/ jueves 13 de septiembre de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. UNAM. Los egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México jamás dejamos de ser universitarios. El orgullo de pertenecer a esa noble comunidad no se pierde con el paso del tiempo, por el contrario, se arraiga más. El vínculo indisoluble que se crea entre los universitarios y la Máxima Casa de Estudios es una comunión de origen y aspiraciones, es una amalgama de identidades diversas que dan lugar a un solo espíritu, el que habla por nuestra Nación, por nuestra raza. La gratitud de quienes tuvimos el privilegio de formarnos en las aulas de Ciudad Universitaria queda tatuada en nuestras almas. Y la satisfacción de formar parte de la comunidad universitaria conlleva una permanente responsabilidad, ética y profesional, con México y la propia Universidad. Como parte de esa responsabilidad, no podemos permanecer ajenos a los problemas de la UNAM, muchos de los cuales son compartidos por las universidades públicas de las entidades federativas. Sobrepoblación estudiantil, austeridad, falta de aprovechamiento académico, carencia de una relación entre universitarios y la planta productiva, deserción, distanciamiento de la investigación con la docencia y escasez de magisterio de carrera, son algunas de las dificultades que atraviesa desde hace varias décadas nuestra Universidad. Cada una de estas deficiencias tiene implicaciones particulares, pero las constantes en todas ellas son la falta de recursos y la voluntad política para darles solución. El recurrente discurso de la “inversión en educación” choca de frente con las políticas públicas en la materia. Mientras las grillas de quienes se han adueñado de los espacios universitarios como si se tratara de propiedades particulares han establecido un sistema meta-institucional de pesos y contrapesos que ha viciado la escena universitaria hasta llegar a los vergonzosos acontecimiento porriles de hace unos días.

SEGUNDO ACTO. LOS CONFLICTOS UNIVERSITARIOS TIENEN VIDA PROPIA. El problema con los conflictos universitarios es que tienen vida propia y siempre crecen. Las causas originarias del descontento normalmente se diluyen al ritmo que las exigencias de los pliegos petitorios se van extendiendo a cuestiones que nada tienen que ver con el conflicto y, en ocasiones, incluso ajenas a la Universidad. Así, el conflicto universitario que peligrosamente se gesta, pasó de la exigencia de seguridad en los planteles universitarios a que la elección del Rector y de los directores de escuelas, facultades e institutos sea democrática. Y los discursos de los estudiantes fueron relegados por las peroratas de los atencos, centes y demás fauna que se alimenta de estos movimientos. Pero lo que es innegable es que por su naturaleza social y composición plural, el riesgo de incendio en la UNAM siempre estará presente, hasta en tanto no se resuelvan los conflictos políticos y sociales externos. Lo que se ve lejano.

TERCER ACTO. ¿TORMENTA O HURACÁN? La UNAM es un nítido reflejo de las diversas realidades del país. En sus facultades, escuelas, institutos y colegios, coexisten armónicamente las diferencias amalgamadas en torno del conocimiento. Por ello, a lo largo de estos últimos años cargados de convulsión e incertidumbre política en el país, muchos fueron los que apostaron al conflicto en la UNAM. Probablemente sin mala fe, algunos veían muy difícil que la Universidad pudiera permanecer ajena a la rebatinga electoral y, afortunadamente, se equivocaron y prácticamente se mantuvo al margen. El problema parece ser la etapa postelectoral y de arranque del nuevo Gobierno. El resultado electoral movió el tablero de la política nacional y la UNAM deberá ajustarse, esperemos que hacia la academia. Eso dependerá del talento de las autoridades universitarias para sortear esta tormenta que comienza y, esperamos, no se convierta en huracán.

