/ jueves 12 de abril de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. RÉQUIEM POR LOS PACTOS DE NO AGANDALLE Y ANTINEPOTISMO. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvo una génesis peculiar, nació para fundir las diferencias. La “institucionalización” de la lucha política posrevolucionaria permitió a México salir de un remolino de más de un siglo de sangrienta inestabilidad política. Luego, el partidazo funcionó como eficiente vaso comunicador con el poder público. Quien deseaba hacer política debía ingresar, permanecer y escalar en la estructura priísta. Unas veces se ganaba y otras se perdía, pero siempre se obedecía. La institucionalidad y la meritocracia se convirtieron pues en sacramentos tricolores. En ese peregrinar aparecieron reglas no escritas forjadas para garantizar que dichos sacramentos eventualmente llevarán al edén del poder. En esta ocasión nos referiremos a dos de ellas. La primera era un pacto de no agandalle, en virtud del cual habiendo llegado a gobernador, al dejar el cargo el afortunado se hacía a un lado de la política activa. Dejaba pasar a los que venían atrás, como en su momento lo habían dejado pasar a él quienes lo antecedieron. El razonamiento era simple, los gobernadores tricolores en activo o muy próximos a dejar el cargo, no debían aprovecharse de sus credenciales virreinales para acceder a posiciones partidistas o candidaturas a los órganos legislativos, sobre todo a las codiciadas pluris. Tenían que permitir el relevo generacional. Eso evitaba la tentación de algunos de seguir controlando la vida política de la entidad, destensaba el ambiente político, rotaba las posiciones y garantizaba la presencia de nuevos cuadros. Una chulada de pragmatismo político. La segunda era un pacto anti nepotismo. Si bien existió esa práctica fue con sus límites. Salvo casos de excepción en los que eran del dominio público la institucionalidad y meritocracia del pariente, no era posible que alguien obtuviera una candidatura sólo por el vínculo familiar. Y era impensable que cónyuge o hijos de un gobernador lo sucedieran en el cargo. Éramos una monarquía sexenal pero no familiar.

SEGUNDO ACTO. CASTRACIÓN POLÍTICA. Pues bien, ambos pactos se violaron desde hace aproximadamente tres lustros y su efecto trascendió al PRI. Hoy compiten por gubernaturas tanto esposas como hijos - hasta hijastros como en Morelos - y es común la aparición en las listas de candidatos a cargos congresionales de exgobernadores y de los hijos y demás parentela de los santones partidarios. Para decirlo más claramente, los partidos - porque esto no sólo ocurre en el PRI - vienen sufriendo una metamorfosis de su calidad de conectores sociales con el poder, que es el papel que les asigna la Constitución, a clanes, cárteles o cofradías familiares encabezados por quienes ya ostentaron el poder en una entidad y se niegan a perder lo que estiman erróneamente “su patrimonio político”. Olvidan pues que su popularidad y presencia política obedecen a que durante 6 años fueron el centro de atención dado su cargo y los generalmente absurdos y ofensivos gastos en autopromoción en que incurrieron con los dineros públicos. ¡Ternuras creen que es por ellos y que la gente los extraña! Lo único que se logró al quitarle los candados morales a la ambición de los ex mandatarios fue aniquilar al PRI al impedirle renovarse. Para que entiendan algunos, digamos que lo castraron… políticamente hablando.

TERCER ACTO. ESPOSAS EN CAMPAÑAS Y GOBIERNOS. En este sentido, otro asunto interesante es la participación o explotación, llámele como quiera, de la persona del cónyuge en las campañas y luego su papel en los gobiernos. Es frecuente ver a los candidatos a la presidencia o a las gubernaturas haciendo campaña en tándem con la esposa. Incluso, las señoras asumen un papel activo y hasta relevante en la publicidad del marido candidato. Como es el caso de Juana Cuevas y Beatriz Gutiérrez Muller, esposas de José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente. Por otro lado, hay quienes prefieren un perfil más discreto como Carolina Martínez, quien está casada con Ricardo Anaya. Los tendidos están divididos, hay quienes ven con buenos ojos y celebran el involucramiento de la esposa, mientras otros sostienen que nuestro régimen no es una monarquía y que las señoras deberían mantenerse totalmente al margen. Luego, en los gobiernos también se han presentado estos claroscuros. Cecilia Occelli y Nilda Patricia Velasco, las primeras damas con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, respectivamente, fueron más reservadas. Mientras que Martha Sahagún jugó un papel influyente y relevante tanto en la campaña como en la administración de Vicente Fox. De la hoy candidata independiente Margarita Zavala dicen que, no obstante parecer ajena, tuvo una enorme influencia en las decisiones políticas de Felipe Calderón. El punto es que esta presencia en lo electoral no tiene fundamento legal e implica una laguna que no se ha querido llenar.

