Guillermo Prieto escribió sus Viajes de orden suprema hacia el año 1857, tiempo en que vino al estado de Querétaro, propiamente a Cadereyta, siendo desterrado por el entonces presidente de México, Antonio López de Santa Anna. Gracias a este libro, podemos darnos una idea del San Juan del Río que observó “Fidel” (seudónimo de Prieto) durante su estancia en la demarcación.
La vida en San Juan del Río, y en general en Querétaro, le pareció a Prieto más placentera que en otras partes del país. Sin embargo, vio decadencia, sobre todo en la industria compuesta de talleres, obrajes y artesanías de textiles y cueros. “Su decadente industria, que fue muy floreciente en otro tiempo, se reduce a la fabricación de fustes, algunos tejidos ordinarios de lana como jerga y frazadas, curtiduría de gamuzas, suelas y badana, aunque estas últimas en muy corta cantidad.”
Nos cuenta sobre la pobreza en San Juan del Río y apunta que son dos las causas principales a las que se atribuye: la carencia de los derrames de la hacienda Arroyo Zarco que enriquecían las corrientes del río San Juan, contribuyendo a la fertilidad de las innumerables huertas que se cultivan a sus orillas y a que no quedaban más que unos pocos terrenos insignificantes de lo que fue su fundo legal dado tras su fundación en el siglo XVI. Los pobres –dice Prieto- viven del cultivo de sus huertas, de la arriería, del comercio de carnes y semillas y de otros artículos y artefactos de poca consideración.
Frío en su relato nos dice “En San Juan del Río la influencia clerical es doblemente poderosa que, en Querétaro, la corriente de población que se cruza en su seno pasa, pero sin fecundar aquel pueblo en que familias enteras no abandonan las costumbres del pasado siglo (XVII). La misma veneración a ciertos próceres llenos de vanidad y de ignorancia, el propio retraimiento, el chisme, el espionaje, el juego y todos los defectos de una población amurallada con las preocupaciones, y, sin embargo, en San Juan como en Querétaro, el carácter de los habitantes, en general, es bueno, caritativo y generoso […] y un tanto más inocente, a juzgar al menos por sus templos, carentes de nobleza y de la seriedad de los de Querétaro. En uno de ellos, cuyo nombre no recuerdo, admiramos una especie de gloria, pintada en una bóveda, que ciertamente es para morirse de contento. Ángeles, bienaventurados, santos, todos manifiestan estar en gorja, andar a la ligera y como envueltos en los vapores del vino. Tiaras, mitras y bonetes ladeados, mantos y manteos flotantes; en una palabra, un fandango celestial, pero en un estilo tan curro, tan mundano, que estoy cierto que los cofrades de Baco que conozcan fresco tan iniciativo han de soñar con la gloria de San Juan del Río.”
El escritor apuntó datos estadísticos sobre San Juan del Río. “Es la cabecera del distrito de este nombre, y la segunda ciudad del Departamento de Querétaro. Está situado a los 20° 33’ 15’’ latitud N y a los 0° 22’ 26’’ 46’’’ longitud oeste; su altura sobre el nivel del mar es de 1,999.95 metros […] su temperatura es templada.
Para 1853, el distrito de San Juan del Río tenía una población de 28,654 habitantes, siendo más de la mitad de raza mixta de español e indígena. Escribió sobre los pobladores “Son de costumbres morigeradas, amantes del trabajo, obedientes a la autoridad y no se conoce entre ellos vicio dominante.”
Además de Viajes de orden suprema, Guillermo prieto escribió Viaje a los Estados Unidos (1878), Versos inéditos (1879), Musa callejera (1883), Romancero nacional (1885) y Memorias de mis tiempos (1906), textos dados a la pluma en un lapso de tiempo en que, como la propia vida de su autor, cubren un largo y vasto periodo tanto en el campo de la literatura como en el contexto sociohistórico y político mexicano. Bajo el pseudónimo de Fidel, Guillermo Prieto cultivó todos los géneros literarios y fue, además, cronista y poeta popular de las gestas nacionales. Aparte de ser figura pública y literaria, Prieto es un personaje de gran interés histórico, ya que dejó testimonio de los acontecimientos más trascendentes del siglo XIX mexicano: la Independencia, la guerra de Texas y el Imperio de Maximiliano I de México.