/ jueves 8 de febrero de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. WORST-CASE. Dicen por ahí que hay que tener cuidado porque la cosa siempre se puede poner peor. Y haciendo un ejercicio en este sentido, surgió un preocupante escenario político para este año, a saber en 4 pasos. (1) El resultado de las urnas arroja un ganador por un estrechísimo margen, lo que no es descabellado considerando las diferencias de las últimas presidenciales. En la elección federal del 2006 hubo una participación de 58.55% (5.5 % menos que en la del 2000), 41,486,718 votos válidos y 904,604 nulos, ganó Felipe Calderón (PAN) con el 35.91%, seguido de Andrés Manuel López Obrador (PRD) con el 35.29% y Roberto Madrazo (PRI) con 22.03%, esto implica una diferencia entre primero y segundo lugar de tan solo 0.62%. En la elección federal del 2012 hubo una participación de 63.14% (4.6% más que en la del 2006), 50,323,153 votos válidos y 1,241,154 votos nulos, ganó Enrique Peña Nieto (PRI) con el 38.20%, seguido nuevamente de Andrés Manuel López Obrador (PRD) con 31.57%, Josefina Vázquez Mota (PAN) con 25.68% y Gabriel Quadri de la Torre (PANAL) con 2.29%, una diferencia del ganador de 6.63%.

SEGUNDO ACTO. WORST-CASE 2. (2) Todos los candidatos impugnan la elección en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, incluyendo al que resulte ganador. Se acusan recíprocamente de actos anticipados de campaña durante las precampañas y ese limbo de 46 días que viene bautizado como “intercampañas” (¿alguien duda de que hoy existen suficientes elementos para probar que todos hicieron campaña durante las precampañas?), haber rebasado los topes de gastos, no haber reportado todas las erogaciones, delitos electorales como la intervención de gobiernos y funcionarios públicos durante la jornada y otras cosas (¿creen que no se vayan a dar y, en esta era en la que de todo se levanta imagen, que no se vayan a registrar?). Según la Constitución y la legislación electoral corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral resolver en única instancia, y en forma definitiva e inatacable, las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ya que es el órgano competente para - ojo - una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto, realizar el cómputo final de la elección presidencial, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos. (3) Los 7 magistrados de la Sala Superior se apanican por la enorme cantidad de evidencias de que todos transgredieron reiterada y flagrantemente un sinnúmero de las estrictísimas normas electorales y deciden, unánime y salomónicamente, anular la elección. (4) Se deberá repetir la elección pero la sanción - pareja - es que los contendientes no podrán participar con los mismos candidatos.

TERCER ACTO. EL CAOS DEL PRESIDENTE INTERINO. Entonces, vienen los verdaderos problemas. Si no logramos ponernos de acuerdo para nombrar un fiscal anticorrupción, ¿cómo le vamos a hacer para que nuestro Congreso nombre un Presidente Interino? ¿Y el Gabinete? ¿Y las designaciones congresionales? Se imaginan el caos político-parlamentario y sus efectos sociales. Con la negociación del NAFTA en proceso, ¿quién tendría suficiencia política para negociar por México en este contexto? Parece que no one. El sueño de Trump. Y luego los partidos políticos y alianzas, se imaginan los trancazos para elegir a sus nuevos candidatos. En MORENA pues el joven López Beltrán. ¿Pero en el PAN? ¿Y en (lo que quede) del PRI? Guerras fratricidas. Así que no se apachurre por lo que ve querido lector, porque la cosa siempre se puede poner peor.

