/ viernes 30 de noviembre de 2018

Humanitas: arte y pasión

El mundo de las cosas invisibles es una posibilidad que cada día la ciencia comprende mejor. Desde la antigüedad se tiene noticia de hechos que pertenecen al mundo invisible. La presencia de seres sagrados, dioses, espíritus y acontecimientos que resultan insólitos o singulares. El imperio de la lógica y la razón humana compactada en la ilustración, desaprobó y despreció todo tipo de fenómenos o hechos que no fueran demostrables.

La modernidad desplegó la secularización del mundo desterrando a los dioses y el pensamiento mágico-religioso, y declarando la guerra a la metafísica tradicional.

Hoy la astrofísica nos advierte que el mundo invisible es una posibilidad que cada vez la ciencia comprende mejor. La energía oscura que ocupa el 70 % del universo y la materia oscura que ocupa un 25% son unos enigmas que se están revelando con más claridad gracias a la tecnología actual, el resto lo ocupa la materia ordinaria, es decir, la que conocemos.

Sabemos que hace un siglo Albert Einstein planteo la idea de la energía oscura simple. Hoy en día sabemos que la energía oscura es la responsable de la expansión acelerada del universo, es decir, produce un efecto contrario o una lucha con la gravedad para jalar prácticamente al universo al exterior. El premio Nobel 2011 de física se otorgó por descubrir la expansión acelerada del cosmos a los astrofísicos Adam Riess, Brian Schmidt y Saul Perlmutter.

Estos hallazgos de encontrar una medida de la energía y la materia oscura, nos permiten reflexionar de hasta donde es posible que el mundo en el que vivimos y la materia de la que estamos hechos, igual que las estrellas, llamada materia bariónica es muy inferior en la conformación del cosmos. Lo que pertenece a ese mundo invisible, oscuro es materia y energía que vibra a otra frecuencia o que es de baja densidad, tal vez fría que no transmite luz ni tampoco electromagnetismo, y sin embargo eso no quiere decir que no existan. Los mundos primitivos, antiguos que realizaron pactos y rituales con los animales, los árboles, los ríos, las montañas, con la naturaleza toda, sabían que al pactar y ofrendar con dioses y naturaleza, estaban negociando con energías del mundo invisible, que aunque no las podían ver sabían que estaban ahí. En el animismo por ejemplo, como forma ritual milenaria los hombres pactaban y ofrendaban con un árbol o una piedra, pero con quien ellos realmente pactaban era con energía invisibles. Los hombres no le rezaban a una piedra, sino a lo que representaba la piedra.

El mundo secular moderno ha mantenido una relación escéptica frente a la ritualidad humana y los actos mágico-chamanicos contemporáneos, que se manifiestan cada vez más en la vida cotidiana, en la calle, en los mercados, en los hogares, en la poesía y en el arte.

Por ello los descubrimientos de la astro-física, pueden leerse de cómo en un mundo contemporáneo se puede alterar el orden de lo uniforme y de lo ordinario de la vida moderna a manera de metáforas.

Los científicos afirman que el destino del universo será una nada fría y oscura.

El hombre contemporáneo que retorna a los rituales, pretende realizar un nuevo pacto con la naturaleza y con las energías invisibles que nos gobiernan.

Serán las nuevas generaciones las que se comprometan en pactar de nueva cuenta con la naturaleza y lo invisible, para desterrar el consumismo y la sobre producción de objetos inútiles hijos de la razón instrumental.

Para concluir recordemos una frase del maestro Antoine de Saint-Exupéry: “Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos”.

bobiglez@gmail.com

El mundo de las cosas invisibles es una posibilidad que cada día la ciencia comprende mejor. Desde la antigüedad se tiene noticia de hechos que pertenecen al mundo invisible. La presencia de seres sagrados, dioses, espíritus y acontecimientos que resultan insólitos o singulares. El imperio de la lógica y la razón humana compactada en la ilustración, desaprobó y despreció todo tipo de fenómenos o hechos que no fueran demostrables.

La modernidad desplegó la secularización del mundo desterrando a los dioses y el pensamiento mágico-religioso, y declarando la guerra a la metafísica tradicional.

Hoy la astrofísica nos advierte que el mundo invisible es una posibilidad que cada vez la ciencia comprende mejor. La energía oscura que ocupa el 70 % del universo y la materia oscura que ocupa un 25% son unos enigmas que se están revelando con más claridad gracias a la tecnología actual, el resto lo ocupa la materia ordinaria, es decir, la que conocemos.

Sabemos que hace un siglo Albert Einstein planteo la idea de la energía oscura simple. Hoy en día sabemos que la energía oscura es la responsable de la expansión acelerada del universo, es decir, produce un efecto contrario o una lucha con la gravedad para jalar prácticamente al universo al exterior. El premio Nobel 2011 de física se otorgó por descubrir la expansión acelerada del cosmos a los astrofísicos Adam Riess, Brian Schmidt y Saul Perlmutter.

Estos hallazgos de encontrar una medida de la energía y la materia oscura, nos permiten reflexionar de hasta donde es posible que el mundo en el que vivimos y la materia de la que estamos hechos, igual que las estrellas, llamada materia bariónica es muy inferior en la conformación del cosmos. Lo que pertenece a ese mundo invisible, oscuro es materia y energía que vibra a otra frecuencia o que es de baja densidad, tal vez fría que no transmite luz ni tampoco electromagnetismo, y sin embargo eso no quiere decir que no existan. Los mundos primitivos, antiguos que realizaron pactos y rituales con los animales, los árboles, los ríos, las montañas, con la naturaleza toda, sabían que al pactar y ofrendar con dioses y naturaleza, estaban negociando con energías del mundo invisible, que aunque no las podían ver sabían que estaban ahí. En el animismo por ejemplo, como forma ritual milenaria los hombres pactaban y ofrendaban con un árbol o una piedra, pero con quien ellos realmente pactaban era con energía invisibles. Los hombres no le rezaban a una piedra, sino a lo que representaba la piedra.

El mundo secular moderno ha mantenido una relación escéptica frente a la ritualidad humana y los actos mágico-chamanicos contemporáneos, que se manifiestan cada vez más en la vida cotidiana, en la calle, en los mercados, en los hogares, en la poesía y en el arte.

Por ello los descubrimientos de la astro-física, pueden leerse de cómo en un mundo contemporáneo se puede alterar el orden de lo uniforme y de lo ordinario de la vida moderna a manera de metáforas.

Los científicos afirman que el destino del universo será una nada fría y oscura.

El hombre contemporáneo que retorna a los rituales, pretende realizar un nuevo pacto con la naturaleza y con las energías invisibles que nos gobiernan.

Serán las nuevas generaciones las que se comprometan en pactar de nueva cuenta con la naturaleza y lo invisible, para desterrar el consumismo y la sobre producción de objetos inútiles hijos de la razón instrumental.

Para concluir recordemos una frase del maestro Antoine de Saint-Exupéry: “Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos”.

bobiglez@gmail.com