/ jueves 4 de abril de 2019

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. CRISIS EN EL LEGISLATIVO. En esta ocasión, nos referiremos al debilitamiento que en las últimas décadas ha sufrido el Poder Legislativo. Ya se trate de regímenes de corte parlamentarista o bien presidencialista, como el nuestro, es innegable la prevalencia del Ejecutivo. ¿Cuáles son las razones de dicho desgaste histórico de la institución parlamentaria en el mundo? Empecemos por recordar que el XIX fue el siglo de oro del parlamentarismo. Como ejemplos de dicha hegemonía de los legislativos destacan la Tercera República Francesa, en la que en 1875 dominaban la Asamblea General y el Senado sobre el gobierno inestable y débil; así como el Estatuto Albertino de 1865 que se adoptó en Italia tras su unificación, y en virtud del cual el parlamento se convirtió en el ente rector. Sin embargo, este panorama cambió drásticamente desde la primera posguerra observándose un decaimiento de las instituciones parlamentarias incluso en aquellos países con gobiernos no autoritarios. Luego, vinieron la Segunda Guerra Mundial y su correspondiente posguerra y, a pesar de las derrotas del fascismo y del nacional socialismo, paradójicamente se fortaleció el predominio del Ejecutivo. La necesidad política siempre se impone y en aquellos aciagos días se requirió de gobiernos fuertes que comandaran la reconstrucción después del desastre de la guerra. Y el asambleísmo finalmente complicaba la toma decisiones y su implementación, de ahí que se fuera dotando a los ejecutivos de más y más fuerza.

SEGUNDO ACTO. EL ARGUMENTO SOCIAL. Hay quienes sostienen incluso que el arquetipo liberal en el que al gobierno le corresponde un papel subordinado frente al parlamento, pierde vigencia en los sistemas parlamentarios contemporáneos, entre otras razones por el creciente protagonismo del poder Ejecutivo en la misión social asumida por el Estado en los modernos textos constitucionales, misma que se traduce en una constante intervención sobre la realidad económico-social, así como a su progresiva legitimación democrática y a la atribución de una amplia capacidad de orientación política, de iniciativa ante el propio parlamento e incluso, de actuación autónoma e independiente a través del ejercicio de importantes potestades normativas que en ciertos casos pueden llegar a tener fuerza de ley. Maurice Duverger ha señalado que los gobiernos parlamentarios que cuentan con una sólida mayoría en el organismo legislativo, en poco pueden distinguirse en la realidad de los de carácter presidencial, ya que el gobierno posee un apoyo casi permanente de la mayoría. Así encontramos como referencias históricas relevantes los gobiernos de Margaret Tatcher en Inglaterra, de Felipe González en España y de Helmut Kohl en la República Federal Alemana. Lo cierto es que los gobiernos contemporáneos tienden a concentrarse en un presidente o jefe de gobierno que conduce la política nacional e internacional, pero a diferencia de los monarcas autoritarios del pasado, son dignados popularmente en forma directa o indirecta - legitimados dirían algunos - y se encuentran limitados tanto por el tiempo de su encargo, por otros órganos del poder y hasta por factores políticos, económicos, tecnocráticos, sociales, culturales e inclusive coyunturales - como por ejemplo fenómenos de la naturaleza en estos tiempos del cambio climático global. Incluso en Inglaterra - cuna del parlamentarismo - se verificó una disminución de las atribuciones legislativas del parlamento, producto de la necesaria intervención de la administración en aras del llamado Estado Social, así como al cada vez mayor tecnicismo de las disposiciones legislativas. Además, se dio un aumento de la legislación expedida por el Ejecutivo por delegación del órgano legislativo en todos los países de tradición parlamentaria.

TERCER ACTO. FRANCIA. LOS DOS LADOS DE LA MONEDA. También se ha llegado a modificar uno de los principios básicos del sistema parlamentario clásico, que se apoyaba en la designación del jefe de gobierno por conducto de la “investidura” para sustituirlo en algunos ordenamientos por su elección popular directa, lo que sin duda en esta época de pluralismo le otorga una mayor legitimidad y, por tanto, mayor solidez. Esto se advierte claramente en el régimen de la Quinta República Francesa, la cual a través de la Constitución de 1958 otorgó al Presidente de la República importantes facultades de gobierno que comparte con el primer ministro, con lo que se estableció un sistema intermedio entre el régimen presidencial y el parlamentario clásico que aún prevalece.

TRAS BAMBALINAS. REVERSIÓN. Si bien en los parlamentos contemporáneos las atribuciones del legislativo disminuyeron por virtud de las causas ya mencionadas, tenemos que dicha tendencia se está revirtiendo gradualmente en beneficio del parlamentarismo gracias a la balcanización de las preferencias político-electorales y a que las facultades de control y fiscalización sobre las actividades de los otros órganos del poder aumentaron. Así, encontramos cuestiones tales como: el control de los recursos económicos y financieros del Estado; la integración de comisiones investigadoras; su participación en los juicios de responsabilidad de los altos funcionarios; y su cada vez mayor intervención en la política internacional, entre otras. No se debe pasar por alto que, en su caso, la inexistencia de una representación pluralista en los parlamentos, impide que dichos controles sean eficaces debido a la coincidencia y comunidad de intereses entre los legisladores pertenecientes a un partido hegemónico y los gobiernos respectivos. ¿No les suena familiar esto último?

