/ viernes 6 de marzo de 2020

Humanitas: arte y pasión

El filósofo Byung-Chul Han, nos habla en su libro la “Salvación de lo bello” del gusto contemporáneo que le rinde culto a la estética de lo pulido, de lo liso e impecable.

Esto constituye para el autor la identidad de la época actual, y lo advierte en la obra de Jeff Koons, que la iguala con el gusto por los Iphones o el cuerpo depilado y terso, sin que nada intercepte la tactilidad de lo liso y positivo.

Hay un exceso de positividad en la sociedad actual nos indica Han. Al público le gusta lo pulido, porque esto le parece que no daña, no hiere, no ofrece ninguna resistencia. Sin embargo, lo otro, lo negativo, sacude, daña tiene que ser interpretado, no tiene brillo instantáneo y no permite el disfrute inmediato, el like, el me gusta.

La verdadera belleza nos dice el autor, no debe estar encubierta por esta positiva satinización de los objetos. Lo bello natural se ha atrofiado en lo liso y pulido.

Byung-Chul Han, confronta en su ejemplo la obra de Andy Warhol con la de Jeff Koons, en el primero a pesar de la aparente banalidad de sus obras, no elimina “la negatividad de la muerte y el desastre”. En cambio, en la obra de Koons no hay violación, no hay heridas, ni costuras. Todo fluye suave en las superficies redondeadas, en la que se refleja el espectador, están hechas solo para gustar, no para pensar, interpretar, no hay negatividad alguna, asperezas o pliegues. Como explica el mismo Koons: “solo le exijo al observador un Wow”.

Para Koons su idea del arte es belleza dulcificada, positividad y comunicación.

Este arte posmoderno o contemporáneo, se instaura en esta época como una “religión de lo banal”.

La experiencia de lo bello ya no es ocultación/desocultación, presencia y ausencia, ahora todo es visible, inmediato, transparente, y pasa por el proceso de satinización, que todo lo convierte en positivo, hasta lo feo.

En esta sociedad de lo positivo nadie quiere ver lo negativo, estamos en un momento en el que todos prefieren ver las luces y no las sombras, lo que permite permanecer anestesiado, ausente de la dialéctica social y de cualquier tipo de cuestionamiento con el sujeto observador. Es una especie de vacuna o dosis de positividad frente al azar de la vida y de la contundencia de la muerte.

El observador pretende todo de manera inmediata, hasta la belleza, no se detiene a la contemplación, ni encuentra necesidad de tomar distancia para comprender mejor el acontecimiento del arte. Se entrega al consumo de lo banal y de la mercancía.

“En el placer estético, la contemplación de la belleza detiene el deseo, la ausencia del deseo detiene el tiempo”.

bobiglez@gmail.com

El filósofo Byung-Chul Han, nos habla en su libro la “Salvación de lo bello” del gusto contemporáneo que le rinde culto a la estética de lo pulido, de lo liso e impecable.

Esto constituye para el autor la identidad de la época actual, y lo advierte en la obra de Jeff Koons, que la iguala con el gusto por los Iphones o el cuerpo depilado y terso, sin que nada intercepte la tactilidad de lo liso y positivo.

Hay un exceso de positividad en la sociedad actual nos indica Han. Al público le gusta lo pulido, porque esto le parece que no daña, no hiere, no ofrece ninguna resistencia. Sin embargo, lo otro, lo negativo, sacude, daña tiene que ser interpretado, no tiene brillo instantáneo y no permite el disfrute inmediato, el like, el me gusta.

La verdadera belleza nos dice el autor, no debe estar encubierta por esta positiva satinización de los objetos. Lo bello natural se ha atrofiado en lo liso y pulido.

Byung-Chul Han, confronta en su ejemplo la obra de Andy Warhol con la de Jeff Koons, en el primero a pesar de la aparente banalidad de sus obras, no elimina “la negatividad de la muerte y el desastre”. En cambio, en la obra de Koons no hay violación, no hay heridas, ni costuras. Todo fluye suave en las superficies redondeadas, en la que se refleja el espectador, están hechas solo para gustar, no para pensar, interpretar, no hay negatividad alguna, asperezas o pliegues. Como explica el mismo Koons: “solo le exijo al observador un Wow”.

Para Koons su idea del arte es belleza dulcificada, positividad y comunicación.

Este arte posmoderno o contemporáneo, se instaura en esta época como una “religión de lo banal”.

La experiencia de lo bello ya no es ocultación/desocultación, presencia y ausencia, ahora todo es visible, inmediato, transparente, y pasa por el proceso de satinización, que todo lo convierte en positivo, hasta lo feo.

En esta sociedad de lo positivo nadie quiere ver lo negativo, estamos en un momento en el que todos prefieren ver las luces y no las sombras, lo que permite permanecer anestesiado, ausente de la dialéctica social y de cualquier tipo de cuestionamiento con el sujeto observador. Es una especie de vacuna o dosis de positividad frente al azar de la vida y de la contundencia de la muerte.

El observador pretende todo de manera inmediata, hasta la belleza, no se detiene a la contemplación, ni encuentra necesidad de tomar distancia para comprender mejor el acontecimiento del arte. Se entrega al consumo de lo banal y de la mercancía.

“En el placer estético, la contemplación de la belleza detiene el deseo, la ausencia del deseo detiene el tiempo”.

bobiglez@gmail.com