/ jueves 19 de marzo de 2020

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. RESPONSABILIDAD PERSONAL. Es corta la memoria. Poco logramos al tratar de recordar a detalle aquellos días de marzo de 2009 cuando la pandemia de la gripe AH1N1 asoló al país. Sin embargo, lo que sí pudimos traer de esa crisis fue el sentimiento de impotencia y vulnerabilidad que hoy regresa recargado por la enorme cantidad de información que se recibe a través de las redes sociales. Es humano sentir miedo ante la eventualidad de la pérdida de la propia vida o de las personas amadas, pero la imparable avalancha de testimonios y cifras que nos ahoga transforma ese miedo en terror social. Y, quizás, no es para menos, pero es sin duda complicado sobrellevar ese sentimiento. El COVID-19 fue notificado por vez primera en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019, hace poco más de dos meses y medio. En este breve periodo pasamos de ser lejanos espectadores de una película futurista de terror a estar inmersos en su trama. Hace apenas un par de semanas nuestra ignorancia nos hacía pensar que estábamos aún a prudente distancia del caos. Hoy ya no es así. En unos cuantos días constatamos el más profundo significado de conceptos como globalización y pandemia. En cuestión de horas nos enteramos de un conocido infectado por el nuevo coronavirus. Es un hombre sano de aproximadamente 50 años de edad. Viajó a Miami y unos días después de su regreso a la CDMX le dieron fuertes temperaturas. Fue al médico y por lo reciente de su viaje lo mandó a hacerse la prueba, y así lo hizo confiado en que no tenía los síntomas pero, ciertamente, consciente de que había que descartarlo. Dio positivo. Dice que no tosió ni una sola vez. La respuesta de los galenos fue simple: es un caso “asintomático”. La lección es no confiarse y si se tiene temperatura acudir al médico. Está en cuarentena en su casa, aislado de la familia, le están controlando las calenturas y dice que va mucho mejor. La cuestión es como la expansión exponencial de esta pandemia termina por situarla en el círculo íntimo de nuestras vidas. Y hasta ese momento nos percatamos de que no se trata de un riesgo sino de una realidad. Que esto no es un juego, aunque hasta hace días era sencillo confundirlo. Lo que sí está en juego es la vida propia y de los seres humanos que más queremos. Por ello, debemos actuar con responsabilidad. La desesperación y el tedio son inevitables, pero si esas son las facturas que nos tocará pagar, todo esto nos habrá salido muy barato.

SEGUNDO ACTO. SERIEDAD PÚBLICA. En estas difíciles condiciones, hacemos votos para que nuestras autoridades, independientemente de ideologías o partidos, asuman cabalmente la responsabilidad que tienen y se conduzcan con seriedad y asertividad. Entendemos la peculiar forma de hacer política del Presidente López Obrador. Aunque a muchos no guste le ha funcionado. Seguimos pensando que es un hombre bien intencionado - y vaya que esta afirmación nos confronta cotidianamente hasta con los amigos, pero eso es lo que creemos -, sin embargo, es momento de que allende la bonhomía se asuma como verdadero estadista; si bien los chacoteos y chistoretes le sirvieron en campaña y hasta para batear algún tema incómodo, lo cierto es que hoy debe tomar una postura consistentemente seria y conducirse con serena contundencia, porque de las decisiones que tome con respecto a la crisis por el COVID-19 dependen, literalmente hablando, miles de vidas.

TERCER ACTO. REALISTAS Y CONSCIENTES. Esperando que al concluir este infierno el saldo sanitario sea lo menos gravoso para la sociedad mexicana, viene el efecto del latigazo económico que las medidas contra la pandemia del coronavirus inevitablemente traerán. Por cuestiones externas y también por pifias públicas subíamos ya una cuesta económica. La economía estaba desacelerada, en crisis pues. Aderezada por la caída de los precios del petróleo. Paralelamente a los efectos de la crisis económica, vienen las afectaciones en el consumo de bienes y servicios que indeseable pero inevitablemente traerán las restricciones de la cuarentena colectiva que estamos viviendo. Vendrá una época de vacas flacas en la que deberemos conducirnos también con paciente prudencia. Seamos realistas y conscientes.

