/ domingo 25 de abril de 2021

El cronista sanjuanense|Wenceslao Sánchez de la Barquera

Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera y Morales, es sin duda uno de los personajes ilustres sanjuanenses más destacados, por varias razones.

El periodista, poeta, literato, político y jurista nació en San Juan del Río, Querétaro, el 21 de abril de 1779, en la hacienda Santa Rosa (Xajay) que era propiedad de su padre don Vicente Sánchez de la Barquera, quien formó matrimonio con Juliana Manuela Morales Pérez de Bocanegra. Wenceslao fue educado bajo las severas costumbres de su época, creció con los sentimientos y principios inculcados desde el seno familiar, que lo marcaron para el resto de su vida. Así vivió sus primeros años, hasta que falleció su madre. Hizo sus estudios primarios y aun no llegaba a la juventud cuando su padre, afectado por la falta de su compañera, se enclaustró en el convento de la Santa Cruz de la ciudad de Querétaro, tomando el hábito religioso de San Francisco de Asís, por lo que encomendó a su hijo con unas parientas ancianas.

Ante los golpes de la adversidad Wenceslao no se arredró, más bien se hizo fuerte y, reanimado por el sufrimiento y los pesares que lo ponían a prueba, supo sobreponerse a su crítica situación y, guiado por sus propios instintos, abrazó con ardor y asiduidad el estudio. Desde su infancia fue amante de las bellas letras y las ciencias. Continuó sus estudios formales bajo el régimen e instrucción rigurosa de aquellos tiempos en el Colegio de San Javier de Querétaro, donde inició sus estudios de latinidad. Pasó luego a la Ciudad de México, donde estudió filosofía en el colegio de San Buenaventura, en Tlatelolco, y jurisprudencia en el de San Ildefonso y la Real y Pontifica Universidad de México, donde los concluyó con gran aprovechamiento, admirado y contemplado por sus adelantos.

Fue un estudiante distinguido que lució en las cátedras de ciencias y literatura, así como en el dominio de varios idiomas que cursó en lo particular, como igualmente en su empeñosa dedicación a la medicina, la botánica y la agronomía, a que era muy afecto. El Colegio de San Ildefonso siempre vio con atención a Wenceslao y desde 1805 empezó a publicar artículos en el Diario Literario de México, que comenzó a dar publicidad a sus producciones literarias que se leían con atención. Firmaba con las iniciales J. M. W. B. en distintas combinaciones, con el seudónimo del Proyectista bullicioso, El Filósofo B. o sus anagramas de Juanamair Walecson Barueq, Arbueraq; y en las poesías con el de El Zagal Quebrara, hasta que las firmó con su verdadero nombre por recomendación que le hicieron los propios escritores contemporáneos y el mismo periódico.

Con motivo de la guerra entre España y Francia, que dio lugar a la invasión napoleónica en la península ibérica, Sánchez de la Barquera difundió las ideas de libertad de la Nueva España a través de sus artículos en el Diario de México. La franqueza con que exponía sus opiniones y sentimientos sobre asuntos tan delicados en aquella época y su abierta postura a favor de la lucha revolucionaria generó temor entre los miembros del Tribunal del Santo Oficio, luego de que fue denunciado por Juan López Cancelada, quien era redactor de la Gaceta de México, pero gracias a su hábil defensa salió adelante de este difícil trance. Formó, junto con nobles, letrados, propietarios, comerciantes, gobernadores de indios, eclesiásticos y militares, una sociedad secreta llamada Los Guadalupes, que tantos servicios importantes prestaron a la causa insurgente remitiendo a ésta armas y dinero, además de organizar un servicio perfecto de espionaje en favor del movimiento independentista, a tal grado que el Tribunal del Santo Oficio inició causa en su contra. Consumada la Independencia de México, los servicios prestados por este prócer sanjuanense le fueron recompensados al nombrársele Director de la Gaceta del Gobierno, periódico que dirigió desde 1821 hasta 1836.

En 1825, fue nombrado síndico primero del Ayuntamiento de la Ciudad de México y ese mismo año promovió la celebración del 16 de septiembre como fiesta nacional. En el primer festejo conmemorativo de la Independencia nacional, que tuvo lugar en la capital, pronunció la célebre Oración Patriótica donde hizo alusión al memorable Grito de Dolores, y que se hizo costumbre leer a mediodía del 16 de septiembre, para honrar la memoria de los iniciadores de la Independencia. A Sánchez de la Barquera se debe la instauración de las Fiestas Patrias en nuestro país. Al siguiente año fue electo presidente constitucional del mismo Ayuntamiento.

Al crearse el Estado de México, ocupó diversos cargos, fue senador y gobernador de esa entidad en 1832. También fue asesor del gobierno del Distrito Federal. En 1836 el gobierno federal lo nombró ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina, después se desempeñó como ministro del Tribunal Superior de Justicia hasta su muerte, ocurrida el 25 de febrero de 1840 en la Ciudad de México.

Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera y Morales, es sin duda uno de los personajes ilustres sanjuanenses más destacados, por varias razones.

El periodista, poeta, literato, político y jurista nació en San Juan del Río, Querétaro, el 21 de abril de 1779, en la hacienda Santa Rosa (Xajay) que era propiedad de su padre don Vicente Sánchez de la Barquera, quien formó matrimonio con Juliana Manuela Morales Pérez de Bocanegra. Wenceslao fue educado bajo las severas costumbres de su época, creció con los sentimientos y principios inculcados desde el seno familiar, que lo marcaron para el resto de su vida. Así vivió sus primeros años, hasta que falleció su madre. Hizo sus estudios primarios y aun no llegaba a la juventud cuando su padre, afectado por la falta de su compañera, se enclaustró en el convento de la Santa Cruz de la ciudad de Querétaro, tomando el hábito religioso de San Francisco de Asís, por lo que encomendó a su hijo con unas parientas ancianas.

Ante los golpes de la adversidad Wenceslao no se arredró, más bien se hizo fuerte y, reanimado por el sufrimiento y los pesares que lo ponían a prueba, supo sobreponerse a su crítica situación y, guiado por sus propios instintos, abrazó con ardor y asiduidad el estudio. Desde su infancia fue amante de las bellas letras y las ciencias. Continuó sus estudios formales bajo el régimen e instrucción rigurosa de aquellos tiempos en el Colegio de San Javier de Querétaro, donde inició sus estudios de latinidad. Pasó luego a la Ciudad de México, donde estudió filosofía en el colegio de San Buenaventura, en Tlatelolco, y jurisprudencia en el de San Ildefonso y la Real y Pontifica Universidad de México, donde los concluyó con gran aprovechamiento, admirado y contemplado por sus adelantos.

Fue un estudiante distinguido que lució en las cátedras de ciencias y literatura, así como en el dominio de varios idiomas que cursó en lo particular, como igualmente en su empeñosa dedicación a la medicina, la botánica y la agronomía, a que era muy afecto. El Colegio de San Ildefonso siempre vio con atención a Wenceslao y desde 1805 empezó a publicar artículos en el Diario Literario de México, que comenzó a dar publicidad a sus producciones literarias que se leían con atención. Firmaba con las iniciales J. M. W. B. en distintas combinaciones, con el seudónimo del Proyectista bullicioso, El Filósofo B. o sus anagramas de Juanamair Walecson Barueq, Arbueraq; y en las poesías con el de El Zagal Quebrara, hasta que las firmó con su verdadero nombre por recomendación que le hicieron los propios escritores contemporáneos y el mismo periódico.

Con motivo de la guerra entre España y Francia, que dio lugar a la invasión napoleónica en la península ibérica, Sánchez de la Barquera difundió las ideas de libertad de la Nueva España a través de sus artículos en el Diario de México. La franqueza con que exponía sus opiniones y sentimientos sobre asuntos tan delicados en aquella época y su abierta postura a favor de la lucha revolucionaria generó temor entre los miembros del Tribunal del Santo Oficio, luego de que fue denunciado por Juan López Cancelada, quien era redactor de la Gaceta de México, pero gracias a su hábil defensa salió adelante de este difícil trance. Formó, junto con nobles, letrados, propietarios, comerciantes, gobernadores de indios, eclesiásticos y militares, una sociedad secreta llamada Los Guadalupes, que tantos servicios importantes prestaron a la causa insurgente remitiendo a ésta armas y dinero, además de organizar un servicio perfecto de espionaje en favor del movimiento independentista, a tal grado que el Tribunal del Santo Oficio inició causa en su contra. Consumada la Independencia de México, los servicios prestados por este prócer sanjuanense le fueron recompensados al nombrársele Director de la Gaceta del Gobierno, periódico que dirigió desde 1821 hasta 1836.

En 1825, fue nombrado síndico primero del Ayuntamiento de la Ciudad de México y ese mismo año promovió la celebración del 16 de septiembre como fiesta nacional. En el primer festejo conmemorativo de la Independencia nacional, que tuvo lugar en la capital, pronunció la célebre Oración Patriótica donde hizo alusión al memorable Grito de Dolores, y que se hizo costumbre leer a mediodía del 16 de septiembre, para honrar la memoria de los iniciadores de la Independencia. A Sánchez de la Barquera se debe la instauración de las Fiestas Patrias en nuestro país. Al siguiente año fue electo presidente constitucional del mismo Ayuntamiento.

Al crearse el Estado de México, ocupó diversos cargos, fue senador y gobernador de esa entidad en 1832. También fue asesor del gobierno del Distrito Federal. En 1836 el gobierno federal lo nombró ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina, después se desempeñó como ministro del Tribunal Superior de Justicia hasta su muerte, ocurrida el 25 de febrero de 1840 en la Ciudad de México.