/ jueves 19 de abril de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. VOLADOS. Para algunos gurús de la “encuestología” las constantes en los resultados que arrojan la mayoría de los ejercicios de medición de las preferencias electorales ya constituyen una tendencia. Esto significa que, con la salvedad de que toda elección es incierta hasta su conclusión, en términos probabilísticos resulta sumamente difícil que se modifiquen los números. Y para explicarlo en forma por demás sencilla, acudiremos al ejemplo de los volados. Para llegar a Los Pinos, el candidato Andrés Manuel López Obrador tiene 3 oportunidades para ganar un volado; Ricardo Anaya tendría que ganar 2 volados seguidos; y, José Antonio Meade necesitaría atinarle a 10 volados en forma consecutiva. En estas condiciones, atendiendo a los resultados y particularmente al estático comportamiento de las preferencias durante más de 100 días, así como a que solamente restan 72 días para la jornada electoral, es previsible el triunfo de AMLO en las urnas.

SEGUNDO ACTO. TRAUMÁTICO VS TRASCENDENTE. En este contexto, ¿es bueno o malo que gane López Obrador? En nuestra modesta opinión, de ser pues será un acontecimiento más traumático que trascendente. Nos explicamos. Durante doce años se ha santificado o satanizado al tabasqueño. El maniqueísmo con el que la sociedad mexicana aprecia a AMLO es un fenómeno digno de estudio. Y que en cierta forma refleja el abismo social que prevalece en México. Pero no creemos que sea ni una panacea ni tampoco el apocalipsis. Lo que sí ha capitalizado es posicionarse como el candidato antisistémico en un momento en que el régimen gobernante adolece del más elemental soporte popular. Y eso le brinda una empatía casi natural con un importante sector de un electorado asqueado de la corrupción y frivolidad que han reinado en este sexenio. Pero la simpatía hacia López Obrador no deviene de un reconocimiento a su capacidad, méritos o experiencia. Digamos que va en función de una combinación entre el sentimiento de venganza contra quienes han saqueado al país y el reconocimiento a que es honesto o, al menos, mucho menos corrupto que lo que son y/o representan las otras opciones. Esto significa que en el fondo del asunto es la corrupción, vista desde un extremo u otro, la razón de los motivos del voto esta elección. Salvo sus fans, que no son la mayoría de los que votarán por él, sus simpatizantes están conscientes de que su llegada al poder no es la varita mágica que resolverá, como lo promete, la añeja, enquistada, abultada y compleja problemática nacional.

TERCER ACTO. ¿HECATOMBE? Por otro lado, están aquellos para quienes un triunfo del personaje de Macuspana sería equiparable a una hecatombe. El dólar al cielo, el TLC al caño, la inversión a su rancho, el desempleo, la deuda, la carestía, la violencia, la crisis y la perpetración en el poder. Y francamente no pensamos que sean ni una ni otra. Lamentablemente la solución de las diversas crisis nacionales como son la de la inseguridad, impunidad, corrupción, inoperancia, económica y hasta social, no van a encontrar cauce de solución por la llegada de tal o cual persona a la Presidencia de la República. Ese sueño guajiro nos viene desde los aztecas que se quedaron esperando a que Quetzalcóatl los salvara. En política no hay mesías. Hay quienes se creen pero nadie lo es. Como tampoco uno puede destruir los sueños de todos como dice la publicidad de uno de los candidatos. Nuestro sistema está colapsado y la mera alternancia o continuidad no lo van a reanimar. Se requiere de una labor plural de tejido político tan fino que se debe empezar por la voluntad y esa es, precisamente, la que ninguno de los candidatos muestra, incluyendo al que se perfila para ganar. Así que el show del desgreñe seguirá. De lo electoral a lo cotidiano y hasta los siguientes procesos. Meade es el mejor perfil pero representa a lo más repudiado; AMLO tiene pésimas credenciales pero encarna el desquite e ilusión de la aparente mayoría; y Anaya está a la mitad entre los dos, inteligente y maquiavélico pero se quedó tibio, no es ni carne ni pescado. No logró despojarse del todo de su aura sistémica.

