/ jueves 2 de abril de 2020

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. COMO ELEFANTE DE CIRCO. Ya habíamos comentado esta referencia. En su excelente libro Déjame que te cuente el escrito argentino Jorge Bucay nos sorprende con un inteligente relato titulado “El elefante encadenado”. Cuenta el destacado terapeuta que en su infancia gustaba de acudir al circo para admirar a los elefantes. Su atracción por el mayor de los animales terrestres lo llevó a cuestionarse sobre el por qué una cadena sujetada en un extremo a una de sus patas y en el otro a una pequeña estaca era suficiente para mantener inmovilizada a una criatura de conocida fuerza descomunal. Alguien le dijo que la razón por la que el elefante no se liberaba radicaba en el hecho de que el animal estaba amaestrado, lo que resultaba ilógico ya que de estar adiestrado, entonces ¿para qué se le mantenía encadenado? Finalmente alguien le dio la buena: el elefante no se liberaba de la estaca ya que había estado atado a la misma desde muy pequeño y después de haber realizado infinidad de intentos para soltarse sin éxito, un día la frustración lo llevó a no volver a intentar liberarse jamás. De ahí concluye Bucay la historia señalando que, como los elefantes de circo, los seres humanos muchas veces permanecemos atados a muchas pequeñas estacas que nos impiden desarrollarnos, siendo que, probablemente, solamente nosotros mismos no nos damos cuenta de que tenemos la fuerza para hacerlo.

SEGUNDO ACTO. COMPLEJOS POLÍTICOS. Recordando este cuento, me vinieron a la mente algunos “atavismos” que nos sujetan como Nación. En el caso concreto producto del pintoresco - por decir lo menos - espectáculo que autoridades, factores reales de poder y ciudadanos nos obsequian con motivo del COVID-19. Y hoy vamos a hablar de los ciudadanos. En principio, me cuesta trabajo ubicar alguna otra Nación en la que el argumento político desplace per sé al sanitario ¡en plena crisis sanitaria! Esto exhibe el alarmante grado de obsesión con la política que hemos desarrollado. En las saturadas redes sociales los contenidos de índole político parecen superar sin problema alguno a las consideraciones sanitarias. Y aquí hay dos especies, ambas maniqueas.

TERCER ACTO. CATASTROFISTAS VS OFICIALISTAS. En primer lugar, encontramos a los ya tradicionales catastrofistas que todo lo ven negro. Posesos por un pesimismo a toda prueba, anidado en sus fobias políticas, vaticinan tragedias en las tragedias. Son los emisarios de la zozobra. Pero más allá de razones, todo el mal es producto exclusivo del enemigo político. En su irracional ignorancia llegan al extremo de desearle la muerte a quienes estiman sus adversarios. Del otro lado de la misma moneda están aquellos para los que el oficialismo es sinónimo de vanguardia. Adolecen de la más elemental capacidad de análisis, ya no digamos crítica, cuando se trata de cuestiones que atañen a su mesías - quien obviamente es el enemigo de los catastrofistas -. Portan con orgullo el estandarte de la transformación, atacan sin tregua a quienes estiman la oposición a su líder y son incapaces de reconocer al más evidente de los errores en el actuar de sus pastores políticos.