TRAS BAMBALINAS. DIVAS CAPRICHOSAS. La sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral que resolvió en forma definitiva e inatacable la inclusión de Jaime Rodríguez Calderón, alias “El Bronco”, en la boleta presidencial, exhibe nuestra debilidad institucional en materia electoral. No obstante el dineral que se ha ¿invertido? en aras de lograr que los resultados electorales convenzan a la ciudadanía y legitimen a los ganadores, vemos: por un lado, a un Tribunal que resuelve en forma inoportuna, ya con las campañas en marcha, e incierta, acudiendo al cómodo argumento de fallas en el debido proceso por violación a la garantía de audiencia, que se ha convertido en el “as bajo la manga” de los juzgadores que no quieren juzgar. Y, por el otro lado, tenemos un Consejo General del INE compuesto por divas caprichosas, cuyos criterios estiman perfectos no obstante sus frecuentes bandazos, quienes además se dan el lujo de públicamente opinar y discordar con las resoluciones del Tribunal, abonando al de por sí enrarecido ambiente político. Con estos antecedentes, hacemos votos e imploramos para que ninguna elección termine resolviéndose fuera de las urnas.

PÚBLICO CONOCEDOR. PURAS PENDE… Desde la niña bien hasta el chavo chaka, vemos que en esta elección lo que llama la atención del ciudadano común son las banalidades, por llamarles de un modo decente.


Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com


PRIMER ACTO. RÉQUIEM POR LOS PACTOS DE NO AGANDALLE Y ANTINEPOTISMO. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvo una génesis peculiar, nació para fundir las diferencias. La “institucionalización” de la lucha política posrevolucionaria permitió a México salir de un remolino de más de un siglo de sangrienta inestabilidad política. Luego, el partidazo funcionó como eficiente vaso comunicador con el poder público. Quien deseaba hacer política debía ingresar, permanecer y escalar en la estructura priísta. Unas veces se ganaba y otras se perdía, pero siempre se obedecía. La institucionalidad y la meritocracia se convirtieron pues en sacramentos tricolores. En ese peregrinar aparecieron reglas no escritas forjadas para garantizar que dichos sacramentos eventualmente llevarán al edén del poder. En esta ocasión nos referiremos a dos de ellas. La primera era un pacto de no agandalle, en virtud del cual habiendo llegado a gobernador, al dejar el cargo el afortunado se hacía a un lado de la política activa. Dejaba pasar a los que venían atrás, como en su momento lo habían dejado pasar a él quienes lo antecedieron. El razonamiento era simple, los gobernadores tricolores en activo o muy próximos a dejar el cargo, no debían aprovecharse de sus credenciales virreinales para acceder a posiciones partidistas o candidaturas a los órganos legislativos, sobre todo a las codiciadas pluris. Tenían que permitir el relevo generacional. Eso evitaba la tentación de algunos de seguir controlando la vida política de la entidad, destensaba el ambiente político, rotaba las posiciones y garantizaba la presencia de nuevos cuadros. Una chulada de pragmatismo político. La segunda era un pacto anti nepotismo. Si bien existió esa práctica fue con sus límites. Salvo casos de excepción en los que eran del dominio público la institucionalidad y meritocracia del pariente, no era posible que alguien obtuviera una candidatura sólo por el vínculo familiar. Y era impensable que cónyuge o hijos de un gobernador lo sucedieran en el cargo. Éramos una monarquía sexenal pero no familiar.

