/ domingo 27 de septiembre de 2020

El Cronista Sanjuanense|Consumación de la Independencia

El gobierno virreinal atravesaba por una situación crítica; a estas fechas sólo le quedaba la ciudad de Querétaro, que era la ciudad más importante de las provincias del interior, y para poderla retener, todo dependía de la posesión de San Juan del Río. Su avecinaba la consumación de la Independencia, después de once años de luchas desde su inicio el 16 de septiembre de 1810.

Para reforzar la guarnición de San Juan del Río, a fines de mayo de 1821, el virrey dirigió a tres compañías del batallón de Murcia, que se había sepa­rado de Agustín de Iturbide después de haber jurado la Independencia Nacional en Iguala (Guerrero). Iturbide fue avisado de la marcha de estas compañías hacía la plaza de San Juan del Río y quiso cortarles el paso para evitar la reunión que el virrey intentaba hacer en este pueblo.

Con este fin mandó desde Valladolid (Morelia) al coronel Joaquín Parrés, con el batallón de Celaya y ochocientos caballos; pero a pesar de que se fue a marcha forzada, las fuerzas iturbidistas no pudieron llegar a tiempo, por lo que el coronel Parrés, tuvo que conformarse con tomar posesión del puente de piedra y el mesón de La Venta, en los márgenes del río, con el objeto de cortar el tránsito con Querétaro.

En seguida llegó el coronel Anastacio Bustamante con ciento ochenta caballos y tomó el mando de todas las fuerzas, que fueron reforzadas aún más con la llegada del coronel Luis Quintanar, que traía una numerosa división con la que se acabó de poner sitio al pueblo de San Juan del Río. La guarnición de la plaza pasaba escasamente de mil hombres, pero la de­serción y las pocas esperanzas que había de socorro, fueron la causa de que finalmente capitulara. La capitulación de San Juan del Río tuvo efecto el 7 de junio de 1821. Era entonces comandante militar y político Gaspar de la Reyna.

Iturbide, al concretar la capitulación de Valladolid (Morelia), marchó con todas sus fuerzas hacia San Juan del Río. Su marcha se dividió en dos columnas, él iba en la segunda. Pasaba a corta distancia de Querétaro el mismo día que San Juan del Río capitulaba a favor de la insurgencia. Con una escolta de treinta hombres fue a San Juan del Río.

Iturbide hizo su entrada a San Juan. El recibimiento que se le hizo debió ser eufórico y alegre pues se juntaron aquí, además de la mayor parte del Ejército Trigarante, los altos jefes del mismo: el propio Iturbide, Guadalupe Victoria, Bustamante, el san­juanense general Quintanar, el coronel Parrés y muchos otros oficiales de alto rango.

El 9 de junio Iturbide constituyó el primer Ayuntamiento en San Juan del Río, con el objeto de que se encargara de los asuntos más urgentes del pueblo. El general de inmediato instruyó a retirar las trincheras, parapetos y fosos que habían construido los realistas para su defensa, con el propósito de que los habitantes del pueblo pudieran deam­bular de forma libre y las tropas pudieran transitar y evacuar la plaza, en caso necesario, sin ningún tropiezo. El 21 de junio se nombró comandante del pueblo al capitán Feliciano Ro­dríguez, al frente de una compañía de milicias nacionales formado entre los que se alistaron del pueblo.

La estancia de Agustín de Iturbide en San Juan del Río, fue del 7 al 21 de junio de 1821, se alojó con su oficialía en la casa del coronel español don Esteban Díaz González y de la Campa, ubicada en la actual calle 16 de Septiembre. Don esteban había hecho amistad con Iturbide por las frecuentes ocasiones que éste había pasado por San Juan durante las batallas por la independencia, aunque las anteriores visitas las hizo como jefe del ejército imperial.

El 29 de junio Iturbide envió a San Juan del Río un parte anunciando la rendición de Querétaro dada el día anterior. Después de tomada esta ciudad, Iturbide pasó nuevamente por San Juan del Río con toda su oficialía. Poco tiempo después, el 27 de septiembre, Iturbide hizo su entrada triunfal a México consumando la Independencia.

Agustín de Iturbide logró la consumación en poco más de siete meses, después de varios años de lucha y sin tanto derramamiento de sangre; aquella guerra que empezara el cura Miguel Hidalgo.

