/ domingo 15 de noviembre de 2020

El cronista sanjuanense | Amor en San Juan del Río

En el año 2012, la escritora Elena Poniatowska recibió el premio internacional “Hugo Gutiérrez Vega a las Artes y las Humanidades” que otorga la Universidad Autónoma de Querétaro. En aquel 11 de diciembre, fue el mismísimo Hugo Gutiérrez quien dirigió un discurso elogiando a la intelectual en el Teatro de la República de la ciudad capital del estado de Querétaro.

Cabe mencionar que Hugo Gutiérrez Vega fue abogado, poeta, escritor, actor, catedrático, diplomático y académico; escribió más de treinta y seis libros de poesía y trece de prosa, algunos de los cuales han sido traducidos a diez idiomas. Impartió clases en la Universidad Autónoma de Querétaro, llegando a ser rector de la misma de 1966 a 1967 y fue nombrado Doctor Honoris Causa de esta casa de estudios. Falleció el 25 de septiembre de 2015 a los 81 años de edad.

En la velada de premiación, Poniatowska relató cómo conoció a Hugo, pero sobre todo habló sobre su historia de vida en la etapa de su niñez y juventud, cuando venía de paseo a la hacienda La Llave en San Juan del Río.

“Paula Amor, mi madre, debe estar sonriendo en el cielo ante este Premio Hugo Gutiérrez Vega que recibo como una sorpresa inmerecida. La imagino contenta, porque ella amaba Querétaro. Resulta que casi cada año, en los años 20, cuando venía en barco de Francia a México, su tío Felipe Yturbe la invitaba a la hacienda La Llave… Mamá solía ir desde La Llave a San Juan del Río a caballo y al descender de su montura refrescaba sus pies en el agua clara del río, a los pies de los sabinos. Pies de agua para pies de niña. Entonces, todo el estado era una maravilla de agua, a veces caliente, a veces fría, y de árboles, y cualquier mexicano habría podido decir como lo hacía Carlos Pellicer cuando se iba a Tabasco: Ya me voy a mi agua. Ahora, por desgracia, al menos en Tequisquiapan, los manantiales se han secado, pero permanecen los sabinos, esos árboles providenciales que dan buena sombra y nos hacen pensar que la vida también es buena y nos da mucho más de lo que nos merecemos.”

Felipe Yturbe fue el último poseedor de La Llave. La heredó de su padre don Francisco de Yturbe, quien la adquirió en el año 1858. Él demolió la casa hasta sus cimientos y construyó una nueva de dimensiones palaciegas quinientos metros más al norte, imitando el estilo versallesco. Esa es la casa del hacendado que conocemos hasta nuestros días y que desde 1986 alberga el Séptimo Regimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Elena Poniatowska continuó su discurso “…también le daría gusto que el premio me lo entregara Hugo Gutiérrez Vega por todo lo que Hugo tiene de Maximiliano y lo poco que tiene físicamente de Benito Juárez. Mamá me contó que en el Cerro de las Campanas el mismo emperador aclaró que era un bello día para morir y que su última orden al escuadrón de fusilamiento fue: Soldados, disparen al corazón. Entonces separó su barba y mostró su pecho… recuerdo la expresión en el bello rostro de mi madre, cuando me lo contó.”

Para la señora Paula Amor, San Juan del Río y La Llave representaron su infancia y juventud, ese lugar sagrado en el que nos adentramos a medida que pasan los años como a un refugio que nos protege de ausencias, derrotas y sinsabores. Ella hizo suya esta tierra, la más bella, la más noble, según palabras que dirigía a su hija llenas de sentimientos de añoranza. Paula Amor también vivió en Tequisquiapan, sitio que marcó los años más felices de su vida: los de su amor al campo, a sus árboles y a sus sembradíos.

Aquella velada del premio a Elena Poniatowska, significó para ella abrazar de nuevo a su madre muerta en el año 2002 y visualizarla joven, andando a caballo, sin una sola preocupación, paseando por el campo queretano, mojando sus pies en el río y caminando las calles de la ciudad de San Juan del Río.


