/ domingo 24 de mayo de 2020

El Cronista Sanjuanense

Los ilustres de La Llave


Hacia la última década del siglo XVI, el pueblo de San Juan del Río se desarrollaba con lentitud pero florecía el comercio gracias a su vitalidad. Ya para esos tiempos personas distinguidas –en su mayoría españoles- lo habitaban, siendo dueños de extensas haciendas las cuales eran muy productivas. La población restante era indígena y castas, que prestaban servicio en los mesones y tabernas, así como gran cantidad de arrieros. A propósito de aquella época, me referiré a tres sanjuanenses ilustres que nacieron en la hacienda La Llave.

Don Juan de Cervantes Casaus, nació hacia la última década del siglo XVI (circa 1576), fue nieto del conquistador del mismo nombre. Estudió humanidades, arte y derecho en el Colegio de San Ildefonso en la capital de Nueva España, vistiendo la beca real de este Instituto. Fue Alcalde Ordinario y Corregidor de la Imperial Ciudad de México, en donde escribió el “Informe sobre el estado de las lagunas de México, y reparos que pueden intentarse, dirigido al Virrey Marqués de Cerralvo", impreso en el año 1629. Al igual el "Informe sobre el desagüe de Huehuetoca, su estado y dificultades, dirigido al Marqués de Cadereyta", impreso en 1636. Juan de Cervantes Casaus murió hacia 1645, con alrededor de setenta años de edad.

No menos ilustres son los obispos de Puerto Rico, Guatemala y Guadalajara que, al igual que don Juan, dieron enorme honor en esas épocas a la cultura y las artes.

San Juan del Río se vanagloria del nacimiento en su tierra del obispo de Puerto Rico, el doctor don Francisco Javier Gómez de Cervantes, que nació el 17 de marzo de 1660 en La Llave. Fue colegial de San Ildefonso en 1692 y, en 1729 se doctoró en Sagrados Cánones. El 28 de junio de 1731 obtuvo la cátedra de Prima de Cánones, la que le fue otorgada por oposición el 16 de diciembre de 1734, siendo jubilado de Cánones en 1755. El 19 de enero de 1757 fue electo cancelario de la Universidad, siendo escogido entre los más antiguos y beneméritos. Canónigo de la Metropolitana de México, provisor del Dr. Arzobispo de México Vizarrón, Vicario Capitular en Sede Vacante, gobernador del Arzobispado en tiempo de Rubio y Salinas. En este tiempo fue propuesto al rey para la Mitra de Puerto Rico, siendo nombrado en marzo de 1747, la cual renunció no obstante tener ya expedidas las bulas pontificias. La renuncia se debió a sus enfermedades y avanzada edad. Murió en México el 1 de diciembre de 1759, vivió noventa y nueve años. Fue un hombre inteligente y de lucha.

El tercer personaje al que nos trae la columna de hoy, es el doctor don Nicolás Gómez de Cervantes, quien fue obispo de Guatemala y Guadalajara. Don Nicolás se distinguió por su devoción mariana colocando la primera piedra de la Basílica de San Juan de los Lagos y la imagen de Nuestra Señora del Patrocinio en la Bufa de Zacatecas. Nació en La Llave el 20 de noviembre de 1668. Fue hijo del capitán don Juan Leonel Gómez de Cervantes y Carbajal y de doña Mariana Velázquez de la Cadena. Hizo sus estudios literarios y de jurisprudencia en el colegio de Santa María de todos los Santos, iniciando en marzo de 1690; más tarde fue su Rector. Fue catedrático jubilado de Decreto, en la Real y Pontificia Universidad de México, doctorándose en la misma. Abogado de la Real Audiencia de México. Ordenado sacerdote, fue cura propio del Sagrario Metropolitano de México en 1707. Prebendado y Canónigo Penitenciario. Juez Ordinario de los obispados de Yucatán y Michoacán. Consultor del Santo Oficio. Juez por la Suprema de Sevilla en una causa en que estaban impedidos los inquisidores. Miembro del Consejo de su Majestad. Visitador de Notarios y Juez de Colecturías. Fue consagrado Obispo de Guatemala en 1723, gobernó tres años aquella diócesis. Fue trasladado a la diócesis de Guadalajara, iniciando su gobierno el 23 de abril de 1727. A él se debe que en lengua indígena cora se creara un devocionario, un catecismo, un manual para confesión y un vocabulario para la difusión de la religión en la Sierra de Nayarit, que se imprimieron a su costa en la Ciudad de México en 1732. A sus expensas se construyeron los conventos de Santa Mónica y Jesús María de la ciudad de Guadalajara. Murió en Guadalajara el 6 de noviembre de 1734 a los sesenta y seis años de edad.

