/ jueves 4 de junio de 2020

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. PODER Y GOBIERNO. Nuestro régimen presidencialista es obsoleto. No contempla herramientas eficaces para la cohesión social y la concordia política que exige la pluralidad mexicana del siglo XXI. Lo vemos todos los días, la confrontación atizada por los fundamentalismos no encuentra una ruta de evacuación en el presidencialismo mexicano, que no es otra cosa que un cheque en blanco que sexenalmente se entrega a quien gana la elección presidencial. El ejercicio del gobierno en México debe encontrar otra forma. Y por gobierno entendemos la acción por la cual la autoridad impone una línea de conducta a los individuos que conforman la colectividad a través del poder público, que es precisamente esa capacidad del gobierno de prevalecer sobre los individuos. El poder finalmente es la dirección autoritaria y restringida ejercida sobre las acciones de las personas.

SEGUNDO ACTO. COMPARTIR EL EJERCICIO DEL PODER PÚBLICO. En la actualidad las repúblicas pueden clasificarse en presidenciales y parlamentarias, en las primeras el jefe de Estado tiene independencia respecto del órgano legislativo, en esta situación el titular del Ejecutivo - generalmente llamado Presidente - designa directamente a sus ministros de despacho - en nuestro país denominados como Secretarios de Estado -, que sólo son políticamente responsables ante él; en las repúblicas parlamentarias los ministros son responsables ante el parlamento que tiene la dirección política del Estado. El régimen parlamentario pretende lograr que se establezca una colaboración entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, intenta que exista una relación muy estrecha entre estos dos poderes de tal manera que se cree un marco de dependencia y acciones recíprocas entre ambos. En otras palabras, se trata de un régimen en el que se comparte el ejercicio del poder público y que como forma de gobierno prevalece en la inmensa mayoría de las grandes colectividades del mundo.

TERCER ACTO. PARTIDOS POLÍTICOS. La representación política en nuestros tiempos se encuentra íntimamente ligada a la idea de pluralismo y a la de los partidos políticos. La importancia constitucional y política de los partidos se encuentra en su papel de instrumentos para el sufragio y en su misión legislativa. Los partidos políticos lo son en verdad en tanto cumplen una función integradora y comunitaria, dejando de conducirse como simples grupos de interés o presión. Finalmente, la legitimidad estatal descansa en la soberanía y la representación populares, de tal suerte que el ejercicio del poder político corresponde al Estado, es decir al Estado Moderno que es aquél que garantiza la división de poderes. La labor fundamental para la existencia y desarrollo del Estado consistente en la producción de las normas jurídicas que regulan la organización del Estado mismo, así como el sano ejercicio del poder político y la pacífica convivencia social; y tan importante tarea se ha encomendado a un órgano colegiado denominado ya sea parlamento, congreso o cortes, entre otros, según la historia y tradición del Estado de que se trate, e incluso del régimen de gobierno que prevalezca.

TRAS BAMBALINAS. PARLAMENTARISMO. Desde el ángulo que se quiera ver lo que urge a México es girar hacia el régimen parlamentario. Para que se comparta el ejercicio del poder público, la toma de decisiones, y se haga gobierno común entre todos los actores políticos. La idea de gobernar debe fundarse en construir en lugar de denostar. Poco vamos a avanzar mientras continuemos rifando el poder político cada seis años en un sorteo de marketing, recursos y circunstancias.


Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. PODER Y GOBIERNO. Nuestro régimen presidencialista es obsoleto. No contempla herramientas eficaces para la cohesión social y la concordia política que exige la pluralidad mexicana del siglo XXI. Lo vemos todos los días, la confrontación atizada por los fundamentalismos no encuentra una ruta de evacuación en el presidencialismo mexicano, que no es otra cosa que un cheque en blanco que sexenalmente se entrega a quien gana la elección presidencial. El ejercicio del gobierno en México debe encontrar otra forma. Y por gobierno entendemos la acción por la cual la autoridad impone una línea de conducta a los individuos que conforman la colectividad a través del poder público, que es precisamente esa capacidad del gobierno de prevalecer sobre los individuos. El poder finalmente es la dirección autoritaria y restringida ejercida sobre las acciones de las personas.

SEGUNDO ACTO. COMPARTIR EL EJERCICIO DEL PODER PÚBLICO. En la actualidad las repúblicas pueden clasificarse en presidenciales y parlamentarias, en las primeras el jefe de Estado tiene independencia respecto del órgano legislativo, en esta situación el titular del Ejecutivo - generalmente llamado Presidente - designa directamente a sus ministros de despacho - en nuestro país denominados como Secretarios de Estado -, que sólo son políticamente responsables ante él; en las repúblicas parlamentarias los ministros son responsables ante el parlamento que tiene la dirección política del Estado. El régimen parlamentario pretende lograr que se establezca una colaboración entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, intenta que exista una relación muy estrecha entre estos dos poderes de tal manera que se cree un marco de dependencia y acciones recíprocas entre ambos. En otras palabras, se trata de un régimen en el que se comparte el ejercicio del poder público y que como forma de gobierno prevalece en la inmensa mayoría de las grandes colectividades del mundo.

TERCER ACTO. PARTIDOS POLÍTICOS. La representación política en nuestros tiempos se encuentra íntimamente ligada a la idea de pluralismo y a la de los partidos políticos. La importancia constitucional y política de los partidos se encuentra en su papel de instrumentos para el sufragio y en su misión legislativa. Los partidos políticos lo son en verdad en tanto cumplen una función integradora y comunitaria, dejando de conducirse como simples grupos de interés o presión. Finalmente, la legitimidad estatal descansa en la soberanía y la representación populares, de tal suerte que el ejercicio del poder político corresponde al Estado, es decir al Estado Moderno que es aquél que garantiza la división de poderes. La labor fundamental para la existencia y desarrollo del Estado consistente en la producción de las normas jurídicas que regulan la organización del Estado mismo, así como el sano ejercicio del poder político y la pacífica convivencia social; y tan importante tarea se ha encomendado a un órgano colegiado denominado ya sea parlamento, congreso o cortes, entre otros, según la historia y tradición del Estado de que se trate, e incluso del régimen de gobierno que prevalezca.

TRAS BAMBALINAS. PARLAMENTARISMO. Desde el ángulo que se quiera ver lo que urge a México es girar hacia el régimen parlamentario. Para que se comparta el ejercicio del poder público, la toma de decisiones, y se haga gobierno común entre todos los actores políticos. La idea de gobernar debe fundarse en construir en lugar de denostar. Poco vamos a avanzar mientras continuemos rifando el poder político cada seis años en un sorteo de marketing, recursos y circunstancias.


Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com