por Elizabeth Mejía Pérez Campos
Hace unas semanas National Geography transmitió un programa de televisión sobre el hallazgo de nuevos edificios en un sitio de Guatemala. En este programa se usó una técnica conocida como LIDAR: que es un acrónimo de las siglas en inglés (Light Detection and Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging). Se trata de un dispositivo con un emisor láser, que desde larga distancia emite un haz de láser y su rebote, mide el retraso entre la emisión y su reflejo, con ello establece elevaciones en el terreno, lo que tiene aplicaciones en arqueología.
Respecto a este programa de TV vale la pena reflexionar en varios aspectos. El primero es que tanto en Guatemala como en México no conocemos todos los sitios de ocupación antigua ya que no se ha cubierto el 100% del territorio para hallar lugares arqueológicos, de hecho calculó que en la Sierra Gorda nos falta recuperar un 40% de pequeños asentamientos, esto es caseríos de unas 10 viviendas que aun volando bajo para tomar fotos no se ven bajo el bosque.
El segundo aspecto de este programa de TV es la capacidad gubernamental para proteger o trabajar estos sitios arqueológicos. Al poco tiempo de este programa estadounidense el ministerio de cultura de Guatemala comentó que el lugar descubierto se encuentra bajo la selva en lugares de difícil acceso, además la situación económica de su país imposibilita trabajar o restaurar estos nuevos edificios. Esto lo entendemos plenamente, sobre todo si consideramos al estado de Querétaro donde los esfuerzos del gobierno federal en los últimos 25 años apenas han restaurado 3 de 600 sitios que tiene la Sierra Gorda. Logrando abrir al público Ranas en 1987 con apoyo estatal, Toluquilla se abre al público en 1997 y Tancama en el año 2012 con apoyo estatal y municipal.
Ello porque aun cuando el INAH es una dependencia federal de gran tamaño se ve rebasada por la cantidad de patrimonio conocido, por ejemplo, entre Ranas y Toluquilla apenas hay 4 trabajadores federales de base y Tancama tiene 3 eventuales. Así los restantes 577 quedan a merced de la protección ciudadana. Y resulta problemático tener un trabajador en cada uno de los sitios restantes.
Por último vale la pena anotar que de acuerdo a la legislación vigente un sitio arqueológico es un lugar con evidencia de ocupación prehispánica y que no cuenta con infraestructura mínima y tampoco un trabajo de restauración para considerarlo abierto al público. Mientras que la zona arqueológica ya tiene infraestructura, los monumentos ya están restaurados y hubo un plan de apertura. Así en Querétaro solo existen tres zonas arqueológicas Toluquilla, Ranas y Tancama, mientras que El Cerrito en el municipio de Corregidora es considerada como sitio arqueológico.