/ domingo 1 de marzo de 2020

El Cronista Sanjuanense

La Carambada


Existe mucho interés en saber más de esta afamada mujer de nombre Leonarda Emilia Martínez, conocida popularmente como "La Carambada", en especial en San Juan del Río, debido a los supuestos hechos que acontecieron en esta región y que fueron cruciales para el también supuesto asesinato del presidente Benito Juárez. Debo decir que se trata más de una leyenda que de un hecho verdadero.

"La Veintiunilla, señorita (le cuentan a La Carambada en San Juan del Río) es una planta borrajinosa a la que algunas personas llaman "chamal" y que crece como al descuido entre el zacate, por lo que el ganado con frecuencia lo engulle… A los animales "enchamalados" se les reblandece la espina dorsal y su muerte es cuestión de algunos días. La flor de la planta es un medicamento maravilloso para la angina de pecho, pero si la persona toma el bebedizo sin padecer tal enfermedad, entiendo que contrae dicho mal, pues la esternalgia que le produce es algo terrible, causándole la muerte a los veintiún días de haber ingerido la maldita hierva [...]"

La Carambada es muy conocida en nuestro país, sobre todo porque corre el rumor popular de que la muerte de Benito Juárez se debió a una hierba conocida como Veintiunilla que ella le dio. Su historia se ha basado a partir de lo que cuenta en su libro "La Carambada. Realidad Mexicana" el escritor Joel Verdeja Soussa.

En los tiempos del imperio de Maximiliano de Habsburgo, Leonarda se enamoró de un militar imperialista, y al ser tomado prisionero su amado, acudió a todas las autoridades, incluido Benito Santos Zenea, en aquel entonces gobernador de Querétaro, y ante el presidente de la República don Benito Juárez, presidente de la República, para solicitar el perdón para su amado. Ante la negativa, juró venganza. Fue así como se hizo bandolera.

La fama de La Carambada trascendió por su agilidad para el manejo de la pistola, el machete e incluso para cabalgar. Sin embargo, se dice que tuvo contacto con una yerbera de Nopala (Hidalgo) que le enseñó los efectos de la veintiunilla, una yerba cuyos efectos son la muerte de la persona que la toma justo 21 días después de ingerirla. En San Juan del Río, un ganadero le habla de la veintiunilla y de que en Nopala, una vieja la prepara en brebaje para matar. Leonarda consigue la pócima y arriba a México.

El destino se prepara para que La Carambada conozca a Guillermo Prieto cuando éste la chulea en un mercado. El poeta de inmediato los acerca con Sebastián Lerdo de Tejada (quien estaba en Querétaro cuando ella fue a pedir el indulto), de tal suerte que son invitados a una cena con el presidente Juárez en casa de Lerdo. Sebastián la presenta con don Benito; el indio de Guelatao tiene excelente memoria, pero por alguna razón no la recuerda. Su suerte sigue, al grado que a la desconocida la sientan a la derecha del presidente. Algo prácticamente imposible. Así, el universo se confabula para que ella, ante tantos invitados, criados y guardias, le pueda poner el veneno en la copa a Juárez sin que la vean.

Es pues, el mítico magnicidio de Juárez el que le abre a La Carambada el acceso a una realidad mitológicamente expresada en una leyenda, pero también en la poesía popular y en el espacio geográfico mismo donde tuvieron lugar sus exacciones.

Como en todas las leyendas, la de La Carambada ha llegado a formar parte de las versiones populares. El pueblo hace suyos a los personajes que van siendo parte de su historia local o regional. En Querétaro y en especial en San Juan del Río, no cabe duda, La Carambada es una leyenda, una que se ha tejido de generación en generación con datos cada vez más difusos.

Es lamentable pero, a pesar de los avances educativos, el interés del público por asuntos morbosos y frívolos es superior a los estudios de historia. Hay que anotar, que se trata más de una leyenda, o sea, una narración de hechos naturales, sobrenaturales o mezclados, que se transmite de generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico, lo que le confiere cierta singularidad.

