/ domingo 7 de febrero de 2021

El cronista sanjuanense|Una pirámide, una capilla

Existe una relación expedida el 31 de diciembre del año 1793 que fue solicitada por el virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, segundo conde de Revillagigedo, en la que se relataron las condiciones generales de varios pueblos, villas y ciudades de la entonces Nueva España, entre ellos San Juan del Río. El informante fue Pedro Martínez Salazar y Pacheco, quien era delegado en este poblado.

Este importante compendio nos brinda información sobre muchos temas. Me referiré al barrio de La Cruz, que para entonces ya se identificaba con ese nombre y comprendía uno de los ocho barrios que conformaban el pueblo.

Anterior a esta relación, en uno de los planos más antiguos de San Juan del Río mandado hacer en 1590 por Pedro de Quezada, aparece el barrio de La Cruz marcado como “Estos son cues”, nombre que se le daba al lugar sagrado donde los indígenas adoraban a sus dioses, en este caso, se trataba de un grupo de otomíes que veneraban a Yocippa, que también era llamado Otontecutli, este sitio es lo que en la actualidad se conoce como la Zona Arqueológica del Cerro y Barrio de la Cruz.

La historia de ocupación de este sitio arqueológico va desde 500 años a. C. hasta los años 900/1000 d. C. El rescate y restauración del basamento piramidal inició formalmente en 1999.

En la cima del cerro -de nombre prehispánico Techimacit- que es una pequeña peña redonda y desgajada por todos sus lados, existen vestigios de un centro ceremonial el cual se conservó desde la época colonial como centro de los nativos de los barrios de La Cruz y del Calvario. En la parte baja del cerrito estaba la zona habitacional, así como en lo alto de la peña de enfrente “las peñitas” en lo que conocemos como el barrio del Calvario. Cuando llegaron los españoles en 1531, así encontraron el poblado prehispánico conocido como Iztacchichimecapan, con el cual fundaron San Juan del Río el 24 de junio.

En la cima de la pirámide del centro ceremonial, se construyó una ermita que protege una cruz a la cual se empezó a venerar posterior a la evangelización de los indios. Tuvo que haber otras antes de esta y en el mismo sitio: el centro de la gran pirámide desde el siglo XVI. La cruz que permanece fue construida en 1679, es de cantera y tiene una inscripción en su base en la que se lee “3 de mayo de 1679” junto con el nombre del entonces mayordomo el Sr. Guillermo Santiago, lo que nos permite afirmar que ya para entonces se efectuaban las fiestas en honor a la Santa Cruz en este sitio, mismas que se siguen llevando a cabo año con año. Esa cruz es la que le da el nombre al barrio.

Otro simbolo religioso que se encuentra en la cima del cerro y junto a la pirámide es la capilla del barrio que tiene antecedentes de finales del siglo XIX. Según la tradición oral de los comuneros, fue en 1898 cuando idearon la construcción de este pequeño templo católico, siendo mayordomo y dueño del cerrito el señor Abundio García. El 9 de octubre de 1899, el párroco Pablo Feregrino dio su respaldo para edificarla. El 15 de febrero de 1900, se colocaron las primeras cinco piedras de los cimientos, celebrando una ceremonia religiosa de bendición por el inicio de los trabajos. En los siguientes años se terminaron los cimientos y parte de los muros, se considera que su construcción fue interrumpida por la Revolución. Es hasta 1940 que se continúa la construcción de los muros y en los siguientes dos años se hicieron las bóvedas y los terminados. Para 1945 se terminó el altar, se colocó el piso y se hicieron las estaciones del Viacrucis. En 1963, se edificó la sacristía y para 1989 se levantó la espadaña campanario.

Cabe hacer notar que el altar mayor no estaba en el lugar que actualmente descansa, inicialmente fue construido del lado norte. En algún momento decidieron demolerlo y construir uno nuevo pero del lado sur, abriendo la puerta con vista al norte, y esto porque casualmente da a las puertas de los dos templos principales de la ciudad: la parroquia de San Juan Bautista y en Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe.

Evidentemente, se trata de símbolos religiosos que perviven, de una forma u otra, hasta nuestros días, especialmente en el barrio de La Cruz, lugar donde inició la historia de San Juan del Río.

