/ jueves 17 de junio de 2021

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. NO SE VEN LOS RESULTADOS. La política mexicana se ha convertido en un carnaval de protagonismos y descalificaciones. Vivimos tiempos de confrontación y desacuerdos, y no se perciben señales que nos permitan suponer que este es un estado transitorio; por el contrario, la nueva composición federalista y congresional, aderezadas con el peculiar estilo presidencial, auguran la continuidad del encono. Más allá de los discursos, seguiremos viendo una política intolerante, rencorosa y destructiva. Lamentablemente, la lucha política en México no es sino un estado de guerra permanente por el ejercicio arbitrario e ilimitado del poder. Muy pocos actores políticos muestran suficiente humildad y responsabilidad como para aceptar los retos presentes. Pareciera que nadie está dispuesto a compartir los compromisos, no obstante, todos se reparten las culpas. No se dan cuenta que con esta indolente actitud están estancando las posibilidades de desarrollo del país. Las expectativas generadas por la tercera alternancia en la Presidencia de la República se han venido disipando. Y esta discapacidad política resulta muy costosa a la luz de las actuales condiciones que privan en el mundo.

SEGUNDO ACTO. DESACTIVAR LOS EXCESOS DEL NEOLIBERALISMO. Guste o no, la realidad económica mundial es de bloques organizados bajo los principios básicos del liberalismo económico: libre empresa y concurrencia de competidores al mercado. Y como lo pronosticó Adam Smith, padre de esta corriente de pensamiento, los Estados se están limitando a mantener la paz y administrar la justicia. La diferencia de México con otras naciones que han logrado ubicarse en esta nueva realidad, sin que sus gobiernos desatiendan su irrenunciable función social, es que estos últimos han podido consolidar un sistema político democrático suficientemente sólido, dinámico y constructivo como para desactivar los excesos del neoliberalismo. Y para ello no hay recetas generales, cada país debe encontrar e implementar los mecanismos que atendiendo a las características de su identidad nacional le permitan alcanzar dicho objetivo.

TERCER ACTO. RETOMAR EL DEBATE SOBRE LA VIGENCIA DEL PRESIDENCIALISMO. Así las cosas, considerando la polarización de visiones y consecuentes necesidades de entendimiento y consenso que privan en nuestro país, podemos afirmar que el régimen presidencialista ya es obsoleto. Montesquieu afirmaba que es “una experiencia eterna, que todo hombre investido de autoridad abusa de ella. No hay poder que no incite al abuso, a la extralimitación”. Por ello, la única manera de limitar efectivamente el poder en beneficio de los ciudadanos es dividiéndolo. En México se requiere una mayor colegiación en la toma de decisiones, nos urge establecer una verdadera corresponsabilidad en el ejercicio de la función pública. En consecuencia, debemos retomar el debate sobre la vigencia del presidencialismo como cimiento del sistema democrático que deseamos construir; de lo contrario, no tardaremos mucho en regresar a alguna expresión de la dictadura o, si se ve desde otra perspectiva, vamos a vivir con un juguete caro e inservible que hoy generosa y pomposamente llamamos democracia.

TRAS BAMBALINAS. ¿DÓNDE ESTÁ EL PILOTO? El prolongado encontronazo a “tuitazos” entre Manuel Bartlett de la CFE y el Gobernador de Coahuila Miguel Riquelme exhibe, además de la falta de seriedad de ambos servidores públicos para atender la tragedia de la mima de Múzquiz, la ausencia de un elemental manejo de la política interior. ¿Dónde está el piloto?

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. NO SE VEN LOS RESULTADOS. La política mexicana se ha convertido en un carnaval de protagonismos y descalificaciones. Vivimos tiempos de confrontación y desacuerdos, y no se perciben señales que nos permitan suponer que este es un estado transitorio; por el contrario, la nueva composición federalista y congresional, aderezadas con el peculiar estilo presidencial, auguran la continuidad del encono. Más allá de los discursos, seguiremos viendo una política intolerante, rencorosa y destructiva. Lamentablemente, la lucha política en México no es sino un estado de guerra permanente por el ejercicio arbitrario e ilimitado del poder. Muy pocos actores políticos muestran suficiente humildad y responsabilidad como para aceptar los retos presentes. Pareciera que nadie está dispuesto a compartir los compromisos, no obstante, todos se reparten las culpas. No se dan cuenta que con esta indolente actitud están estancando las posibilidades de desarrollo del país. Las expectativas generadas por la tercera alternancia en la Presidencia de la República se han venido disipando. Y esta discapacidad política resulta muy costosa a la luz de las actuales condiciones que privan en el mundo.

SEGUNDO ACTO. DESACTIVAR LOS EXCESOS DEL NEOLIBERALISMO. Guste o no, la realidad económica mundial es de bloques organizados bajo los principios básicos del liberalismo económico: libre empresa y concurrencia de competidores al mercado. Y como lo pronosticó Adam Smith, padre de esta corriente de pensamiento, los Estados se están limitando a mantener la paz y administrar la justicia. La diferencia de México con otras naciones que han logrado ubicarse en esta nueva realidad, sin que sus gobiernos desatiendan su irrenunciable función social, es que estos últimos han podido consolidar un sistema político democrático suficientemente sólido, dinámico y constructivo como para desactivar los excesos del neoliberalismo. Y para ello no hay recetas generales, cada país debe encontrar e implementar los mecanismos que atendiendo a las características de su identidad nacional le permitan alcanzar dicho objetivo.

TERCER ACTO. RETOMAR EL DEBATE SOBRE LA VIGENCIA DEL PRESIDENCIALISMO. Así las cosas, considerando la polarización de visiones y consecuentes necesidades de entendimiento y consenso que privan en nuestro país, podemos afirmar que el régimen presidencialista ya es obsoleto. Montesquieu afirmaba que es “una experiencia eterna, que todo hombre investido de autoridad abusa de ella. No hay poder que no incite al abuso, a la extralimitación”. Por ello, la única manera de limitar efectivamente el poder en beneficio de los ciudadanos es dividiéndolo. En México se requiere una mayor colegiación en la toma de decisiones, nos urge establecer una verdadera corresponsabilidad en el ejercicio de la función pública. En consecuencia, debemos retomar el debate sobre la vigencia del presidencialismo como cimiento del sistema democrático que deseamos construir; de lo contrario, no tardaremos mucho en regresar a alguna expresión de la dictadura o, si se ve desde otra perspectiva, vamos a vivir con un juguete caro e inservible que hoy generosa y pomposamente llamamos democracia.

TRAS BAMBALINAS. ¿DÓNDE ESTÁ EL PILOTO? El prolongado encontronazo a “tuitazos” entre Manuel Bartlett de la CFE y el Gobernador de Coahuila Miguel Riquelme exhibe, además de la falta de seriedad de ambos servidores públicos para atender la tragedia de la mima de Múzquiz, la ausencia de un elemental manejo de la política interior. ¿Dónde está el piloto?

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com