/ jueves 5 de julio de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. REIVINDICACIÓN DE LA DEMOSCOPÍA NACIONAL. Nadie creía en las encuestas. Además de su rentable vendimia y utilización electorera, las pifias demoscópicas exhibidas en los anteriores procesos habían puesto en tela de juicio la honorabilidad de estos ejercicios estadísticos. Las críticas fueron incesantes. Estos estudios se tomaban con muchas reservas. Sin embrago, este 2018 parece que la demoscopía nacional se reivindicó. En primer término, prácticamente todos los ejercicios dieron como ganador a Andrés Manuel López Obrador. Y la mayoría de ellos a Ricardo Anaya Cortés como segundo lugar. De hecho, hubo algunos muy precisos. Y vale la pena honrar a aquellas casas encuestadoras que acertaron. Por ello, vamos a ver cuáles fueron los más acertados, considerando que los resultados oficiales redondeados de la elección presidencial son los siguientes: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) 53%; Ricardo Anaya Cortés (RAC) 22%; y, José Antonio Meade Kuribreña (JAM) 17%. Así tenemos que un ejercicio de Parametria publicitado el 25 de junio concedió: AMLO 53%, RAC 22% y JAM 18%. Enkoll el 22 de junio pronosticó AMLO 52%, RAC 22% y JAM 19%. Una encuesta de Berumen y Asociados del 6 de junio dio AMLO 53%, RAC 27% y JAM 17%. El Financiero el 23 de junio publicaba AMLO 54%, RAC 21% y JAM 22%. Estas dos últimas muy precisas con relación al triunfador, pero erraron respecto de los números de alguno de los otros candidatos. Igual que la de Reforma del 27 de mayo que daba AMLO 52%, RAC 26% y JAM 19%. Felicitaciones a aquellas empresas cuyos ejercicios de medición exhibieron una verdadera fotografía del momento que fue, finalmente, una muy próxima a la de la jornada.

SEGUNDO ACTO. BIPOLARES. Somos un país electoralmente bipolar. Luego de un proceso marcado por la confrontación, las campañas negras y la lamentable violencia política, se esperaba una jornada electoral cuando menos complicada y se anticipaba un intenso periodo postelectoral. Sin embargo, después de comportarse como niños malcriados durante las campañas, afortunadamente los candidatos mostraron su mejor cara precisamente el día de la elección. Quizá fue la contundencia del triunfo en las urnas de AMLO, pero siempre positivo que a temprana hora los tres candidatos derrotados salieran a los medios a reconocer su derrota y a desear suerte al vencedor, avalando con ello el proceso y enviando señales de tranquilidad a sociedad y mercados. También celebramos la actitud mesurada de Andrés Manuel López Obrador, quien en sus mensajes en el hotel Hilton y posteriormente en un abarrotado Zócalo de la CDMX se mostró sereno. Nos parece que hubo humildad en la victoria y dignidad en la derrota. Los verdaderos demócratas se curten en las derrotas electorales. Esperemos que esa madurez eventualmente logre trascender a la tierra sin ley de las campañas políticas. Nos urgen procesos menos confrontados. Al final los actores políticos ocuparan sus espacios y se acomodarán en el tablero de la política nacional; pero, lamentablemente, muchos ciudadanos de todos los bandos, aún obnubilados e incapaces de superar la sicosis electorera, siguen mostrando su frustrada o soberbia intolerancia, ya sea que estén de lado de los perdedores o ganadores, respectivamente. Ojalá le bajaran dos rayitas a su intensidad y dejaran de agredir y agraviar en redes sociales, tratando de ignorantes a quienes piensan diferente, sin darse cuenta que creerse dueños de la verdad exhibe, curiosamente, la mayor de las ignorancias.

