PRIMER ACTO. NOBLEZA DE ESPÍRITU. Hace un par de semanas nuestro amigo Armando Rivera nos obsequió el libro “Nobleza de Espíritu” del filósofo y escritor holandés Rob Riemen. Se trata de un texto interesante que invita a pensar. No es una lectura fácil pero vale la pena. La parte medular del libro reivindica el argumento sobre el “alma de Europa” de Thomas Mann - escritor alemán ganador del Premio Nobel en 1929 de cuya obra destaca La Montaña Mágica y Doctor Fausto -, ahora bajo el amparo del concepto “nobleza de espíritu”. La propuesta es conceptualmente simple: deben prevalecer los valores universales que construyen la dignidad humana sobre las ideologías que engendra el materialismo y destruyen a la civilización. Hace una alegoría de la verdad y la tolerancia como cimientos de la democracia, mientras critica con vehemencia los fundamentalismos que, como apuntamos, constituyen trampas ideológicas para la civilización. Identifica al antiamericanismo, antisemitismo y antislamismo como expresiones de intolerancia idénticas cuya única variante radica en las diferencias de sus postulados ideológicos.
SEGUNDO ACTO. IDEALES UNIVERSALES. El autor se sirve de los juicios de decenas de pensadores que van desde los clásicos hasta aquellos que vivieron el Holocausto y alzaron sus voces en la Posguerra, para exponer la crisis de valores que se gestó a partir del desprecio a la dignidad humana expresada a través de la cultura en aras del poder político. Pasa por Sócrates, Platón, Kant, Gracián, Hermann, Goethe, Freud, Nietzsche, Whitman, Schopenhauer y Camus, entre otros. Explica cómo la pasión por las ideologías políticas ha pervertido los ideales universales y atemporales tales como: libertad, verdad, justicia, amor, misericordia, bondad y belleza, hasta convertirlos en consideraciones susceptibles de ideologizarse para luego politizarse. Y, peor aún, en aras de dichos principios manipulados cometerse y pretenderse justificar infinidad de atrocidades. La tiranía del materialismo que ha pisoteado la dignidad humana entendida como razón y espíritu universal. La nobleza de espíritu es la búsqueda de la armonía con el prójimo a través del respeto, consiste en la capacidad de conducirse conforme a los valores colectivos que son universales y atemporales, y no en función de los intereses materiales individualistas y eminentemente temporales.
TERCER ACTO. HEMOS PERDIDO EL SENTIDO DE NACIÓN. Estas ideas que parecerían lejanas a nuestra realidad, lamentablemente están más presentes que nunca. Los “antififís” y los “antichairos” son expresiones fundamentalistas igual de estúpidas y equivocadas. Las ideas supremacistas basas en falsedades políticas carcomen cotidianamente el espíritu de nuestro país. Y la responsabilidad es compartida. El desprecio a la ciencia y a la cultura de los distintos gobiernos de todas las divisas en los diferentes niveles a lo largo y ancho del país, es producto de las desbordadas ambiciones de poder que desplazan los valores universales precisados y que, finalmente, representan la cultura. La ausencia de tolerancia y magnanimidad de quienes actúan en los gobiernos es evidente. Las mentiras se ofrecen como verdades con el único fin de denostar a los adversarios. Hemos perdido el sentido de Nación y en dicha pérdida se nos va el espíritu colectivo.
TRAS BAMBALINAS. CORRUPCIÓN MORAL. Los escándalos de corrupción que se han ventilado recientemente, exhiben como la corrupción patrimonial implica inexorablemente la corrupción moral. El ladrón de los dineros públicos termina por mostrar su descomposición ética al convertirse, gracias al criterio de oportunidad, en testigo colaborador para señalar a quienes fueron sus empleados, jefes y pares. Supuestamente amigos todos. Sin pudor, se aceptan las culpas propias que serán redimidas a cambio de información. Lo que se traduce en una convenenciera traición. Como ocurre con regularidad, los más feroces enemigos fueron los más cercanos amigos. El único objetivo es salvar el pellejo.
Notario Público 19 de Querétaro.