/ jueves 7 de febrero de 2019

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. SIN PODER NO HAY POLÍTICA. Como lo hemos señalado en anteriores colaboraciones, no es lo mismo perder la presidencia de la República que perder el poder y, consecuentemente, la capacidad de influir políticamente en el país. La significativa alternancia que operó en virtud de la elección del 2000 sacó al PRI del ejecutivo federal; sin embargo, el que fuera el partido hegemónico conservó una importante presencia política en la mayoría de las entidades del país y en el Congreso Federal; hecho que le permitió al PRI no sólo incidir en forma determinante en la vida política del país, sino incluso recuperar la presidencia de la República en 2012. Pero esta vez el escenario es muy diferente. El PRI no sólo perdió la elección presidencial, sino que fue arrasado en las urnas a lo largo y ancho del país. En cierta forma, presenciamos la dramática expulsión del tricolor del sistema político mexicano. Y para no caer en confusiones se debe precisar que el problema no es el resultado en sí, finalmente toda elección es una batalla en una guerra que nunca termina, el gran dilema para los priístas es dilucidar cómo zanjar el enorme abismo que los separa de la confianza ciudadana. Y para muchos tricolores dicha distancia es, simple y sencillamente, insalvable. De ahí que comiencen a moverse hacia otras divisas políticas o bien a evaluar la creación de satélites políticos que con el tiempo adquieran suficiente autonomía y se conviertan en opciones diferentes.

SEGUNDO ACTO. TERAPIA INTENSIVA. A nivel nacional la situación del PRI es triste. Los liderazgos adolecen de liderazgo. Los sobrevivientes están literalmente atrincherados en las oficinas de Insurgentes Norte o en sus curules y escaños. Usufructúan los escasos espacios políticos que les quedan e, inexorablemente, continuarán reduciéndose, pero no mandan. El caso de Puebla fue una prueba irrefutable de la famélica situación de quienes se quedaron con los pedazos de lo que fue el PRI. La llegada del priista Pacheco Pulido al interinato fue operada por el moreno Barbosa con las resistencias del propio CEN tricolor. Vaya, no sirvieron ni siquiera para oponerse al ungimiento de uno de los suyos. Digamos que en lo nacional el PRI está en terapia intensiva y sin tratamiento.

TERCER ACTO. DIRIGENCIA QUELOIDE. Pero a nivel local la cosa está aún peor. La crisis nacional es “miel sobre hojuelas” respecto del proceso de extinción que vive el PRI queretano. La dirigencia estatal se enquistó a costa de la existencia del propio partido. Se los advirtieron y no hicieron caso. Para ponerlo en argot futbolero, la obsesión de mantenerse como capitán del equipo hizo que el dirigente optara por eliminar a todos los demás jugadores. El resultado es que se quedó sin equipo. Solamente utileros y aguadores. ¡Vaya estrategia! En Querétaro lo que se vive son las exequias del PRI. Y, como ocurre con los hoyos negros en el universo, la incapacidad se está comiendo a sí misma. Esto es una pésima noticia para el priismo, pero una aún peor para el gobierno en turno que pierde una pieza clave en la que será su inminente y complicadísima guerra electoral con MORENA. El punto es que a estas alturas cualquier cosa que se hiciera con cualquier persona sería mejor al statu quo. Porque ni sumando todos los errores y mezquindades de todos los que han sido líderes del PRI en Querétaro, se logra siquiera aproximarse al daño causado por la estéril terquedad de la actual dirigencia queloide.