TERCER ACTO. LECCIONES. Toda sociedad culta desde el punto de vista cívico y político entiende que la vida democrática es un ejercicio siempre perfectible. Que un sistema verdaderamente plural se construye sobre los cimientos de la experiencia que se va adquiriendo elección tras elección. Y es justamente cuando el marco normativo electoral aterriza en la compleja realidad de las precampañas, intercampañas y campañas políticas y del sufragio mismo, que se presenta el momento apropiado para evaluar la efectividad de dichas disposiciones a la luz de las circunstancias concretas - políticas, sociales, económicas y culturales - que se están viviendo en el país. Las leyes electorales deben pasar la prueba de las elecciones y, como consecuencia de ellas, deben modificarse adaptándose a las necesidades de estos ejercicios reales. En otras palabras, nuestro sistema normativo en materia político-electoral debe adecuarse a las exigencias fácticas que arroje cada proceso electoral. Y es que no existen fórmulas o recetas infalibles que garanticen desde el texto de las leyes la efectiva realización de comicios auténticamente imparciales y equitativos. De ahí que el trabajo de análisis que efectúan los comunicadores así como expertos en diversos aspectos que tienen que ver con una elección, resulte fundamental para lograr apreciar aquellas cuestiones que en el mundo de los hechos, muchas veces no se presentan de la manera esperada desde la perspectiva eminentemente legal.

TRAS BAMBALINAS. TREMENDO. Los resultados electorales arrojaron sorpresa. Era previsible la debacle electoral del PRI, pero no al grado de ganar únicamente 15 de los 300 distritos federales. Se echan la culpa entre tecnócratas y dinos, y siguen siendo incapaces de ver que se trata de una responsabilidad compartida. La diferencia quizá sea que la de los primeros es por acción y la de los segundos por omisión. Lo curioso es que los que se apuntan para rescatar el barco son los mismos que le hicieron los boquetes. Por su parte, el PAN jamás se imaginó que Ricardo Anaya (22.5%) tuviera un porcentaje de votos menor a los obtenidos por Diego Fernández de Cevallos (26%), Vicente Fox (42.5%), Felipe Calderón (35.9%) y Josefina Vázquez Mota (25.6%). Hace 6 años casi linchan a Josefina por su casi 26%. Increíblemente Anaya, con su 22% y cargando a cuestas una coalición que le costó muchos espacios políticos a Acción Nacional, apuesta a ser el refundador del desastre que causó.

PÚBLICO CONOCEDOR. EN POLÍTICA LAS AUSENCIAS SON BUENAS. Muchos deberán entender a la mala la máxima que el escritor austríaco Stefan Zweig refiere en su libro biográfico sobre la vida del polémico político francés Joseph Fouché: “en política las ausencias son buenas”.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. REIVINDICACIÓN DE LA DEMOSCOPÍA NACIONAL. Nadie creía en las encuestas. Además de su rentable vendimia y utilización electorera, las pifias demoscópicas exhibidas en los anteriores procesos habían puesto en tela de juicio la honorabilidad de estos ejercicios estadísticos. Las críticas fueron incesantes. Estos estudios se tomaban con muchas reservas. Sin embrago, este 2018 parece que la demoscopía nacional se reivindicó. En primer término, prácticamente todos los ejercicios dieron como ganador a Andrés Manuel López Obrador. Y la mayoría de ellos a Ricardo Anaya Cortés como segundo lugar. De hecho, hubo algunos muy precisos. Y vale la pena honrar a aquellas casas encuestadoras que acertaron. Por ello, vamos a ver cuáles fueron los más acertados, considerando que los resultados oficiales redondeados de la elección presidencial son los siguientes: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) 53%; Ricardo Anaya Cortés (RAC) 22%; y, José Antonio Meade Kuribreña (JAM) 17%. Así tenemos que un ejercicio de Parametria publicitado el 25 de junio concedió: AMLO 53%, RAC 22% y JAM 18%. Enkoll el 22 de junio pronosticó AMLO 52%, RAC 22% y JAM 19%. Una encuesta de Berumen y Asociados del 6 de junio dio AMLO 53%, RAC 27% y JAM 17%. El Financiero el 23 de junio publicaba AMLO 54%, RAC 21% y JAM 22%. Estas dos últimas muy precisas con relación al triunfador, pero erraron respecto de los números de alguno de los otros candidatos. Igual que la de Reforma del 27 de mayo que daba AMLO 52%, RAC 26% y JAM 19%. Felicitaciones a aquellas empresas cuyos ejercicios de medición exhibieron una verdadera fotografía del momento que fue, finalmente, una muy próxima a la de la jornada.