Los ilustres de La Llave


Hacia la última década del siglo XVI, el pueblo de San Juan del Río se desarrollaba con lentitud pero florecía el comercio gracias a su vitalidad. Ya para esos tiempos personas distinguidas –en su mayoría españoles- lo habitaban, siendo dueños de extensas haciendas las cuales eran muy productivas. La población restante era indígena y castas, que prestaban servicio en los mesones y tabernas, así como gran cantidad de arrieros. A propósito de aquella época, me referiré a tres sanjuanenses ilustres que nacieron en la hacienda La Llave.

Don Juan de Cervantes Casaus, nació hacia la última década del siglo XVI (circa 1576), fue nieto del conquistador del mismo nombre. Estudió humanidades, arte y derecho en el Colegio de San Ildefonso en la capital de Nueva España, vistiendo la beca real de este Instituto. Fue Alcalde Ordinario y Corregidor de la Imperial Ciudad de México, en donde escribió el “Informe sobre el estado de las lagunas de México, y reparos que pueden intentarse, dirigido al Virrey Marqués de Cerralvo", impreso en el año 1629. Al igual el "Informe sobre el desagüe de Huehuetoca, su estado y dificultades, dirigido al Marqués de Cadereyta", impreso en 1636. Juan de Cervantes Casaus murió hacia 1645, con alrededor de setenta años de edad.

No menos ilustres son los obispos de Puerto Rico, Guatemala y Guadalajara que, al igual que don Juan, dieron enorme honor en esas épocas a la cultura y las artes.

San Juan del Río se vanagloria del nacimiento en su tierra del obispo de Puerto Rico, el doctor don Francisco Javier Gómez de Cervantes, que nació el 17 de marzo de 1660 en La Llave. Fue colegial de San Ildefonso en 1692 y, en 1729 se doctoró en Sagrados Cánones. El 28 de junio de 1731 obtuvo la cátedra de Prima de Cánones, la que le fue otorgada por oposición el 16 de diciembre de 1734, siendo jubilado de Cánones en 1755. El 19 de enero de 1757 fue electo cancelario de la Universidad, siendo escogido entre los más antiguos y beneméritos. Canónigo de la Metropolitana de México, provisor del Dr. Arzobispo de México Vizarrón, Vicario Capitular en Sede Vacante, gobernador del Arzobispado en tiempo de Rubio y Salinas. En este tiempo fue propuesto al rey para la Mitra de Puerto Rico, siendo nombrado en marzo de 1747, la cual renunció no obstante tener ya expedidas las bulas pontificias. La renuncia se debió a sus enfermedades y avanzada edad. Murió en México el 1 de diciembre de 1759, vivió noventa y nueve años. Fue un hombre inteligente y de lucha.

El tercer personaje al que nos trae la columna de hoy, es el doctor don Nicolás Gómez de Cervantes, quien fue obispo de Guatemala y Guadalajara. Don Nicolás se distinguió por su devoción mariana colocando la primera piedra de la Basílica de San Juan de los Lagos y la imagen de Nuestra Señora del Patrocinio en la Bufa de Zacatecas. Nació en La Llave el 20 de noviembre de 1668. Fue hijo del capitán don Juan Leonel Gómez de Cervantes y Carbajal y de doña Mariana Velázquez de la Cadena. Hizo sus estudios literarios y de jurisprudencia en el colegio de Santa María de todos los Santos, iniciando en marzo de 1690; más tarde fue su Rector. Fue catedrático jubilado de Decreto, en la Real y Pontificia Universidad de México, doctorándose en la misma. Abogado de la Real Audiencia de México. Ordenado sacerdote, fue cura propio del Sagrario Metropolitano de México en 1707. Prebendado y Canónigo Penitenciario. Juez Ordinario de los obispados de Yucatán y Michoacán. Consultor del Santo Oficio. Juez por la Suprema de Sevilla en una causa en que estaban impedidos los inquisidores. Miembro del Consejo de su Majestad. Visitador de Notarios y Juez de Colecturías. Fue consagrado Obispo de Guatemala en 1723, gobernó tres años aquella diócesis. Fue trasladado a la diócesis de Guadalajara, iniciando su gobierno el 23 de abril de 1727. A él se debe que en lengua indígena cora se creara un devocionario, un catecismo, un manual para confesión y un vocabulario para la difusión de la religión en la Sierra de Nayarit, que se imprimieron a su costa en la Ciudad de México en 1732. A sus expensas se construyeron los conventos de Santa Mónica y Jesús María de la ciudad de Guadalajara. Murió en Guadalajara el 6 de noviembre de 1734 a los sesenta y seis años de edad.