SEGUNDO ACTO. CASTRACIÓN POLÍTICA. Pues bien, ambos pactos se violaron desde hace aproximadamente tres lustros y su efecto trascendió al PRI. Hoy compiten por gubernaturas tanto esposas como hijos - hasta hijastros como en Morelos - y es común la aparición en las listas de candidatos a cargos congresionales de exgobernadores y de los hijos y demás parentela de los santones partidarios. Para decirlo más claramente, los partidos - porque esto no sólo ocurre en el PRI - vienen sufriendo una metamorfosis de su calidad de conectores sociales con el poder, que es el papel que les asigna la Constitución, a clanes, cárteles o cofradías familiares encabezados por quienes ya ostentaron el poder en una entidad y se niegan a perder lo que estiman erróneamente “su patrimonio político”. Olvidan pues que su popularidad y presencia política obedecen a que durante 6 años fueron el centro de atención dado su cargo y los generalmente absurdos y ofensivos gastos en autopromoción en que incurrieron con los dineros públicos. ¡Ternuras creen que es por ellos y que la gente los extraña! Lo único que se logró al quitarle los candados morales a la ambición de los ex mandatarios fue aniquilar al PRI al impedirle renovarse. Para que entiendan algunos, digamos que lo castraron… políticamente hablando.

TERCER ACTO. ESPOSAS EN CAMPAÑAS Y GOBIERNOS. En este sentido, otro asunto interesante es la participación o explotación, llámele como quiera, de la persona del cónyuge en las campañas y luego su papel en los gobiernos. Es frecuente ver a los candidatos a la presidencia o a las gubernaturas haciendo campaña en tándem con la esposa. Incluso, las señoras asumen un papel activo y hasta relevante en la publicidad del marido candidato. Como es el caso de Juana Cuevas y Beatriz Gutiérrez Muller, esposas de José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente. Por otro lado, hay quienes prefieren un perfil más discreto como Carolina Martínez, quien está casada con Ricardo Anaya. Los tendidos están divididos, hay quienes ven con buenos ojos y celebran el involucramiento de la esposa, mientras otros sostienen que nuestro régimen no es una monarquía y que las señoras deberían mantenerse totalmente al margen. Luego, en los gobiernos también se han presentado estos claroscuros. Cecilia Occelli y Nilda Patricia Velasco, las primeras damas con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, respectivamente, fueron más reservadas. Mientras que Martha Sahagún jugó un papel influyente y relevante tanto en la campaña como en la administración de Vicente Fox. De la hoy candidata independiente Margarita Zavala dicen que, no obstante parecer ajena, tuvo una enorme influencia en las decisiones políticas de Felipe Calderón. El punto es que esta presencia en lo electoral no tiene fundamento legal e implica una laguna que no se ha querido llenar.

TRAS BAMBALINAS. DIVAS CAPRICHOSAS. La sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral que resolvió en forma definitiva e inatacable la inclusión de Jaime Rodríguez Calderón, alias “El Bronco”, en la boleta presidencial, exhibe nuestra debilidad institucional en materia electoral. No obstante el dineral que se ha ¿invertido? en aras de lograr que los resultados electorales convenzan a la ciudadanía y legitimen a los ganadores, vemos: por un lado, a un Tribunal que resuelve en forma inoportuna, ya con las campañas en marcha, e incierta, acudiendo al cómodo argumento de fallas en el debido proceso por violación a la garantía de audiencia, que se ha convertido en el “as bajo la manga” de los juzgadores que no quieren juzgar. Y, por el otro lado, tenemos un Consejo General del INE compuesto por divas caprichosas, cuyos criterios estiman perfectos no obstante sus frecuentes bandazos, quienes además se dan el lujo de públicamente opinar y discordar con las resoluciones del Tribunal, abonando al de por sí enrarecido ambiente político. Con estos antecedentes, hacemos votos e imploramos para que ninguna elección termine resolviéndose fuera de las urnas.

PÚBLICO CONOCEDOR. PURAS PENDE… Desde la niña bien hasta el chavo chaka, vemos que en esta elección lo que llama la atención del ciudadano común son las banalidades, por llamarles de un modo decente.


Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com