SEGUNDO ACTO. BIPOLARES. Somos un país electoralmente bipolar. Luego de un proceso marcado por la confrontación, las campañas negras y la lamentable violencia política, se esperaba una jornada electoral cuando menos complicada y se anticipaba un intenso periodo postelectoral. Sin embargo, después de comportarse como niños malcriados durante las campañas, afortunadamente los candidatos mostraron su mejor cara precisamente el día de la elección. Quizá fue la contundencia del triunfo en las urnas de AMLO, pero siempre positivo que a temprana hora los tres candidatos derrotados salieran a los medios a reconocer su derrota y a desear suerte al vencedor, avalando con ello el proceso y enviando señales de tranquilidad a sociedad y mercados. También celebramos la actitud mesurada de Andrés Manuel López Obrador, quien en sus mensajes en el hotel Hilton y posteriormente en un abarrotado Zócalo de la CDMX se mostró sereno. Nos parece que hubo humildad en la victoria y dignidad en la derrota. Los verdaderos demócratas se curten en las derrotas electorales. Esperemos que esa madurez eventualmente logre trascender a la tierra sin ley de las campañas políticas. Nos urgen procesos menos confrontados. Al final los actores políticos ocuparan sus espacios y se acomodarán en el tablero de la política nacional; pero, lamentablemente, muchos ciudadanos de todos los bandos, aún obnubilados e incapaces de superar la sicosis electorera, siguen mostrando su frustrada o soberbia intolerancia, ya sea que estén de lado de los perdedores o ganadores, respectivamente. Ojalá le bajaran dos rayitas a su intensidad y dejaran de agredir y agraviar en redes sociales, tratando de ignorantes a quienes piensan diferente, sin darse cuenta que creerse dueños de la verdad exhibe, curiosamente, la mayor de las ignorancias.

TERCER ACTO. LECCIONES. Toda sociedad culta desde el punto de vista cívico y político entiende que la vida democrática es un ejercicio siempre perfectible. Que un sistema verdaderamente plural se construye sobre los cimientos de la experiencia que se va adquiriendo elección tras elección. Y es justamente cuando el marco normativo electoral aterriza en la compleja realidad de las precampañas, intercampañas y campañas políticas y del sufragio mismo, que se presenta el momento apropiado para evaluar la efectividad de dichas disposiciones a la luz de las circunstancias concretas - políticas, sociales, económicas y culturales - que se están viviendo en el país. Las leyes electorales deben pasar la prueba de las elecciones y, como consecuencia de ellas, deben modificarse adaptándose a las necesidades de estos ejercicios reales. En otras palabras, nuestro sistema normativo en materia político-electoral debe adecuarse a las exigencias fácticas que arroje cada proceso electoral. Y es que no existen fórmulas o recetas infalibles que garanticen desde el texto de las leyes la efectiva realización de comicios auténticamente imparciales y equitativos. De ahí que el trabajo de análisis que efectúan los comunicadores así como expertos en diversos aspectos que tienen que ver con una elección, resulte fundamental para lograr apreciar aquellas cuestiones que en el mundo de los hechos, muchas veces no se presentan de la manera esperada desde la perspectiva eminentemente legal.

TRAS BAMBALINAS. TREMENDO. Los resultados electorales arrojaron sorpresa. Era previsible la debacle electoral del PRI, pero no al grado de ganar únicamente 15 de los 300 distritos federales. Se echan la culpa entre tecnócratas y dinos, y siguen siendo incapaces de ver que se trata de una responsabilidad compartida. La diferencia quizá sea que la de los primeros es por acción y la de los segundos por omisión. Lo curioso es que los que se apuntan para rescatar el barco son los mismos que le hicieron los boquetes. Por su parte, el PAN jamás se imaginó que Ricardo Anaya (22.5%) tuviera un porcentaje de votos menor a los obtenidos por Diego Fernández de Cevallos (26%), Vicente Fox (42.5%), Felipe Calderón (35.9%) y Josefina Vázquez Mota (25.6%). Hace 6 años casi linchan a Josefina por su casi 26%. Increíblemente Anaya, con su 22% y cargando a cuestas una coalición que le costó muchos espacios políticos a Acción Nacional, apuesta a ser el refundador del desastre que causó.

PÚBLICO CONOCEDOR. EN POLÍTICA LAS AUSENCIAS SON BUENAS. Muchos deberán entender a la mala la máxima que el escritor austríaco Stefan Zweig refiere en su libro biográfico sobre la vida del polémico político francés Joseph Fouché: “en política las ausencias son buenas”.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com