TRAS BAMBALINAS. DESGARRADOR. Narran los enviados especiales los horrores que se están viviendo en Bérgamo, en el norte de Italia, uno de los lugares donde más duro ha pegado el COVID-19. En un solo día fallecieron más de 300 personas. Piden médicos que los auxilien para, cuando menos, registrar debidamente el momento de los fallecimientos. Cuentan con dolor que están enterrando en soledad a quienes pierden la vida, porque como están las cosas ni las familias los pueden acompañar a la última morada. Desgarrador.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. RESPONSABILIDAD PERSONAL. Es corta la memoria. Poco logramos al tratar de recordar a detalle aquellos días de marzo de 2009 cuando la pandemia de la gripe AH1N1 asoló al país. Sin embargo, lo que sí pudimos traer de esa crisis fue el sentimiento de impotencia y vulnerabilidad que hoy regresa recargado por la enorme cantidad de información que se recibe a través de las redes sociales. Es humano sentir miedo ante la eventualidad de la pérdida de la propia vida o de las personas amadas, pero la imparable avalancha de testimonios y cifras que nos ahoga transforma ese miedo en terror social. Y, quizás, no es para menos, pero es sin duda complicado sobrellevar ese sentimiento. El COVID-19 fue notificado por vez primera en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019, hace poco más de dos meses y medio. En este breve periodo pasamos de ser lejanos espectadores de una película futurista de terror a estar inmersos en su trama. Hace apenas un par de semanas nuestra ignorancia nos hacía pensar que estábamos aún a prudente distancia del caos. Hoy ya no es así. En unos cuantos días constatamos el más profundo significado de conceptos como globalización y pandemia. En cuestión de horas nos enteramos de un conocido infectado por el nuevo coronavirus. Es un hombre sano de aproximadamente 50 años de edad. Viajó a Miami y unos días después de su regreso a la CDMX le dieron fuertes temperaturas. Fue al médico y por lo reciente de su viaje lo mandó a hacerse la prueba, y así lo hizo confiado en que no tenía los síntomas pero, ciertamente, consciente de que había que descartarlo. Dio positivo. Dice que no tosió ni una sola vez. La respuesta de los galenos fue simple: es un caso “asintomático”. La lección es no confiarse y si se tiene temperatura acudir al médico. Está en cuarentena en su casa, aislado de la familia, le están controlando las calenturas y dice que va mucho mejor. La cuestión es como la expansión exponencial de esta pandemia termina por situarla en el círculo íntimo de nuestras vidas. Y hasta ese momento nos percatamos de que no se trata de un riesgo sino de una realidad. Que esto no es un juego, aunque hasta hace días era sencillo confundirlo. Lo que sí está en juego es la vida propia y de los seres humanos que más queremos. Por ello, debemos actuar con responsabilidad. La desesperación y el tedio son inevitables, pero si esas son las facturas que nos tocará pagar, todo esto nos habrá salido muy barato.

SEGUNDO ACTO. SERIEDAD PÚBLICA. En estas difíciles condiciones, hacemos votos para que nuestras autoridades, independientemente de ideologías o partidos, asuman cabalmente la responsabilidad que tienen y se conduzcan con seriedad y asertividad. Entendemos la peculiar forma de hacer política del Presidente López Obrador. Aunque a muchos no guste le ha funcionado. Seguimos pensando que es un hombre bien intencionado - y vaya que esta afirmación nos confronta cotidianamente hasta con los amigos, pero eso es lo que creemos -, sin embargo, es momento de que allende la bonhomía se asuma como verdadero estadista; si bien los chacoteos y chistoretes le sirvieron en campaña y hasta para batear algún tema incómodo, lo cierto es que hoy debe tomar una postura consistentemente seria y conducirse con serena contundencia, porque de las decisiones que tome con respecto a la crisis por el COVID-19 dependen, literalmente hablando, miles de vidas.

TERCER ACTO. REALISTAS Y CONSCIENTES. Esperando que al concluir este infierno el saldo sanitario sea lo menos gravoso para la sociedad mexicana, viene el efecto del latigazo económico que las medidas contra la pandemia del coronavirus inevitablemente traerán. Por cuestiones externas y también por pifias públicas subíamos ya una cuesta económica. La economía estaba desacelerada, en crisis pues. Aderezada por la caída de los precios del petróleo. Paralelamente a los efectos de la crisis económica, vienen las afectaciones en el consumo de bienes y servicios que indeseable pero inevitablemente traerán las restricciones de la cuarentena colectiva que estamos viviendo. Vendrá una época de vacas flacas en la que deberemos conducirnos también con paciente prudencia. Seamos realistas y conscientes.

TRAS BAMBALINAS. DESGARRADOR. Narran los enviados especiales los horrores que se están viviendo en Bérgamo, en el norte de Italia, uno de los lugares donde más duro ha pegado el COVID-19. En un solo día fallecieron más de 300 personas. Piden médicos que los auxilien para, cuando menos, registrar debidamente el momento de los fallecimientos. Cuentan con dolor que están enterrando en soledad a quienes pierden la vida, porque como están las cosas ni las familias los pueden acompañar a la última morada. Desgarrador.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com