/ viernes 27 de julio de 2018

Humanitas: arte y pasión

Intempestivo es el tiempo actual, lo contemporáneo es el tiempo en el que nos encontramos, tiempo que nos desgarra y fragmenta. El ahora es un culto a la memoria y al olvido, como el grillo nocturno, que no es capaz de repetir el canto de la noche anterior porque ya no la recuerda. La memoria es la historia al servicio de la vida, no de los hechos. El tiempo es memoria que pretende ser productiva, pero que sucumbe de tanto en tanto, y de vez en vez porque a veces es mejor no recordar.

Contemporáneo es aquel que vive en la sombra que produce la oscuridad del presente. Es decir, el contemporáneo no se ciega con la luz de los reflectores del presente, que no le permiten ver las sombras, como afirma Giorgio Agamben. Es aquel que no se adapta, que no pertenece a su tiempo, y por esa actitud de no completarse con su presente se vuelve el más capaz en percibir y entender su tiempo. Roger Barthes dije: “Lo contemporáneo es lo intempestivo”.

La contemporaneidad es una relación de distancia con el propio tiempo. “Aquellos que coinciden completamente con la época, que concuerdan en cualquier punto con ella, no son contemporáneos, pues, justamente por ello, no logran verla, no pueden mantener fija la mirada sobre ella”. Los artistas y los historiadores del arte advierten que entre lo arcaico y lo moderno existe un maridaje, un singular romance secreto que no acaba de terminar.

Por ello la vanguardia ha perseguido lo arcaico y lo primitivo, sabe que el acceso al presente tiene la forma de una arqueología. No se retrocede al pasado, sino a lo que el presente carece, a lo no vivido de lo vivido. “Ser contemporáneo significa en este sentido regresar a un presente en el que nunca hemos estado”.

Será entonces el contemporáneo el que rompe en el ahora, que realiza la fractura que provoca ese encuentro entre los tiempos, entre la historia. Es el que a pesar de la oscuridad no se deja cegar con las luces del presente moderno. “Es como si esa invisible luz que es la oscuridad del presente proyectara su sombra sobre el pasado”. Ocurre en la moda que es una discontinuidad, es un tiempo adelantado a sí mismo, y siempre retrasado, esta entre un “todavía no” y un “ya no”. El ahora en la moda es un momento que no podemos identificar. El sujeto que cree estar a la moda no sabe que ya no está a la moda, y tal vez nunca lo estará.

Lo contemporáneo a veces nos acerca al origen, a lo arcaico, es como esa cercana lejanía que se presenta en el ahora, en la arqueología de las cosas, en esa secreta cita entre lo moderno y lo arcaico. Como la vanguardia, que de ahí abreva, de lo no vivido que es el presente, y se remontó a la savia de los tiempos pasados, históricos y vividos. La llave de lo moderno se encuentra oculta en el pasado.

Quien es capaz de interpolar el tiempo está en posibilidad de transformarlo y ponerlo en relación con los otros tiempos, leer en él de manera inédita la historia, citarla según su necesidad. “Es como esa luz invisible que es la oscuridad del presente, que, al proyectar su sombra sobre el pasado, este adquiere la capacidad de responder a las tinieblas del ahora”.

(notas de Giorgio Agamben).

bobiglez@gmail.com

Intempestivo es el tiempo actual, lo contemporáneo es el tiempo en el que nos encontramos, tiempo que nos desgarra y fragmenta. El ahora es un culto a la memoria y al olvido, como el grillo nocturno, que no es capaz de repetir el canto de la noche anterior porque ya no la recuerda. La memoria es la historia al servicio de la vida, no de los hechos. El tiempo es memoria que pretende ser productiva, pero que sucumbe de tanto en tanto, y de vez en vez porque a veces es mejor no recordar.

Contemporáneo es aquel que vive en la sombra que produce la oscuridad del presente. Es decir, el contemporáneo no se ciega con la luz de los reflectores del presente, que no le permiten ver las sombras, como afirma Giorgio Agamben. Es aquel que no se adapta, que no pertenece a su tiempo, y por esa actitud de no completarse con su presente se vuelve el más capaz en percibir y entender su tiempo. Roger Barthes dije: “Lo contemporáneo es lo intempestivo”.

La contemporaneidad es una relación de distancia con el propio tiempo. “Aquellos que coinciden completamente con la época, que concuerdan en cualquier punto con ella, no son contemporáneos, pues, justamente por ello, no logran verla, no pueden mantener fija la mirada sobre ella”. Los artistas y los historiadores del arte advierten que entre lo arcaico y lo moderno existe un maridaje, un singular romance secreto que no acaba de terminar.

Por ello la vanguardia ha perseguido lo arcaico y lo primitivo, sabe que el acceso al presente tiene la forma de una arqueología. No se retrocede al pasado, sino a lo que el presente carece, a lo no vivido de lo vivido. “Ser contemporáneo significa en este sentido regresar a un presente en el que nunca hemos estado”.

Será entonces el contemporáneo el que rompe en el ahora, que realiza la fractura que provoca ese encuentro entre los tiempos, entre la historia. Es el que a pesar de la oscuridad no se deja cegar con las luces del presente moderno. “Es como si esa invisible luz que es la oscuridad del presente proyectara su sombra sobre el pasado”. Ocurre en la moda que es una discontinuidad, es un tiempo adelantado a sí mismo, y siempre retrasado, esta entre un “todavía no” y un “ya no”. El ahora en la moda es un momento que no podemos identificar. El sujeto que cree estar a la moda no sabe que ya no está a la moda, y tal vez nunca lo estará.

Lo contemporáneo a veces nos acerca al origen, a lo arcaico, es como esa cercana lejanía que se presenta en el ahora, en la arqueología de las cosas, en esa secreta cita entre lo moderno y lo arcaico. Como la vanguardia, que de ahí abreva, de lo no vivido que es el presente, y se remontó a la savia de los tiempos pasados, históricos y vividos. La llave de lo moderno se encuentra oculta en el pasado.

Quien es capaz de interpolar el tiempo está en posibilidad de transformarlo y ponerlo en relación con los otros tiempos, leer en él de manera inédita la historia, citarla según su necesidad. “Es como esa luz invisible que es la oscuridad del presente, que, al proyectar su sombra sobre el pasado, este adquiere la capacidad de responder a las tinieblas del ahora”.

(notas de Giorgio Agamben).

bobiglez@gmail.com