El gobierno virreinal atravesaba por una situación crítica; a estas fechas sólo le quedaba la ciudad de Querétaro, que era la ciudad más importante de las provincias del interior, y para poderla retener, todo dependía de la posesión de San Juan del Río. Su avecinaba la consumación de la Independencia, después de once años de luchas desde su inicio el 16 de septiembre de 1810.

Para reforzar la guarnición de San Juan del Río, a fines de mayo de 1821, el virrey dirigió a tres compañías del batallón de Murcia, que se había sepa­rado de Agustín de Iturbide después de haber jurado la Independencia Nacional en Iguala (Guerrero). Iturbide fue avisado de la marcha de estas compañías hacía la plaza de San Juan del Río y quiso cortarles el paso para evitar la reunión que el virrey intentaba hacer en este pueblo.

Con este fin mandó desde Valladolid (Morelia) al coronel Joaquín Parrés, con el batallón de Celaya y ochocientos caballos; pero a pesar de que se fue a marcha forzada, las fuerzas iturbidistas no pudieron llegar a tiempo, por lo que el coronel Parrés, tuvo que conformarse con tomar posesión del puente de piedra y el mesón de La Venta, en los márgenes del río, con el objeto de cortar el tránsito con Querétaro.

En seguida llegó el coronel Anastacio Bustamante con ciento ochenta caballos y tomó el mando de todas las fuerzas, que fueron reforzadas aún más con la llegada del coronel Luis Quintanar, que traía una numerosa división con la que se acabó de poner sitio al pueblo de San Juan del Río. La guarnición de la plaza pasaba escasamente de mil hombres, pero la de­serción y las pocas esperanzas que había de socorro, fueron la causa de que finalmente capitulara. La capitulación de San Juan del Río tuvo efecto el 7 de junio de 1821. Era entonces comandante militar y político Gaspar de la Reyna.

Iturbide, al concretar la capitulación de Valladolid (Morelia), marchó con todas sus fuerzas hacia San Juan del Río. Su marcha se dividió en dos columnas, él iba en la segunda. Pasaba a corta distancia de Querétaro el mismo día que San Juan del Río capitulaba a favor de la insurgencia. Con una escolta de treinta hombres fue a San Juan del Río.

Iturbide hizo su entrada a San Juan. El recibimiento que se le hizo debió ser eufórico y alegre pues se juntaron aquí, además de la mayor parte del Ejército Trigarante, los altos jefes del mismo: el propio Iturbide, Guadalupe Victoria, Bustamante, el san­juanense general Quintanar, el coronel Parrés y muchos otros oficiales de alto rango.

El 9 de junio Iturbide constituyó el primer Ayuntamiento en San Juan del Río, con el objeto de que se encargara de los asuntos más urgentes del pueblo. El general de inmediato instruyó a retirar las trincheras, parapetos y fosos que habían construido los realistas para su defensa, con el propósito de que los habitantes del pueblo pudieran deam­bular de forma libre y las tropas pudieran transitar y evacuar la plaza, en caso necesario, sin ningún tropiezo. El 21 de junio se nombró comandante del pueblo al capitán Feliciano Ro­dríguez, al frente de una compañía de milicias nacionales formado entre los que se alistaron del pueblo.

La estancia de Agustín de Iturbide en San Juan del Río, fue del 7 al 21 de junio de 1821, se alojó con su oficialía en la casa del coronel español don Esteban Díaz González y de la Campa, ubicada en la actual calle 16 de Septiembre. Don esteban había hecho amistad con Iturbide por las frecuentes ocasiones que éste había pasado por San Juan durante las batallas por la independencia, aunque las anteriores visitas las hizo como jefe del ejército imperial.

El 29 de junio Iturbide envió a San Juan del Río un parte anunciando la rendición de Querétaro dada el día anterior. Después de tomada esta ciudad, Iturbide pasó nuevamente por San Juan del Río con toda su oficialía. Poco tiempo después, el 27 de septiembre, Iturbide hizo su entrada triunfal a México consumando la Independencia.

Agustín de Iturbide logró la consumación en poco más de siete meses, después de varios años de lucha y sin tanto derramamiento de sangre; aquella guerra que empezara el cura Miguel Hidalgo.