/ domingo 10 de julio de 2022

El cronista sanjuanense | Peleas de gallos

Como tantas otras cosas en nuestro país, los paliacates, las sandías, los chiles, las corridas de toros y los parianes o mercados, las peleas de gallos no tuvieron su origen en México, si bien, luego de unos años, se volvieron parte de las fiestas de cada pueblo, de cada villa, de cada hacienda y tomaron sus características propias mexicanas, en consecuencia, su carta de naturalización.

El episodio histórico, que se va al anecdotario propio de la sobremesa, como lo es aquello del chocolate espumoso y caliente, o el Mole Poblano, y ni que decir de los Chiles en Nogada que, según la tradición, este platillo fue confeccionado para agasajar a don Agustín de Iturbide a su paso por Puebla entre el 25 de agosto y el 10 de septiembre del año 1821; y surge un platillo más: el Caldo Tlalpeño, relacionado estrechamente con las peleas de gallos pues, el general Antonio López de Santa Anna, era de los que se amanecía en las jugadas de Tlalpan, en los Corpus, quiere decir que esta creación fue en algún día de junio entre los años 1835 a 1845 y a ese punto vamos, las jugadas o peleas de gallos.

El origen de estas peleas es en Asia. En China ya se celebraban hace dos mil quinientos años y es posible que mil años antes se hicieran en la India. En la antigua Roma eran usadas para adquirir valentía. No se sabe con precisión en que tiempo se introdujeron en México las peleas de gallos, lo que sí se sabe es que fueron traídas por los españoles a América.

Desde su instauración en Nueva España, fue una diversión tolerada por el gobierno, aunque en un tiempo, en el siglo XVII, tanto las autoridades civiles como eclesiásticas las tacharon de perjudiciales a la moral pública.

Son muchos los testimonios que existen en los que se anota a las peleas de gallos como parte principal, junto con bailes y corridas de toros, en eventos organizados por los ayuntamientos cuando, por ejemplo, se festejaban en Nueva España las coronaciones reales o las unciones de los Príncipes de Asturias.

Las peleas de gallos como actividad de entretenimiento y socialización se remontan en México a los inicios del siglo XVI, desde entonces han evolucionado siendo un signo distintivo de la cultura mexicana, esta afición está difundida a través de gran parte de la geografía de nuestro país. Los palenques son el origen de las ferias tradicionales, hoy día es un espectáculo indispensable en varias ferias reconocidas a nivel nacional. Estos eventos están asociados a la economía, el arte y la cultura de nuestro pueblo.

En la novela corta El gallo de oro, del escritor mexicano Juan Rulfo, el pregonero pueblerino Dionisio Pinzón sale de la pobreza gracias a las victorias de un gallo que, moribundo, le habían regalado y que él cuida diligentemente hasta la recuperación de la salud por parte del ave. Esta novela fue hecha película en 1958 bajo el mismo título y fue filmada en Bernal y principalmente en San Juan del Río, precisamente en su feria de junio.

Las peleas de gallos son legales en la mayoría de países latinoamericanos, así como en Islas Canarias y Andalucía (en el resto de España están prohibidas), y en las Filipinas en Asia. En muchos otros lugares las peleas de animales están estrictamente fuera de la ley, basadas en la oposición a las apuestas, la crueldad animal o bien en ambas.

Como tantas otras cosas en nuestro país, los paliacates, las sandías, los chiles, las corridas de toros y los parianes o mercados, las peleas de gallos no tuvieron su origen en México, si bien, luego de unos años, se volvieron parte de las fiestas de cada pueblo, de cada villa, de cada hacienda y tomaron sus características propias mexicanas, en consecuencia, su carta de naturalización.

El episodio histórico, que se va al anecdotario propio de la sobremesa, como lo es aquello del chocolate espumoso y caliente, o el Mole Poblano, y ni que decir de los Chiles en Nogada que, según la tradición, este platillo fue confeccionado para agasajar a don Agustín de Iturbide a su paso por Puebla entre el 25 de agosto y el 10 de septiembre del año 1821; y surge un platillo más: el Caldo Tlalpeño, relacionado estrechamente con las peleas de gallos pues, el general Antonio López de Santa Anna, era de los que se amanecía en las jugadas de Tlalpan, en los Corpus, quiere decir que esta creación fue en algún día de junio entre los años 1835 a 1845 y a ese punto vamos, las jugadas o peleas de gallos.

El origen de estas peleas es en Asia. En China ya se celebraban hace dos mil quinientos años y es posible que mil años antes se hicieran en la India. En la antigua Roma eran usadas para adquirir valentía. No se sabe con precisión en que tiempo se introdujeron en México las peleas de gallos, lo que sí se sabe es que fueron traídas por los españoles a América.

Desde su instauración en Nueva España, fue una diversión tolerada por el gobierno, aunque en un tiempo, en el siglo XVII, tanto las autoridades civiles como eclesiásticas las tacharon de perjudiciales a la moral pública.

Son muchos los testimonios que existen en los que se anota a las peleas de gallos como parte principal, junto con bailes y corridas de toros, en eventos organizados por los ayuntamientos cuando, por ejemplo, se festejaban en Nueva España las coronaciones reales o las unciones de los Príncipes de Asturias.

Las peleas de gallos como actividad de entretenimiento y socialización se remontan en México a los inicios del siglo XVI, desde entonces han evolucionado siendo un signo distintivo de la cultura mexicana, esta afición está difundida a través de gran parte de la geografía de nuestro país. Los palenques son el origen de las ferias tradicionales, hoy día es un espectáculo indispensable en varias ferias reconocidas a nivel nacional. Estos eventos están asociados a la economía, el arte y la cultura de nuestro pueblo.

En la novela corta El gallo de oro, del escritor mexicano Juan Rulfo, el pregonero pueblerino Dionisio Pinzón sale de la pobreza gracias a las victorias de un gallo que, moribundo, le habían regalado y que él cuida diligentemente hasta la recuperación de la salud por parte del ave. Esta novela fue hecha película en 1958 bajo el mismo título y fue filmada en Bernal y principalmente en San Juan del Río, precisamente en su feria de junio.

Las peleas de gallos son legales en la mayoría de países latinoamericanos, así como en Islas Canarias y Andalucía (en el resto de España están prohibidas), y en las Filipinas en Asia. En muchos otros lugares las peleas de animales están estrictamente fuera de la ley, basadas en la oposición a las apuestas, la crueldad animal o bien en ambas.