Existe una relación expedida el 31 de diciembre del año 1793 que fue solicitada por el virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, segundo conde de Revillagigedo, en la que se relataron las condiciones generales de varios pueblos, villas y ciudades de la entonces Nueva España, entre ellos San Juan del Río. El informante fue Pedro Martínez Salazar y Pacheco, quien era delegado en este poblado.

Este importante compendio nos brinda información sobre muchos temas. Me referiré al barrio de La Cruz, que para entonces ya se identificaba con ese nombre y comprendía uno de los ocho barrios que conformaban el pueblo.

Anterior a esta relación, en uno de los planos más antiguos de San Juan del Río mandado hacer en 1590 por Pedro de Quezada, aparece el barrio de La Cruz marcado como “Estos son cues”, nombre que se le daba al lugar sagrado donde los indígenas adoraban a sus dioses, en este caso, se trataba de un grupo de otomíes que veneraban a Yocippa, que también era llamado Otontecutli, este sitio es lo que en la actualidad se conoce como la Zona Arqueológica del Cerro y Barrio de la Cruz.

La historia de ocupación de este sitio arqueológico va desde 500 años a. C. hasta los años 900/1000 d. C. El rescate y restauración del basamento piramidal inició formalmente en 1999.

En la cima del cerro -de nombre prehispánico Techimacit- que es una pequeña peña redonda y desgajada por todos sus lados, existen vestigios de un centro ceremonial el cual se conservó desde la época colonial como centro de los nativos de los barrios de La Cruz y del Calvario. En la parte baja del cerrito estaba la zona habitacional, así como en lo alto de la peña de enfrente “las peñitas” en lo que conocemos como el barrio del Calvario. Cuando llegaron los españoles en 1531, así encontraron el poblado prehispánico conocido como Iztacchichimecapan, con el cual fundaron San Juan del Río el 24 de junio.

En la cima de la pirámide del centro ceremonial, se construyó una ermita que protege una cruz a la cual se empezó a venerar posterior a la evangelización de los indios. Tuvo que haber otras antes de esta y en el mismo sitio: el centro de la gran pirámide desde el siglo XVI. La cruz que permanece fue construida en 1679, es de cantera y tiene una inscripción en su base en la que se lee “3 de mayo de 1679” junto con el nombre del entonces mayordomo el Sr. Guillermo Santiago, lo que nos permite afirmar que ya para entonces se efectuaban las fiestas en honor a la Santa Cruz en este sitio, mismas que se siguen llevando a cabo año con año. Esa cruz es la que le da el nombre al barrio.

Otro simbolo religioso que se encuentra en la cima del cerro y junto a la pirámide es la capilla del barrio que tiene antecedentes de finales del siglo XIX. Según la tradición oral de los comuneros, fue en 1898 cuando idearon la construcción de este pequeño templo católico, siendo mayordomo y dueño del cerrito el señor Abundio García. El 9 de octubre de 1899, el párroco Pablo Feregrino dio su respaldo para edificarla. El 15 de febrero de 1900, se colocaron las primeras cinco piedras de los cimientos, celebrando una ceremonia religiosa de bendición por el inicio de los trabajos. En los siguientes años se terminaron los cimientos y parte de los muros, se considera que su construcción fue interrumpida por la Revolución. Es hasta 1940 que se continúa la construcción de los muros y en los siguientes dos años se hicieron las bóvedas y los terminados. Para 1945 se terminó el altar, se colocó el piso y se hicieron las estaciones del Viacrucis. En 1963, se edificó la sacristía y para 1989 se levantó la espadaña campanario.

Cabe hacer notar que el altar mayor no estaba en el lugar que actualmente descansa, inicialmente fue construido del lado norte. En algún momento decidieron demolerlo y construir uno nuevo pero del lado sur, abriendo la puerta con vista al norte, y esto porque casualmente da a las puertas de los dos templos principales de la ciudad: la parroquia de San Juan Bautista y en Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe.

Evidentemente, se trata de símbolos religiosos que perviven, de una forma u otra, hasta nuestros días, especialmente en el barrio de La Cruz, lugar donde inició la historia de San Juan del Río.