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. CRISIS EN EL LEGISLATIVO. En esta ocasión, nos referiremos al debilitamiento que en las últimas décadas ha sufrido el Poder Legislativo. Ya se trate de regímenes de corte parlamentarista o bien presidencialista, como el nuestro, es innegable la prevalencia del Ejecutivo. ¿Cuáles son las razones de dicho desgaste histórico de la institución parlamentaria en el mundo? Empecemos por recordar que el XIX fue el siglo de oro del parlamentarismo. Como ejemplos de dicha hegemonía de los legislativos destacan la Tercera República Francesa, en la que en 1875 dominaban la Asamblea General y el Senado sobre el gobierno inestable y débil; así como el Estatuto Albertino de 1865 que se adoptó en Italia tras su unificación, y en virtud del cual el parlamento se convirtió en el ente rector. Sin embargo, este panorama cambió drásticamente desde la primera posguerra observándose un decaimiento de las instituciones parlamentarias incluso en aquellos países con gobiernos no autoritarios. Luego, vinieron la Segunda Guerra Mundial y su correspondiente posguerra y, a pesar de las derrotas del fascismo y del nacional socialismo, paradójicamente se fortaleció el predominio del Ejecutivo. La necesidad política siempre se impone y en aquellos aciagos días se requirió de gobiernos fuertes que comandaran la reconstrucción después del desastre de la guerra. Y el asambleísmo finalmente complicaba la toma decisiones y su implementación, de ahí que se fuera dotando a los ejecutivos de más y más fuerza.

SEGUNDO ACTO. EL ARGUMENTO SOCIAL. Hay quienes sostienen incluso que el arquetipo liberal en el que al gobierno le corresponde un papel subordinado frente al parlamento, pierde vigencia en los sistemas parlamentarios contemporáneos, entre otras razones por el creciente protagonismo del poder Ejecutivo en la misión social asumida por el Estado en los modernos textos constitucionales, misma que se traduce en una constante intervención sobre la realidad económico-social, así como a su progresiva legitimación democrática y a la atribución de una amplia capacidad de orientación política, de iniciativa ante el propio parlamento e incluso, de actuación autónoma e independiente a través del ejercicio de importantes potestades normativas que en ciertos casos pueden llegar a tener fuerza de ley. Maurice Duverger ha señalado que los gobiernos parlamentarios que cuentan con una sólida mayoría en el organismo legislativo, en poco pueden distinguirse en la realidad de los de carácter presidencial, ya que el gobierno posee un apoyo casi permanente de la mayoría. Así encontramos como referencias históricas relevantes los gobiernos de Margaret Tatcher en Inglaterra, de Felipe González en España y de Helmut Kohl en la República Federal Alemana. Lo cierto es que los gobiernos contemporáneos tienden a concentrarse en un presidente o jefe de gobierno que conduce la política nacional e internacional, pero a diferencia de los monarcas autoritarios del pasado, son dignados popularmente en forma directa o indirecta - legitimados dirían algunos - y se encuentran limitados tanto por el tiempo de su encargo, por otros órganos del poder y hasta por factores políticos, económicos, tecnocráticos, sociales, culturales e inclusive coyunturales - como por ejemplo fenómenos de la naturaleza en estos tiempos del cambio climático global. Incluso en Inglaterra - cuna del parlamentarismo - se verificó una disminución de las atribuciones legislativas del parlamento, producto de la necesaria intervención de la administración en aras del llamado Estado Social, así como al cada vez mayor tecnicismo de las disposiciones legislativas. Además, se dio un aumento de la legislación expedida por el Ejecutivo por delegación del órgano legislativo en todos los países de tradición parlamentaria.

TERCER ACTO. FRANCIA. LOS DOS LADOS DE LA MONEDA. También se ha llegado a modificar uno de los principios básicos del sistema parlamentario clásico, que se apoyaba en la designación del jefe de gobierno por conducto de la “investidura” para sustituirlo en algunos ordenamientos por su elección popular directa, lo que sin duda en esta época de pluralismo le otorga una mayor legitimidad y, por tanto, mayor solidez. Esto se advierte claramente en el régimen de la Quinta República Francesa, la cual a través de la Constitución de 1958 otorgó al Presidente de la República importantes facultades de gobierno que comparte con el primer ministro, con lo que se estableció un sistema intermedio entre el régimen presidencial y el parlamentario clásico que aún prevalece.

TRAS BAMBALINAS. REVERSIÓN. Si bien en los parlamentos contemporáneos las atribuciones del legislativo disminuyeron por virtud de las causas ya mencionadas, tenemos que dicha tendencia se está revirtiendo gradualmente en beneficio del parlamentarismo gracias a la balcanización de las preferencias político-electorales y a que las facultades de control y fiscalización sobre las actividades de los otros órganos del poder aumentaron. Así, encontramos cuestiones tales como: el control de los recursos económicos y financieros del Estado; la integración de comisiones investigadoras; su participación en los juicios de responsabilidad de los altos funcionarios; y su cada vez mayor intervención en la política internacional, entre otras. No se debe pasar por alto que, en su caso, la inexistencia de una representación pluralista en los parlamentos, impide que dichos controles sean eficaces debido a la coincidencia y comunidad de intereses entre los legisladores pertenecientes a un partido hegemónico y los gobiernos respectivos. ¿No les suena familiar esto último?

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com