzanas de poniente a oriente, hasta la salida del camino que iba a México, rematando en unos pilares que adornaban la entrada del camino al pueblo. Tenía en su circunferencia catorce manzanas. Ah este barrio también se le nombraba como de Pueblo Nuevo. Al frente de este barrio, desde el oriente, sur y norte del templo parroquial, está comprendido el barrio de San Marcos, cuyo frente daba a la Calle Real y comprendía de largo seis manzanas haciendo ala con el del Calvario, que estaba al sur, y que componía también la otra acera de la Calle Real. Encerraba en su perímetro el barrio de San Marcos, treinta y seis manzanas; dentro de él se encontraba la parroquia de españoles y la Plaza Mayor, así como el obraje del pueblo.

El barrio de San Juan estaba al norte del de San Miguel y al poniente del de San Marcos, calle de por medio en la cual está situado el templo de los naturales y la casa cural. Al frente de la puerta principal de este templo también la plazuela que tenía la figura de una escuadra, en la que había otras buenas casas. Este barrio se componía de catorce manzanas bastante dilatadas, y con figuras irregulares o extrañas, con calles sinuosas o torcidas.

El barrio de San Isidro se halla a espaldas del de San Marcos, más al norte sobre la orilla del río, situado en un plan de tierras delgadas, en que tenían señalados sus solares los indios, mismos que cultivaban. Tenía calles abiertas trazadas por magueyes por donde transitaban coches y personas de a pie o de a caballo. Este barrio tenía ya su plazuela amplia con una capilla y algunas casas bien acabadas.

El barrio del Espíritu Santo también se encuentra al otro lado del río, sobre el noroeste de la parroquia de españoles, habitado por indios quienes tenían allí sus solares. A este barrio, por otro nombre, o mencionaban como barrio de Ahidó en el idioma otomí, que quiere decir barrio de tepetates por ser así su suelo muy calcáreo.

El último barrio, el de la Santa Cruz, situado al otro lado del río, sobre su orilla sur, en terreno escabroso, compuesto de dos calles solamente en donde los indios tenían construidas sus pequeñas casas, inmediatas a la peña redonda que era el centro ceremonial prehispánico, donde está construido a mano un cerrito de piedras y tierra, como un pináculo donde está colocada una cruz.

Los barrios de San Juan


La cabecera de San Juan del Río tiene una república de indios, compuesta de un gobernador, dos alcaldes, tres alguaciles mayores, tres jueces de cementeras y un escribano, cuyos oficiales componen lo principal de esta república, pues tiene además de estos, varios topiles o ministros de vara y otros que se llaman mandones o tableros de barrios, porque en cada barrio hay uno para notar a los indios, con el objeto de que no falten a la misa en los días de precepto, ni a la doctrina cristiana los domingos, por lo que hay en esta cabecera ocho mandones, ya que el pueblo se compone de ocho barrios. Esto es lo que a finales del siglo XVIII se describía sobre los barrios del entonces pueblo de San Juan del Río, mediante una relación hecha al virrey conde de Revillagigedo en 1793, por el subdelegado Pedro Martínez Salazar y Pacheco.

Los barrios de San Miguel, de la Concepción, del Calvario, de San Marcos, de San Juan, San Isidro, del Espíritu Santo y de la Santa Cruz, dibujaban el pequeño poblado en aquellos tiempos, unidos entre sí. El de san Miguel era el mayor de todos y ocupaba la parte poniente comenzando desde el puente de piedra, subiendo del occidente al oriente con ocho manzanas y un testero, formando ala a la Calle Real; encerraba hacia el norte en su circunferencia treinta y seis manzanas. En ese barrio estaba situado un mesón, el convento de Santo Domingo y el de San Juan de Dios, así como el Beaterio y muchas casas principales del pueblo. Al frente de este se encontraba el barrio de la Concepción, hacia el sur, sobre las orillas del río, con su frente de ocho manzanas de largo. Comenzaba desde el puente de piedra, formando ala por la parte sur con la Calle Real, encerrando en su circunferencia nueve manzanas y un testero. Había en este barrio dos mesones.

Terminando el barrio de la Concepción le seguía el del Calvario, con largo de seis manzanas de poniente a oriente, hasta la salida del camino que iba a México, rematando en unos pilares que adornaban la entrada del camino al pueblo. Tenía en su circunferencia catorce manzanas. Ah este barrio también se le nombraba como de Pueblo Nuevo. Al frente de este barrio, desde el oriente, sur y norte del templo parroquial, está comprendido el barrio de San Marcos, cuyo frente daba a la Calle Real y comprendía de largo seis manzanas haciendo ala con el del Calvario, que estaba al sur, y que componía también la otra acera de la Calle Real. Encerraba en su perímetro el barrio de San Marcos, treinta y seis manzanas; dentro de él se encontraba la parroquia de españoles y la Plaza Mayor, así como el obraje del pueblo.

El barrio de San Juan estaba al norte del de San Miguel y al poniente del de San Marcos, calle de por medio en la cual está situado el templo de los naturales y la casa cural. Al frente de la puerta principal de este templo también la plazuela que tenía la figura de una escuadra, en la que había otras buenas casas. Este barrio se componía de catorce manzanas bastante dilatadas, y con figuras irregulares o extrañas, con calles sinuosas o torcidas.

El barrio de San Isidro se halla a espaldas del de San Marcos, más al norte sobre la orilla del río, situado en un plan de tierras delgadas, en que tenían señalados sus solares los indios, mismos que cultivaban. Tenía calles abiertas trazadas por magueyes por donde transitaban coches y personas de a pie o de a caballo. Este barrio tenía ya su plazuela amplia con una capilla y algunas casas bien acabadas.

El barrio del Espíritu Santo también se encuentra al otro lado del río, sobre el noroeste de la parroquia de españoles, habitado por indios quienes tenían allí sus solares. A este barrio, por otro nombre, o mencionaban como barrio de Ahidó en el idioma otomí, que quiere decir barrio de tepetates por ser así su suelo muy calcáreo.

El último barrio, el de la Santa Cruz, situado al otro lado del río, sobre su orilla sur, en terreno escabroso, compuesto de dos calles solamente en donde los indios tenían construidas sus pequeñas casas, inmediatas a la peña redonda que era el centro ceremonial prehispánico, donde está construido a mano un cerrito de piedras y tierra, como un pináculo donde está colocada una cruz.