TRAS BAMBALINAS. AZAFATA. Dicen que Volaris está valorando demandar a una candidata tricolor con apellido de famosa standupera, porque a sus espectaculares de campaña solo les falta la promoción “Huatulco viaje redondo”. El asunto es que la tipografía, el diseño y hasta la pañoleta son prácticamente idénticos a los que utiliza la línea aérea en su publicidad. De ahí que ya le digan la azafata. Y pues como dice un clásico: unos genios los publicistas de la candidata.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. VOLADOS. Para algunos gurús de la “encuestología” las constantes en los resultados que arrojan la mayoría de los ejercicios de medición de las preferencias electorales ya constituyen una tendencia. Esto significa que, con la salvedad de que toda elección es incierta hasta su conclusión, en términos probabilísticos resulta sumamente difícil que se modifiquen los números. Y para explicarlo en forma por demás sencilla, acudiremos al ejemplo de los volados. Para llegar a Los Pinos, el candidato Andrés Manuel López Obrador tiene 3 oportunidades para ganar un volado; Ricardo Anaya tendría que ganar 2 volados seguidos; y, José Antonio Meade necesitaría atinarle a 10 volados en forma consecutiva. En estas condiciones, atendiendo a los resultados y particularmente al estático comportamiento de las preferencias durante más de 100 días, así como a que solamente restan 72 días para la jornada electoral, es previsible el triunfo de AMLO en las urnas.

SEGUNDO ACTO. TRAUMÁTICO VS TRASCENDENTE. En este contexto, ¿es bueno o malo que gane López Obrador? En nuestra modesta opinión, de ser pues será un acontecimiento más traumático que trascendente. Nos explicamos. Durante doce años se ha santificado o satanizado al tabasqueño. El maniqueísmo con el que la sociedad mexicana aprecia a AMLO es un fenómeno digno de estudio. Y que en cierta forma refleja el abismo social que prevalece en México. Pero no creemos que sea ni una panacea ni tampoco el apocalipsis. Lo que sí ha capitalizado es posicionarse como el candidato antisistémico en un momento en que el régimen gobernante adolece del más elemental soporte popular. Y eso le brinda una empatía casi natural con un importante sector de un electorado asqueado de la corrupción y frivolidad que han reinado en este sexenio. Pero la simpatía hacia López Obrador no deviene de un reconocimiento a su capacidad, méritos o experiencia. Digamos que va en función de una combinación entre el sentimiento de venganza contra quienes han saqueado al país y el reconocimiento a que es honesto o, al menos, mucho menos corrupto que lo que son y/o representan las otras opciones. Esto significa que en el fondo del asunto es la corrupción, vista desde un extremo u otro, la razón de los motivos del voto esta elección. Salvo sus fans, que no son la mayoría de los que votarán por él, sus simpatizantes están conscientes de que su llegada al poder no es la varita mágica que resolverá, como lo promete, la añeja, enquistada, abultada y compleja problemática nacional.

TERCER ACTO. ¿HECATOMBE? Por otro lado, están aquellos para quienes un triunfo del personaje de Macuspana sería equiparable a una hecatombe. El dólar al cielo, el TLC al caño, la inversión a su rancho, el desempleo, la deuda, la carestía, la violencia, la crisis y la perpetración en el poder. Y francamente no pensamos que sean ni una ni otra. Lamentablemente la solución de las diversas crisis nacionales como son la de la inseguridad, impunidad, corrupción, inoperancia, económica y hasta social, no van a encontrar cauce de solución por la llegada de tal o cual persona a la Presidencia de la República. Ese sueño guajiro nos viene desde los aztecas que se quedaron esperando a que Quetzalcóatl los salvara. En política no hay mesías. Hay quienes se creen pero nadie lo es. Como tampoco uno puede destruir los sueños de todos como dice la publicidad de uno de los candidatos. Nuestro sistema está colapsado y la mera alternancia o continuidad no lo van a reanimar. Se requiere de una labor plural de tejido político tan fino que se debe empezar por la voluntad y esa es, precisamente, la que ninguno de los candidatos muestra, incluyendo al que se perfila para ganar. Así que el show del desgreñe seguirá. De lo electoral a lo cotidiano y hasta los siguientes procesos. Meade es el mejor perfil pero representa a lo más repudiado; AMLO tiene pésimas credenciales pero encarna el desquite e ilusión de la aparente mayoría; y Anaya está a la mitad entre los dos, inteligente y maquiavélico pero se quedó tibio, no es ni carne ni pescado. No logró despojarse del todo de su aura sistémica.

TRAS BAMBALINAS. AZAFATA. Dicen que Volaris está valorando demandar a una candidata tricolor con apellido de famosa standupera, porque a sus espectaculares de campaña solo les falta la promoción “Huatulco viaje redondo”. El asunto es que la tipografía, el diseño y hasta la pañoleta son prácticamente idénticos a los que utiliza la línea aérea en su publicidad. De ahí que ya le digan la azafata. Y pues como dice un clásico: unos genios los publicistas de la candidata.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com