La Carambada


Existe mucho interés en saber más de esta afamada mujer de nombre Leonarda Emilia Martínez, conocida popularmente como "La Carambada", en especial en San Juan del Río, debido a los supuestos hechos que acontecieron en esta región y que fueron cruciales para el también supuesto asesinato del presidente Benito Juárez. Debo decir que se trata más de una leyenda que de un hecho verdadero.

"La Veintiunilla, señorita (le cuentan a La Carambada en San Juan del Río) es una planta borrajinosa a la que algunas personas llaman "chamal" y que crece como al descuido entre el zacate, por lo que el ganado con frecuencia lo engulle… A los animales "enchamalados" se les reblandece la espina dorsal y su muerte es cuestión de algunos días. La flor de la planta es un medicamento maravilloso para la angina de pecho, pero si la persona toma el bebedizo sin padecer tal enfermedad, entiendo que contrae dicho mal, pues la esternalgia que le produce es algo terrible, causándole la muerte a los veintiún días de haber ingerido la maldita hierva [...]"

La Carambada es muy conocida en nuestro país, sobre todo porque corre el rumor popular de que la muerte de Benito Juárez se debió a una hierba conocida como Veintiunilla que ella le dio. Su historia se ha basado a partir de lo que cuenta en su libro "La Carambada. Realidad Mexicana" el escritor Joel Verdeja Soussa.

En los tiempos del imperio de Maximiliano de Habsburgo, Leonarda se enamoró de un militar imperialista, y al ser tomado prisionero su amado, acudió a todas las autoridades, incluido Benito Santos Zenea, en aquel entonces gobernador de Querétaro, y ante el presidente de la República don Benito Juárez, presidente de la República, para solicitar el perdón para su amado. Ante la negativa, juró venganza. Fue así como se hizo bandolera.

La fama de La Carambada trascendió por su agilidad para el manejo de la pistola, el machete e incluso para cabalgar. Sin embargo, se dice que tuvo contacto con una yerbera de Nopala (Hidalgo) que le enseñó los efectos de la veintiunilla, una yerba cuyos efectos son la muerte de la persona que la toma justo 21 días después de ingerirla. En San Juan del Río, un ganadero le habla de la veintiunilla y de que en Nopala, una vieja la prepara en brebaje para matar. Leonarda consigue la pócima y arriba a México.

El destino se prepara para que La Carambada conozca a Guillermo Prieto cuando éste la chulea en un mercado. El poeta de inmediato los acerca con Sebastián Lerdo de Tejada (quien estaba en Querétaro cuando ella fue a pedir el indulto), de tal suerte que son invitados a una cena con el presidente Juárez en casa de Lerdo. Sebastián la presenta con don Benito; el indio de Guelatao tiene excelente memoria, pero por alguna razón no la recuerda. Su suerte sigue, al grado que a la desconocida la sientan a la derecha del presidente. Algo prácticamente imposible. Así, el universo se confabula para que ella, ante tantos invitados, criados y guardias, le pueda poner el veneno en la copa a Juárez sin que la vean.

Es pues, el mítico magnicidio de Juárez el que le abre a La Carambada el acceso a una realidad mitológicamente expresada en una leyenda, pero también en la poesía popular y en el espacio geográfico mismo donde tuvieron lugar sus exacciones.

Como en todas las leyendas, la de La Carambada ha llegado a formar parte de las versiones populares. El pueblo hace suyos a los personajes que van siendo parte de su historia local o regional. En Querétaro y en especial en San Juan del Río, no cabe duda, La Carambada es una leyenda, una que se ha tejido de generación en generación con datos cada vez más difusos.

Es lamentable pero, a pesar de los avances educativos, el interés del público por asuntos morbosos y frívolos es superior a los estudios de historia. Hay que anotar, que se trata más de una leyenda, o sea, una narración de hechos naturales, sobrenaturales o mezclados, que se transmite de generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico, lo que le confiere cierta singularidad.