/ jueves 19 de agosto de 2021

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. ¿QUÉ PASÓ EN AFGANISTÁN? Las imágenes son dramáticas, como sacadas de una película apocalíptica. Pero tristemente son reales. Militares norteamericanos disparando a una multitud civil. Hombres desesperados que se aferran al tren de aterrizaje de un avión de la fuerza aérea estadounidense que despega del aeropuerto de Kabul, para luego caer al vacío a una muerte segura. ¿Qué pasó en Afganistán? Vamos paso a paso. Los atentados terroristas del denominado 11-S (11 de septiembre de 2001) perpetrados por grupo extremista islámico Al-Qaeda en territorio norteamericano y que costaron la vida de 3 mil personas, cambiaron de súbito el escenario político internacional. Para el gobierno norteamericano se convirtió en una prioridad, casi obsesión, el hacer pagar a los responsables. Se desató una guerra contra el autodenominado Estado Islámico, organización yihadista que inició como la rama iraquí de Al-Qaeda para luego expandirse en el mundo islámico al grado de desplazar al propio Al-Qaeda. La diferencia fundamental entre estas organizaciones es que la segunda mantiene una férrea ideología y estructura, mientas que la primera es más flexible siempre que se promueva la acción terrorista independiente de sus miembros, especialmente en Europa occidental. Eso ha permitido desarrollarse rápidamente al también llamado “califato”. Digamos que es inclusivo. El problema es que, según los especialistas, la envestida en contra del Estado Islámico ha permitido el crecimiento de Al-Qaeda. Afirman que a menos Estado Islámico más Al-Qaeda.

SEGUNDO ACTO. TALIBANES. En este contexto, el conflicto detonó. Primero intervino Irán para defender a Siria e Irak de los yihadistas; después la guerra contra el Estado Islámico se extendió a Egipto, Libia, Nigeria, Rusia, Israel, Turquía, Yemen, Líbano y Afganistán; en esta última nación, los norteamericanos intervinieron directamente, ya que era gobernada por los talibanes (grupo político-religioso extremista que surgió en los 90´s en la guerra civil que se desató en Afganistán a la salida de la tropas soviéticas) quienes brindaban protección a los perseguidos líderes de Al-Qaeda. Durante los años de gobierno de los talibanes se estableció un régimen particularmente agresivo contra las mujeres y los no yihadistas, incluso se dieron ejecuciones masivas en estadios.

TERCER ACTO. INTERVENCIÓN Y ABANDONO. Las dos décadas de intervención norteamericana en Afganistán permitieron gobernar a los enemigos del talibán. Sin embargo, no diezmaron su presencia en el país. Por el contrario, la invasión fomentó un soterrado extremismo. Hoy que los EE.UU. deciden salir de Afganistán, se dan cuenta de que su presencia en lugar de apagar encendió el fuego del rencor. Bastaron unas cuantas horas para que la milicia afgana desertara y los talibanes se hicieran del control absoluto del país. Apenas dio tiempo a los norteamericanos para prácticamente huir. De ahí las críticas internacionales a Biden porque no calculó debidamente el impacto de la salida y ese “error de cálculo” está costando la vida de cientos de personas, muchas de ellas mujeres y niños, así como un trágico éxodo de cientos de miles de afganos que por el simple hecho de haber coexistido armónicamente con los americanos durante 20 años hoy pueden ser ejecutados.

TRAS BAMBALINAS. RETO. El paulatino regreso a la “normalidad” está exhibiendo la crisis de movilidad que afecta prácticamente a toda la zona metropolitana de Querétaro. Reto difícil para el nuevo gobierno considerando la magnitud del problema y el poco tiempo y menos recursos para resolverlo.


ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. ¿QUÉ PASÓ EN AFGANISTÁN? Las imágenes son dramáticas, como sacadas de una película apocalíptica. Pero tristemente son reales. Militares norteamericanos disparando a una multitud civil. Hombres desesperados que se aferran al tren de aterrizaje de un avión de la fuerza aérea estadounidense que despega del aeropuerto de Kabul, para luego caer al vacío a una muerte segura. ¿Qué pasó en Afganistán? Vamos paso a paso. Los atentados terroristas del denominado 11-S (11 de septiembre de 2001) perpetrados por grupo extremista islámico Al-Qaeda en territorio norteamericano y que costaron la vida de 3 mil personas, cambiaron de súbito el escenario político internacional. Para el gobierno norteamericano se convirtió en una prioridad, casi obsesión, el hacer pagar a los responsables. Se desató una guerra contra el autodenominado Estado Islámico, organización yihadista que inició como la rama iraquí de Al-Qaeda para luego expandirse en el mundo islámico al grado de desplazar al propio Al-Qaeda. La diferencia fundamental entre estas organizaciones es que la segunda mantiene una férrea ideología y estructura, mientas que la primera es más flexible siempre que se promueva la acción terrorista independiente de sus miembros, especialmente en Europa occidental. Eso ha permitido desarrollarse rápidamente al también llamado “califato”. Digamos que es inclusivo. El problema es que, según los especialistas, la envestida en contra del Estado Islámico ha permitido el crecimiento de Al-Qaeda. Afirman que a menos Estado Islámico más Al-Qaeda.

SEGUNDO ACTO. TALIBANES. En este contexto, el conflicto detonó. Primero intervino Irán para defender a Siria e Irak de los yihadistas; después la guerra contra el Estado Islámico se extendió a Egipto, Libia, Nigeria, Rusia, Israel, Turquía, Yemen, Líbano y Afganistán; en esta última nación, los norteamericanos intervinieron directamente, ya que era gobernada por los talibanes (grupo político-religioso extremista que surgió en los 90´s en la guerra civil que se desató en Afganistán a la salida de la tropas soviéticas) quienes brindaban protección a los perseguidos líderes de Al-Qaeda. Durante los años de gobierno de los talibanes se estableció un régimen particularmente agresivo contra las mujeres y los no yihadistas, incluso se dieron ejecuciones masivas en estadios.

TERCER ACTO. INTERVENCIÓN Y ABANDONO. Las dos décadas de intervención norteamericana en Afganistán permitieron gobernar a los enemigos del talibán. Sin embargo, no diezmaron su presencia en el país. Por el contrario, la invasión fomentó un soterrado extremismo. Hoy que los EE.UU. deciden salir de Afganistán, se dan cuenta de que su presencia en lugar de apagar encendió el fuego del rencor. Bastaron unas cuantas horas para que la milicia afgana desertara y los talibanes se hicieran del control absoluto del país. Apenas dio tiempo a los norteamericanos para prácticamente huir. De ahí las críticas internacionales a Biden porque no calculó debidamente el impacto de la salida y ese “error de cálculo” está costando la vida de cientos de personas, muchas de ellas mujeres y niños, así como un trágico éxodo de cientos de miles de afganos que por el simple hecho de haber coexistido armónicamente con los americanos durante 20 años hoy pueden ser ejecutados.

TRAS BAMBALINAS. RETO. El paulatino regreso a la “normalidad” está exhibiendo la crisis de movilidad que afecta prácticamente a toda la zona metropolitana de Querétaro. Reto difícil para el nuevo gobierno considerando la magnitud del problema y el poco tiempo y menos recursos para resolverlo.


ferortiz@notaria19qro.com