TRAS BAMBALINAS. EL QUE MANDA RESUELVE. Todos sabemos quien manda en el PRI queretano. En última instancia es el tricolor mejor posicionado políticamente como Secretario de Estado y cercano al - cada día menos porque el elevador del poder ya va en descenso a los infiernos - todopoderoso. Sin embargo, al asumir este control mediante la caprichosa designación de una dirigencia estatal hueca, conflictiva y notoriamente cavernaria en sus formas, se sobrentiende que también se hace responsable de contener o, en su defecto, suplir dichas deficiencias. En otras palabras, en la lógica del poder el que manda resuelve. Pretender asumir dicho “liderazgo” únicamente para repartir cargos, candidaturas y vetos al antojo es un despropósito que, como ya es evidente, está despedazando a un PRI de por sí internamente confrontado y socialmente repudiado. Por lo que el pronóstico es conservadoramente catastrófico. Y es que en todos los partidos hay problemas, el asunto es atenderlos para cuando menos tratar de resolverlos. Pero si el bombero quiere apagar el fuego con baldes de gasolina… ni para dónde hacerse.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. WORST-CASE. Dicen por ahí que hay que tener cuidado porque la cosa siempre se puede poner peor. Y haciendo un ejercicio en este sentido, surgió un preocupante escenario político para este año, a saber en 4 pasos. (1) El resultado de las urnas arroja un ganador por un estrechísimo margen, lo que no es descabellado considerando las diferencias de las últimas presidenciales. En la elección federal del 2006 hubo una participación de 58.55% (5.5 % menos que en la del 2000), 41,486,718 votos válidos y 904,604 nulos, ganó Felipe Calderón (PAN) con el 35.91%, seguido de Andrés Manuel López Obrador (PRD) con el 35.29% y Roberto Madrazo (PRI) con 22.03%, esto implica una diferencia entre primero y segundo lugar de tan solo 0.62%. En la elección federal del 2012 hubo una participación de 63.14% (4.6% más que en la del 2006), 50,323,153 votos válidos y 1,241,154 votos nulos, ganó Enrique Peña Nieto (PRI) con el 38.20%, seguido nuevamente de Andrés Manuel López Obrador (PRD) con 31.57%, Josefina Vázquez Mota (PAN) con 25.68% y Gabriel Quadri de la Torre (PANAL) con 2.29%, una diferencia del ganador de 6.63%.

SEGUNDO ACTO. WORST-CASE 2. (2) Todos los candidatos impugnan la elección en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, incluyendo al que resulte ganador. Se acusan recíprocamente de actos anticipados de campaña durante las precampañas y ese limbo de 46 días que viene bautizado como “intercampañas” (¿alguien duda de que hoy existen suficientes elementos para probar que todos hicieron campaña durante las precampañas?), haber rebasado los topes de gastos, no haber reportado todas las erogaciones, delitos electorales como la intervención de gobiernos y funcionarios públicos durante la jornada y otras cosas (¿creen que no se vayan a dar y, en esta era en la que de todo se levanta imagen, que no se vayan a registrar?). Según la Constitución y la legislación electoral corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral resolver en única instancia, y en forma definitiva e inatacable, las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ya que es el órgano competente para - ojo - una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto, realizar el cómputo final de la elección presidencial, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos. (3) Los 7 magistrados de la Sala Superior se apanican por la enorme cantidad de evidencias de que todos transgredieron reiterada y flagrantemente un sinnúmero de las estrictísimas normas electorales y deciden, unánime y salomónicamente, anular la elección. (4) Se deberá repetir la elección pero la sanción - pareja - es que los contendientes no podrán participar con los mismos candidatos.

TERCER ACTO. EL CAOS DEL PRESIDENTE INTERINO. Entonces, vienen los verdaderos problemas. Si no logramos ponernos de acuerdo para nombrar un fiscal anticorrupción, ¿cómo le vamos a hacer para que nuestro Congreso nombre un Presidente Interino? ¿Y el Gabinete? ¿Y las designaciones congresionales? Se imaginan el caos político-parlamentario y sus efectos sociales. Con la negociación del NAFTA en proceso, ¿quién tendría suficiencia política para negociar por México en este contexto? Parece que no one. El sueño de Trump. Y luego los partidos políticos y alianzas, se imaginan los trancazos para elegir a sus nuevos candidatos. En MORENA pues el joven López Beltrán. ¿Pero en el PAN? ¿Y en (lo que quede) del PRI? Guerras fratricidas. Así que no se apachurre por lo que ve querido lector, porque la cosa siempre se puede poner peor.

TRAS BAMBALINAS. EL QUE MANDA RESUELVE. Todos sabemos quien manda en el PRI queretano. En última instancia es el tricolor mejor posicionado políticamente como Secretario de Estado y cercano al - cada día menos porque el elevador del poder ya va en descenso a los infiernos - todopoderoso. Sin embargo, al asumir este control mediante la caprichosa designación de una dirigencia estatal hueca, conflictiva y notoriamente cavernaria en sus formas, se sobrentiende que también se hace responsable de contener o, en su defecto, suplir dichas deficiencias. En otras palabras, en la lógica del poder el que manda resuelve. Pretender asumir dicho “liderazgo” únicamente para repartir cargos, candidaturas y vetos al antojo es un despropósito que, como ya es evidente, está despedazando a un PRI de por sí internamente confrontado y socialmente repudiado. Por lo que el pronóstico es conservadoramente catastrófico. Y es que en todos los partidos hay problemas, el asunto es atenderlos para cuando menos tratar de resolverlos. Pero si el bombero quiere apagar el fuego con baldes de gasolina… ni para dónde hacerse.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com