TRAS BAMBALINAS. AFECTOS DE MENTIRA Y ODIOS DE VERDAD. En la reunión con motivo del proyecto del tren maya que celebraron los gobernadores del sureste mexicano con AMLO, hay un episodio que no tiene desperdicio: cuando el presidente electo ve la afectuosa familiaridad en el trato entre Manuel Velasco (quien para vergüenza de nuestro Congreso, no obstante el impedimento constitucional, es legislador y Gobernador al mismo tiempo) y Alejandro Moreno, virreyes de Chiapas y Campeche, respectivamente, le dijo a Moreno: “se ve que quieres mucho al güero”, refiriéndose a Velasco, a lo que el campechano inmediatamente replico: “pero ya lo quiero más a usted”. Así es la política mexicana… afectos de mentira y odios de verdad.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. UNAM. Los egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México jamás dejamos de ser universitarios. El orgullo de pertenecer a esa noble comunidad no se pierde con el paso del tiempo, por el contrario, se arraiga más. El vínculo indisoluble que se crea entre los universitarios y la Máxima Casa de Estudios es una comunión de origen y aspiraciones, es una amalgama de identidades diversas que dan lugar a un solo espíritu, el que habla por nuestra Nación, por nuestra raza. La gratitud de quienes tuvimos el privilegio de formarnos en las aulas de Ciudad Universitaria queda tatuada en nuestras almas. Y la satisfacción de formar parte de la comunidad universitaria conlleva una permanente responsabilidad, ética y profesional, con México y la propia Universidad. Como parte de esa responsabilidad, no podemos permanecer ajenos a los problemas de la UNAM, muchos de los cuales son compartidos por las universidades públicas de las entidades federativas. Sobrepoblación estudiantil, austeridad, falta de aprovechamiento académico, carencia de una relación entre universitarios y la planta productiva, deserción, distanciamiento de la investigación con la docencia y escasez de magisterio de carrera, son algunas de las dificultades que atraviesa desde hace varias décadas nuestra Universidad. Cada una de estas deficiencias tiene implicaciones particulares, pero las constantes en todas ellas son la falta de recursos y la voluntad política para darles solución. El recurrente discurso de la “inversión en educación” choca de frente con las políticas públicas en la materia. Mientras las grillas de quienes se han adueñado de los espacios universitarios como si se tratara de propiedades particulares han establecido un sistema meta-institucional de pesos y contrapesos que ha viciado la escena universitaria hasta llegar a los vergonzosos acontecimiento porriles de hace unos días.

SEGUNDO ACTO. LOS CONFLICTOS UNIVERSITARIOS TIENEN VIDA PROPIA. El problema con los conflictos universitarios es que tienen vida propia y siempre crecen. Las causas originarias del descontento normalmente se diluyen al ritmo que las exigencias de los pliegos petitorios se van extendiendo a cuestiones que nada tienen que ver con el conflicto y, en ocasiones, incluso ajenas a la Universidad. Así, el conflicto universitario que peligrosamente se gesta, pasó de la exigencia de seguridad en los planteles universitarios a que la elección del Rector y de los directores de escuelas, facultades e institutos sea democrática. Y los discursos de los estudiantes fueron relegados por las peroratas de los atencos, centes y demás fauna que se alimenta de estos movimientos. Pero lo que es innegable es que por su naturaleza social y composición plural, el riesgo de incendio en la UNAM siempre estará presente, hasta en tanto no se resuelvan los conflictos políticos y sociales externos. Lo que se ve lejano.

TERCER ACTO. ¿TORMENTA O HURACÁN? La UNAM es un nítido reflejo de las diversas realidades del país. En sus facultades, escuelas, institutos y colegios, coexisten armónicamente las diferencias amalgamadas en torno del conocimiento. Por ello, a lo largo de estos últimos años cargados de convulsión e incertidumbre política en el país, muchos fueron los que apostaron al conflicto en la UNAM. Probablemente sin mala fe, algunos veían muy difícil que la Universidad pudiera permanecer ajena a la rebatinga electoral y, afortunadamente, se equivocaron y prácticamente se mantuvo al margen. El problema parece ser la etapa postelectoral y de arranque del nuevo Gobierno. El resultado electoral movió el tablero de la política nacional y la UNAM deberá ajustarse, esperemos que hacia la academia. Eso dependerá del talento de las autoridades universitarias para sortear esta tormenta que comienza y, esperamos, no se convierta en huracán.

TRAS BAMBALINAS. AFECTOS DE MENTIRA Y ODIOS DE VERDAD. En la reunión con motivo del proyecto del tren maya que celebraron los gobernadores del sureste mexicano con AMLO, hay un episodio que no tiene desperdicio: cuando el presidente electo ve la afectuosa familiaridad en el trato entre Manuel Velasco (quien para vergüenza de nuestro Congreso, no obstante el impedimento constitucional, es legislador y Gobernador al mismo tiempo) y Alejandro Moreno, virreyes de Chiapas y Campeche, respectivamente, le dijo a Moreno: “se ve que quieres mucho al güero”, refiriéndose a Velasco, a lo que el campechano inmediatamente replico: “pero ya lo quiero más a usted”. Así es la política mexicana… afectos de mentira y odios de verdad.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com