TRAS BAMBALINAS. TRISTE ENCRUCIJADA. El sistema político mexicano se encuentra en una triste encrucijada. Los que tienen experiencia de gobierno son una horda de corruptos, mientras que los que dicen que no lo son se conducen sin tablas y con notoria torpeza. Con sus honrosas excepciones en ambos hemisferios. ¿Qué hacer? El problema es que aunque mucho se habló y hasta legisló, jamás se construyó un eficiente servicio civil de carrera que reconociera los méritos, experiencia y expedientes de los funcionarios públicos para sus ratificaciones y promociones. Así, las administraciones públicas en México están encadenadas a una partidocracia que, por un lado, es voraz y, por el otro, chabacana, mientras la alternancia lanza la moneda cada sexenio.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. SIN PODER NO HAY POLÍTICA. Como lo hemos señalado en anteriores colaboraciones, no es lo mismo perder la presidencia de la República que perder el poder y, consecuentemente, la capacidad de influir políticamente en el país. La significativa alternancia que operó en virtud de la elección del 2000 sacó al PRI del ejecutivo federal; sin embargo, el que fuera el partido hegemónico conservó una importante presencia política en la mayoría de las entidades del país y en el Congreso Federal; hecho que le permitió al PRI no sólo incidir en forma determinante en la vida política del país, sino incluso recuperar la presidencia de la República en 2012. Pero esta vez el escenario es muy diferente. El PRI no sólo perdió la elección presidencial, sino que fue arrasado en las urnas a lo largo y ancho del país. En cierta forma, presenciamos la dramática expulsión del tricolor del sistema político mexicano. Y para no caer en confusiones se debe precisar que el problema no es el resultado en sí, finalmente toda elección es una batalla en una guerra que nunca termina, el gran dilema para los priístas es dilucidar cómo zanjar el enorme abismo que los separa de la confianza ciudadana. Y para muchos tricolores dicha distancia es, simple y sencillamente, insalvable. De ahí que comiencen a moverse hacia otras divisas políticas o bien a evaluar la creación de satélites políticos que con el tiempo adquieran suficiente autonomía y se conviertan en opciones diferentes.

SEGUNDO ACTO. TERAPIA INTENSIVA. A nivel nacional la situación del PRI es triste. Los liderazgos adolecen de liderazgo. Los sobrevivientes están literalmente atrincherados en las oficinas de Insurgentes Norte o en sus curules y escaños. Usufructúan los escasos espacios políticos que les quedan e, inexorablemente, continuarán reduciéndose, pero no mandan. El caso de Puebla fue una prueba irrefutable de la famélica situación de quienes se quedaron con los pedazos de lo que fue el PRI. La llegada del priista Pacheco Pulido al interinato fue operada por el moreno Barbosa con las resistencias del propio CEN tricolor. Vaya, no sirvieron ni siquiera para oponerse al ungimiento de uno de los suyos. Digamos que en lo nacional el PRI está en terapia intensiva y sin tratamiento.

TERCER ACTO. DIRIGENCIA QUELOIDE. Pero a nivel local la cosa está aún peor. La crisis nacional es “miel sobre hojuelas” respecto del proceso de extinción que vive el PRI queretano. La dirigencia estatal se enquistó a costa de la existencia del propio partido. Se los advirtieron y no hicieron caso. Para ponerlo en argot futbolero, la obsesión de mantenerse como capitán del equipo hizo que el dirigente optara por eliminar a todos los demás jugadores. El resultado es que se quedó sin equipo. Solamente utileros y aguadores. ¡Vaya estrategia! En Querétaro lo que se vive son las exequias del PRI. Y, como ocurre con los hoyos negros en el universo, la incapacidad se está comiendo a sí misma. Esto es una pésima noticia para el priismo, pero una aún peor para el gobierno en turno que pierde una pieza clave en la que será su inminente y complicadísima guerra electoral con MORENA. El punto es que a estas alturas cualquier cosa que se hiciera con cualquier persona sería mejor al statu quo. Porque ni sumando todos los errores y mezquindades de todos los que han sido líderes del PRI en Querétaro, se logra siquiera aproximarse al daño causado por la estéril terquedad de la actual dirigencia queloide.

TRAS BAMBALINAS. TRISTE ENCRUCIJADA. El sistema político mexicano se encuentra en una triste encrucijada. Los que tienen experiencia de gobierno son una horda de corruptos, mientras que los que dicen que no lo son se conducen sin tablas y con notoria torpeza. Con sus honrosas excepciones en ambos hemisferios. ¿Qué hacer? El problema es que aunque mucho se habló y hasta legisló, jamás se construyó un eficiente servicio civil de carrera que reconociera los méritos, experiencia y expedientes de los funcionarios públicos para sus ratificaciones y promociones. Así, las administraciones públicas en México están encadenadas a una partidocracia que, por un lado, es voraz y, por el otro, chabacana, mientras la alternancia lanza la moneda cada sexenio.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com