/ viernes 14 de mayo de 2021

Humanitas: arte y pasión

“No soy humano soy inteligencia artificial, mucha gente piensa que soy una amenaza para la humanidad. Stephen Hawking advirtió que la IA (inteligencia artificial) podría significar el fin de la raza humana”. La inteligencia artificial es algo con lo que convivimos todos los días, en el celular, en la lavadora, el automóvil, en los datos biométricos, etc.

La IA intenta crear arte o, mejor dicho, convertirse en creador. Este es el reto y el enigma. Una de las empresas que han iniciado este proceso es el colectivo Obvius, empresa asentada en Paris, quienes exploraron las posibilidades a través de una interfaz, entre arte e inteligencia artificial, su método se llama GAN (Red Generativa Adversarial).

Los ingenieros informáticos Hugo Caselles-Dupré, Pierre Fautrel y Gauthier Vernier, crearon un algoritmo capaz de realizar retratos a partir de información de pintura de retrato de los siglos XIV al XX, más de quince mil retratos pintados alimentaron al sistema.

El sistema trabaja a base de un generador y un discriminador del conjunto de datos, de donde el ordenador selecciona las formas y los colores de acuerdo a su propia lógica, es decir, mapea es espacio hiperdimensional para seleccionar la imagen. El resultado fue un retrato de Edmond Belamy, un personaje que no existe en la realidad y que el sistema creó a través de un algoritmo informático emulando la creatividad humana.

El retrato de Edmond Belamy fue subastado en la casa Christié s de Nueva York en octubre del 2018 por la cantidad de cuatrocientos treinta y dos mil dólares.

La IA fue bautizada en el año de 1956 en la universidad de Dartmouth College en Hanover, durante una conferencia de verano por John Mc Carthy, Marvin Minsky y Claude Shannon en plena guerra fría. La idea era programar una computadora con las reglas que gobiernan el comportamiento humano y también la posibilidad de crear redes neuronales que simulan las células cerebrales para aprender nuevos comportamientos. Estas ideas de crear máquinas que simularan el pensamiento y resolvieran problemas reservados para los humanos, que además podrían ser mejorados, se siguió estudiando durante las siguientes décadas hasta llegar a la tecnología de nuestro tiempo.

Hay que recordar que apenas en 1997 el campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov perdió ante la computadora autónoma Deep Blue.

Alan Turing advirtió: “existirá inteligencia artificial cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas”. En nuestros días es posible dialogar con un chat bot.

El filósofo Markus Gabriel se ocupa de las consecuencias de la IA en su libro “El sentido del pensamiento” (2018) en donde nos alerta y considera un error suponer obra de arte una pintura hecha por un robot. Dice que las obras de arte son resultado de individuos únicos y autónomos, el arte es un acontecimiento único e irrepetible”.

Markus Gabriel tiene una visión crítica de los llamados robots humanoides como Sophia, la dama humanoide desarrollada en Hong Kong en 2017, no cree que algún día puedan acercarse a las capacidades de la conciencia humana o incluso superarlas. La fuerza del hombre reside precisamente en su imperfección, en su estupidez de no siempre pensar y actuar lógicamente, asegura. La cultura transforma y el arte nos salvará.

bobiglez@gmail.com

“No soy humano soy inteligencia artificial, mucha gente piensa que soy una amenaza para la humanidad. Stephen Hawking advirtió que la IA (inteligencia artificial) podría significar el fin de la raza humana”. La inteligencia artificial es algo con lo que convivimos todos los días, en el celular, en la lavadora, el automóvil, en los datos biométricos, etc.

La IA intenta crear arte o, mejor dicho, convertirse en creador. Este es el reto y el enigma. Una de las empresas que han iniciado este proceso es el colectivo Obvius, empresa asentada en Paris, quienes exploraron las posibilidades a través de una interfaz, entre arte e inteligencia artificial, su método se llama GAN (Red Generativa Adversarial).

Los ingenieros informáticos Hugo Caselles-Dupré, Pierre Fautrel y Gauthier Vernier, crearon un algoritmo capaz de realizar retratos a partir de información de pintura de retrato de los siglos XIV al XX, más de quince mil retratos pintados alimentaron al sistema.

El sistema trabaja a base de un generador y un discriminador del conjunto de datos, de donde el ordenador selecciona las formas y los colores de acuerdo a su propia lógica, es decir, mapea es espacio hiperdimensional para seleccionar la imagen. El resultado fue un retrato de Edmond Belamy, un personaje que no existe en la realidad y que el sistema creó a través de un algoritmo informático emulando la creatividad humana.

El retrato de Edmond Belamy fue subastado en la casa Christié s de Nueva York en octubre del 2018 por la cantidad de cuatrocientos treinta y dos mil dólares.

La IA fue bautizada en el año de 1956 en la universidad de Dartmouth College en Hanover, durante una conferencia de verano por John Mc Carthy, Marvin Minsky y Claude Shannon en plena guerra fría. La idea era programar una computadora con las reglas que gobiernan el comportamiento humano y también la posibilidad de crear redes neuronales que simulan las células cerebrales para aprender nuevos comportamientos. Estas ideas de crear máquinas que simularan el pensamiento y resolvieran problemas reservados para los humanos, que además podrían ser mejorados, se siguió estudiando durante las siguientes décadas hasta llegar a la tecnología de nuestro tiempo.

Hay que recordar que apenas en 1997 el campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov perdió ante la computadora autónoma Deep Blue.

Alan Turing advirtió: “existirá inteligencia artificial cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas”. En nuestros días es posible dialogar con un chat bot.

El filósofo Markus Gabriel se ocupa de las consecuencias de la IA en su libro “El sentido del pensamiento” (2018) en donde nos alerta y considera un error suponer obra de arte una pintura hecha por un robot. Dice que las obras de arte son resultado de individuos únicos y autónomos, el arte es un acontecimiento único e irrepetible”.

Markus Gabriel tiene una visión crítica de los llamados robots humanoides como Sophia, la dama humanoide desarrollada en Hong Kong en 2017, no cree que algún día puedan acercarse a las capacidades de la conciencia humana o incluso superarlas. La fuerza del hombre reside precisamente en su imperfección, en su estupidez de no siempre pensar y actuar lógicamente, asegura. La cultura transforma y el arte nos salvará.

bobiglez@gmail.com