/ viernes 22 de junio de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. RECONCILIACIÓN. El sorpresivo triunfo de la selección nacional sobre el equipo alemán en su debut mundialista fue una bocanada de aire fresco para la sociedad mexicana. En los momentos más álgidos de un proceso electoral que se ha caracterizado por la intensidad de la confrontación y las divisiones que ha provocado, el pasado domingo un partido de futbol fue motivo de orgullo y unidad nacional. Por unas horas se olvidaron las muchas veces absurdas diferencias y los mexicanos sufrimos, nos emocionamos y festejamos en comunión. El histórico resultado tuvo pues un efecto unificador. Y dicha reconciliación si bien efímera es, sin duda, motivo de esperanza. No obstante, del otro lado de la moneda, está la vergonzosa actitud de los mexicanos en Rusia. Escándalos, excesos y abusos han marcado a la folclórica e irreverente afición mexicana. La conclusión de esto es que somos un pueblo de malcriados. En Rusia hay mexicanos de todas partes, inclusive que radican en el extranjero, y de distintas profesiones y posiciones sociales, esto significa, lamentablemente, que nuestra mala conducta es una cuestión generalizada. Admiración y envidia da ver el video de los aficionados japoneses recogiendo la basura en el estadio al final del partido de su selección. Que cerca nos sentimos pero que lejos estamos de esa metamorfosis cultural, que nos va a permitir aspirar a una verdadera transformación social. Por lo pronto, a ver cómo se viene la multa por nuestra incapacidad para no repetir la gracejada del grito homofóbico.

SEGUNDO ACTO. NUEVO HORIZONTE COMERCIAL. Los vertiginosos cambios en las relaciones económicas y políticas internacionales exigen a los pueblos de América Latina determinar el lugar que habrán de ocupar conjuntamente en el continente y en un mundo creciente e inevitablemente interdependiente. Es un hecho que, de cara a la realidad globalizada, la integración regional constituye más que un desafío una necesidad. Actualmente la estructura comercial del mundo se divide en tres grandes regiones o bloques comerciales: Asia, Europa y las Américas. Sin embargo, en el caso de nuestro continente dicha percepción se ha reducido al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En el 2000 tuvo lugar en Quebec, Canadá, la III Cumbre de las Américas. En aquellos días se planteó la propuesta de un área de libre comercio en todo el continente que contemplaría entonces a 800 millones de potenciales consumidores. En dicho cónclave estuvieron presentes 34 jefes de Estado y Gobierno, pero al final resultó un fiasco por la evidente intención de los vecinos del norte de reventar cualquier acuerdo. A partir de entonces mermaron los esfuerzos por construir una zona de libre comercio de las Américas, y en estos últimos lustros magros fueron los avances en este sentido. Hoy que el TLCAN está en fase terminal, nos damos golpes de pecho por no habernos esforzado más para lograr dicha integración. Nos confiamos y pusimos todos los huevos en la misma canasta.

TERCER ACTO. CEREZA DEL PASTEL. Todo indica que la impunidad prevaleciente en México tendrá su “cereza del pastel” al finalizar el proceso electoral. Es muy probable que la andanada de acusaciones y denuncias que se han cruzado los candidatos, muchas de ellas enderezadas formalmente ante los órganos de procuración de justicia, simplemente se desvanezcan. Los perdedores difícilmente querrán y podrán seguir patrocinándolas, mientras que el vencedor aplicará la famosa “operación cicatriz” ordenando se les de carpetazo. Esto solamente confirmará dos cosas: que somos altamente corruptos y groseramente impunes.

TRAS BAMBALINAS. 5 AÑOS CON 10 MESES. Como apuntábamos hace un par de colaboraciones, en virtud de la reforma constitucional del 2014 quien gane la ya muy próxima elección presidencial no gobernará 6 años sino 5 años con 10 meses, por lo que será el primer titular del Ejecutivo de la era moderna que no completará 6 años. Cabe recordar que el primer presidente de la República del México contemporáneo que duró 6 años fue el General Lázaro Cárdenas (1934-1940), luego lo sucedieron en ese orden: Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, es decir, un total de 14 mandatarios entre 1934 y 2018.