En el año 2012, la escritora Elena Poniatowska recibió el premio internacional “Hugo Gutiérrez Vega a las Artes y las Humanidades” que otorga la Universidad Autónoma de Querétaro. En aquel 11 de diciembre, fue el mismísimo Hugo Gutiérrez quien dirigió un discurso elogiando a la intelectual en el Teatro de la República de la ciudad capital del estado de Querétaro.

Cabe mencionar que Hugo Gutiérrez Vega fue abogado, poeta, escritor, actor, catedrático, diplomático y académico; escribió más de treinta y seis libros de poesía y trece de prosa, algunos de los cuales han sido traducidos a diez idiomas. Impartió clases en la Universidad Autónoma de Querétaro, llegando a ser rector de la misma de 1966 a 1967 y fue nombrado Doctor Honoris Causa de esta casa de estudios. Falleció el 25 de septiembre de 2015 a los 81 años de edad.

En la velada de premiación, Poniatowska relató cómo conoció a Hugo, pero sobre todo habló sobre su historia de vida en la etapa de su niñez y juventud, cuando venía de paseo a la hacienda La Llave en San Juan del Río.

“Paula Amor, mi madre, debe estar sonriendo en el cielo ante este Premio Hugo Gutiérrez Vega que recibo como una sorpresa inmerecida. La imagino contenta, porque ella amaba Querétaro. Resulta que casi cada año, en los años 20, cuando venía en barco de Francia a México, su tío Felipe Yturbe la invitaba a la hacienda La Llave… Mamá solía ir desde La Llave a San Juan del Río a caballo y al descender de su montura refrescaba sus pies en el agua clara del río, a los pies de los sabinos. Pies de agua para pies de niña. Entonces, todo el estado era una maravilla de agua, a veces caliente, a veces fría, y de árboles, y cualquier mexicano habría podido decir como lo hacía Carlos Pellicer cuando se iba a Tabasco: Ya me voy a mi agua. Ahora, por desgracia, al menos en Tequisquiapan, los manantiales se han secado, pero permanecen los sabinos, esos árboles providenciales que dan buena sombra y nos hacen pensar que la vida también es buena y nos da mucho más de lo que nos merecemos.”

Felipe Yturbe fue el último poseedor de La Llave. La heredó de su padre don Francisco de Yturbe, quien la adquirió en el año 1858. Él demolió la casa hasta sus cimientos y construyó una nueva de dimensiones palaciegas quinientos metros más al norte, imitando el estilo versallesco. Esa es la casa del hacendado que conocemos hasta nuestros días y que desde 1986 alberga el Séptimo Regimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Elena Poniatowska continuó su discurso “…también le daría gusto que el premio me lo entregara Hugo Gutiérrez Vega por todo lo que Hugo tiene de Maximiliano y lo poco que tiene físicamente de Benito Juárez. Mamá me contó que en el Cerro de las Campanas el mismo emperador aclaró que era un bello día para morir y que su última orden al escuadrón de fusilamiento fue: Soldados, disparen al corazón. Entonces separó su barba y mostró su pecho… recuerdo la expresión en el bello rostro de mi madre, cuando me lo contó.”

Para la señora Paula Amor, San Juan del Río y La Llave representaron su infancia y juventud, ese lugar sagrado en el que nos adentramos a medida que pasan los años como a un refugio que nos protege de ausencias, derrotas y sinsabores. Ella hizo suya esta tierra, la más bella, la más noble, según palabras que dirigía a su hija llenas de sentimientos de añoranza. Paula Amor también vivió en Tequisquiapan, sitio que marcó los años más felices de su vida: los de su amor al campo, a sus árboles y a sus sembradíos.

Aquella velada del premio a Elena Poniatowska, significó para ella abrazar de nuevo a su madre muerta en el año 2002 y visualizarla joven, andando a caballo, sin una sola preocupación, paseando por el campo queretano, mojando sus pies en el río y caminando las calles de la ciudad de San Juan del Río.