TRAS BAMBALINAS. MÉXICO ES MUCHO MÁS QUE LA SUMA DE QUIENES LO HAN GOBERNADO. En ambos casos, están secuestrados por su propia - y quizá por ello más peligrosa - intolerancia. Son extremistas incapaces de entender que hay personas que piensan diferente. Son los que siempre exigen el respeto que no dan. Y, la verdad, es que aunque parecen y creen que son una mayoría dada su incansable participación a través de cualquier medio, afortunadamente no lo son. La mayoría de los ciudadanos, independientemente de sus válidas ideas y preferencias políticas, entiende que México crece en su diversidad producto de nuestra rica composición pluricultural. Muchos mexicanos comprenden que la política es un aspecto - sin duda importante pero solo uno - de un abanico de cuestiones que nos hermanan como Nación. Eso es lo que hay que rescatar. AMLO dejará la Presidencia y vendrá alguien que piense diferente o quizá igual, ¿quién lo sabe? Y luego otro y otro. México es mucho más que la suma de quienes lo han gobernado.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. COMO ELEFANTE DE CIRCO. Ya habíamos comentado esta referencia. En su excelente libro Déjame que te cuente el escrito argentino Jorge Bucay nos sorprende con un inteligente relato titulado “El elefante encadenado”. Cuenta el destacado terapeuta que en su infancia gustaba de acudir al circo para admirar a los elefantes. Su atracción por el mayor de los animales terrestres lo llevó a cuestionarse sobre el por qué una cadena sujetada en un extremo a una de sus patas y en el otro a una pequeña estaca era suficiente para mantener inmovilizada a una criatura de conocida fuerza descomunal. Alguien le dijo que la razón por la que el elefante no se liberaba radicaba en el hecho de que el animal estaba amaestrado, lo que resultaba ilógico ya que de estar adiestrado, entonces ¿para qué se le mantenía encadenado? Finalmente alguien le dio la buena: el elefante no se liberaba de la estaca ya que había estado atado a la misma desde muy pequeño y después de haber realizado infinidad de intentos para soltarse sin éxito, un día la frustración lo llevó a no volver a intentar liberarse jamás. De ahí concluye Bucay la historia señalando que, como los elefantes de circo, los seres humanos muchas veces permanecemos atados a muchas pequeñas estacas que nos impiden desarrollarnos, siendo que, probablemente, solamente nosotros mismos no nos damos cuenta de que tenemos la fuerza para hacerlo.

SEGUNDO ACTO. COMPLEJOS POLÍTICOS. Recordando este cuento, me vinieron a la mente algunos “atavismos” que nos sujetan como Nación. En el caso concreto producto del pintoresco - por decir lo menos - espectáculo que autoridades, factores reales de poder y ciudadanos nos obsequian con motivo del COVID-19. Y hoy vamos a hablar de los ciudadanos. En principio, me cuesta trabajo ubicar alguna otra Nación en la que el argumento político desplace per sé al sanitario ¡en plena crisis sanitaria! Esto exhibe el alarmante grado de obsesión con la política que hemos desarrollado. En las saturadas redes sociales los contenidos de índole político parecen superar sin problema alguno a las consideraciones sanitarias. Y aquí hay dos especies, ambas maniqueas.

TERCER ACTO. CATASTROFISTAS VS OFICIALISTAS. En primer lugar, encontramos a los ya tradicionales catastrofistas que todo lo ven negro. Posesos por un pesimismo a toda prueba, anidado en sus fobias políticas, vaticinan tragedias en las tragedias. Son los emisarios de la zozobra. Pero más allá de razones, todo el mal es producto exclusivo del enemigo político. En su irracional ignorancia llegan al extremo de desearle la muerte a quienes estiman sus adversarios. Del otro lado de la misma moneda están aquellos para los que el oficialismo es sinónimo de vanguardia. Adolecen de la más elemental capacidad de análisis, ya no digamos crítica, cuando se trata de cuestiones que atañen a su mesías - quien obviamente es el enemigo de los catastrofistas -. Portan con orgullo el estandarte de la transformación, atacan sin tregua a quienes estiman la oposición a su líder y son incapaces de reconocer al más evidente de los errores en el actuar de sus pastores políticos.

TRAS BAMBALINAS. MÉXICO ES MUCHO MÁS QUE LA SUMA DE QUIENES LO HAN GOBERNADO. En ambos casos, están secuestrados por su propia - y quizá por ello más peligrosa - intolerancia. Son extremistas incapaces de entender que hay personas que piensan diferente. Son los que siempre exigen el respeto que no dan. Y, la verdad, es que aunque parecen y creen que son una mayoría dada su incansable participación a través de cualquier medio, afortunadamente no lo son. La mayoría de los ciudadanos, independientemente de sus válidas ideas y preferencias políticas, entiende que México crece en su diversidad producto de nuestra rica composición pluricultural. Muchos mexicanos comprenden que la política es un aspecto - sin duda importante pero solo uno - de un abanico de cuestiones que nos hermanan como Nación. Eso es lo que hay que rescatar. AMLO dejará la Presidencia y vendrá alguien que piense diferente o quizá igual, ¿quién lo sabe? Y luego otro y otro. México es mucho más que la suma de quienes lo han gobernado.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com