/ martes 12 de mayo de 2020

Fuera de Agenda | Blindar el desastre

¿Cuál es el motivo por el que decidió el Presidente de la República emplear de manera extraordinaria y permanente a las Fuerzas Armadas en seguridad pública?

El acuerdo publicado ayer en el Diario Oficial de la Nación por el que el “se dispone de la Fuerza Armada permanente para llevar a cabo tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria”, deja a la población civil en un estado de incertidumbre jurídica ya que el jefe del Ejecutivo federal no justifica sus razones para emplear a los militares en labores policiacas. ¿Qué funciones van a realizar los militares, cómo las van llevar a cabo, cómo los van a fiscalizar? ¿Cómo y por qué se le considera “extraordinaria” esta intervención?

El documento que oficializa a partir de hoy la intervención militar en seguridad pública durante cinco años, prácticamente todo el sexenio, “mientras la Guardia Nacional desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial”, no deja en claro cómo se va a fiscalizar su labor, como se va a medir su efectividad y qué tipos de delitos van a perseguir. De la lectura del acuerdo surge una pregunta básica: si el Ejército permanente estará volcado en la seguridad pública ¿quién va a cuidar la seguridad exterior, quién custodiará la soberanía nacional?

Un acuerdo como el que da luz verde a partir de hoy a la intervención militar en labores policiacas, era algo que los mandos militares exigían al poder civil desde el sexenio de Felipe Calderón. Se trataba de “blindar jurídicamente” su intervención en labores de seguridad pública. Sin embargo se vuelve a echar mano del último recurso que le queda al Estado mexicano, emplear a la fuerza armada en una labor para la que no está preparada ni es su función constitucional.

Se formaliza la militarización de la seguridad pública, algo que sucedió durante el sexenio calderonista y que dejó consecuencias fatales en la vida pública del país. Fue el gobierno panista el que provocó un desgaste permanente en las tropas y oficiales de las Fuerzas Armadas. Quién iba a pensar que quienes se dicen “diferentes” irían por el mismo camino.

La lección de los últimos sexenios ha sido que los militares no están preparados para labores de seguridad pública. Por ello las probabilidades de que la Guardia Nacional fracase son muy altas. Las razones son de diversa índole. Una de ellas es que mientras el Ejército mexicano no cambie sus estructuras, su operación e indiosincracia, y por lo menos sea autocrítico de su labor, cualquier misión estará condenada al fracaso. Gran parte de la población civil le llama la atención por qué el Ejército y ahora la Guardia Nacional, con militares portando brazalete, es torpe y lento para reaccionar cuando está en curso un hecho delictivo de alto impacto. Una de las razones es que los comandantes no tienen iniciativa propia, de llegar a tenerla podrían ser sancionados. La férrea disciplina militar suele castigar la resolución y decisión de quienes actúan. No por algo se dice que la GN es apéndice del Ejército.

¿Cuál es el motivo por el que decidió el Presidente de la República emplear de manera extraordinaria y permanente a las Fuerzas Armadas en seguridad pública?

El acuerdo publicado ayer en el Diario Oficial de la Nación por el que el “se dispone de la Fuerza Armada permanente para llevar a cabo tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria”, deja a la población civil en un estado de incertidumbre jurídica ya que el jefe del Ejecutivo federal no justifica sus razones para emplear a los militares en labores policiacas. ¿Qué funciones van a realizar los militares, cómo las van llevar a cabo, cómo los van a fiscalizar? ¿Cómo y por qué se le considera “extraordinaria” esta intervención?

El documento que oficializa a partir de hoy la intervención militar en seguridad pública durante cinco años, prácticamente todo el sexenio, “mientras la Guardia Nacional desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial”, no deja en claro cómo se va a fiscalizar su labor, como se va a medir su efectividad y qué tipos de delitos van a perseguir. De la lectura del acuerdo surge una pregunta básica: si el Ejército permanente estará volcado en la seguridad pública ¿quién va a cuidar la seguridad exterior, quién custodiará la soberanía nacional?

Un acuerdo como el que da luz verde a partir de hoy a la intervención militar en labores policiacas, era algo que los mandos militares exigían al poder civil desde el sexenio de Felipe Calderón. Se trataba de “blindar jurídicamente” su intervención en labores de seguridad pública. Sin embargo se vuelve a echar mano del último recurso que le queda al Estado mexicano, emplear a la fuerza armada en una labor para la que no está preparada ni es su función constitucional.

Se formaliza la militarización de la seguridad pública, algo que sucedió durante el sexenio calderonista y que dejó consecuencias fatales en la vida pública del país. Fue el gobierno panista el que provocó un desgaste permanente en las tropas y oficiales de las Fuerzas Armadas. Quién iba a pensar que quienes se dicen “diferentes” irían por el mismo camino.

La lección de los últimos sexenios ha sido que los militares no están preparados para labores de seguridad pública. Por ello las probabilidades de que la Guardia Nacional fracase son muy altas. Las razones son de diversa índole. Una de ellas es que mientras el Ejército mexicano no cambie sus estructuras, su operación e indiosincracia, y por lo menos sea autocrítico de su labor, cualquier misión estará condenada al fracaso. Gran parte de la población civil le llama la atención por qué el Ejército y ahora la Guardia Nacional, con militares portando brazalete, es torpe y lento para reaccionar cuando está en curso un hecho delictivo de alto impacto. Una de las razones es que los comandantes no tienen iniciativa propia, de llegar a tenerla podrían ser sancionados. La férrea disciplina militar suele castigar la resolución y decisión de quienes actúan. No por algo se dice que la GN es apéndice del Ejército.