PRIMER ACTO. RECONCILIACIÓN. El sorpresivo triunfo de la selección nacional sobre el equipo alemán en su debut mundialista fue una bocanada de aire fresco para la sociedad mexicana. En los momentos más álgidos de un proceso electoral que se ha caracterizado por la intensidad de la confrontación y las divisiones que ha provocado, el pasado domingo un partido de futbol fue motivo de orgullo y unidad nacional. Por unas horas se olvidaron las muchas veces absurdas diferencias y los mexicanos sufrimos, nos emocionamos y festejamos en comunión. El histórico resultado tuvo pues un efecto unificador. Y dicha reconciliación si bien efímera es, sin duda, motivo de esperanza. No obstante, del otro lado de la moneda, está la vergonzosa actitud de los mexicanos en Rusia. Escándalos, excesos y abusos han marcado a la folclórica e irreverente afición mexicana. La conclusión de esto es que somos un pueblo de malcriados. En Rusia hay mexicanos de todas partes, inclusive que radican en el extranjero, y de distintas profesiones y posiciones sociales, esto significa, lamentablemente, que nuestra mala conducta es una cuestión generalizada. Admiración y envidia da ver el video de los aficionados japoneses recogiendo la basura en el estadio al final del partido de su selección. Que cerca nos sentimos pero que lejos estamos de esa metamorfosis cultural, que nos va a permitir aspirar a una verdadera transformación social. Por lo pronto, a ver cómo se viene la multa por nuestra incapacidad para no repetir la gracejada del grito homofóbico.

SEGUNDO ACTO. NUEVO HORIZONTE COMERCIAL. Los vertiginosos cambios en las relaciones económicas y políticas internacionales exigen a los pueblos de América Latina determinar el lugar que habrán de ocupar conjuntamente en el continente y en un mundo creciente e inevitablemente interdependiente. Es un hecho que, de cara a la realidad globalizada, la integración regional constituye más que un desafío una necesidad. Actualmente la estructura comercial del mundo se divide en tres grandes regiones o bloques comerciales: Asia, Europa y las Américas. Sin embargo, en el caso de nuestro continente dicha percepción se ha reducido al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En el 2000 tuvo lugar en Quebec, Canadá, la III Cumbre de las Américas. En aquellos días se planteó la propuesta de un área de libre comercio en todo el continente que contemplaría entonces a 800 millones de potenciales consumidores. En dicho cónclave estuvieron presentes 34 jefes de Estado y Gobierno, pero al final resultó un fiasco por la evidente intención de los vecinos del norte de reventar cualquier acuerdo. A partir de entonces mermaron los esfuerzos por construir una zona de libre comercio de las Américas, y en estos últimos lustros magros fueron los avances en este sentido. Hoy que el TLCAN está en fase terminal, nos damos golpes de pecho por no habernos esforzado más para lograr dicha integración. Nos confiamos y pusimos todos los huevos en la misma canasta.

TERCER ACTO. CEREZA DEL PASTEL. Todo indica que la impunidad prevaleciente en México tendrá su “cereza del pastel” al finalizar el proceso electoral. Es muy probable que la andanada de acusaciones y denuncias que se han cruzado los candidatos, muchas de ellas enderezadas formalmente ante los órganos de procuración de justicia, simplemente se desvanezcan. Los perdedores difícilmente querrán y podrán seguir patrocinándolas, mientras que el vencedor aplicará la famosa “operación cicatriz” ordenando se les de carpetazo. Esto solamente confirmará dos cosas: que somos altamente corruptos y groseramente impunes.

TRAS BAMBALINAS. 5 AÑOS CON 10 MESES. Como apuntábamos hace un par de colaboraciones, en virtud de la reforma constitucional del 2014 quien gane la ya muy próxima elección presidencial no gobernará 6 años sino 5 años con 10 meses, por lo que será el primer titular del Ejecutivo de la era moderna que no completará 6 años. Cabe recordar que el primer presidente de la República del México contemporáneo que duró 6 años fue el General Lázaro Cárdenas (1934-1940), luego lo sucedieron en ese orden: Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán, Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, es decir, un total de 14 mandatarios entre 1934 y 2018.