/ viernes 13 de agosto de 2021

Humanitas: arte y pasión 

El color verde anuncia los primeros brotes de la primavera en el mundo, es decir, el retorno de Proserpina del Hades después de que fue raptada al inframundo. El verde es el contrario del rojo, uno es el color del agua el otro el color del fuego. El verde es el resultado de la combinación del azul y el amarillo, se le considera un color secundario en las teorías del color, aunque se encuentra en abundancia en toda la naturaleza. Simbólicamente el verde es el color de la esperanza, de la fuerza, de la fertilidad y la longevidad.

Uno de los minerales más hermosos es sin duda la verde malaquita, un carbonato natural básico de cobre, que comparte su origen con la azurita. Este carbonato básico de cobre de color verde fue llamado por Plinio chrysocolla; el pintor renacentista Cennino Cennini lo llamó verde azzuro, también se conoció como verde montaña y se empleaba como pigmento con aglutinantes al temple o en el fresco.

En el antiguo Egipto se utilizó la malaquita para las tumbas y murales, pero resultaba muy costosa y con el tiempo se obscurecía.

Los romanos descubrieron el Verdi gris, pigmento que surgió por la oxidación que provocaba el vino que se convertía en vinagre, al quedarse sobre vasos o platos de cobre se formaba un polvo de color verde que utilizaron en vitrales, frescos y mosaicos.

En el mundo prehispánico se utilizaron los pigmentos minerales como el verde de malaquita en la pintura mural de Teotihuacán, en donde aparecen tonos desde el verde de pura malaquita, el verde combinado con óxidos de fierro y el verde oscuro que lo preparaban agregando azurita a la mezcla.

También hay registro del uso del verde en los códices, aunque se utilizaban colorantes de origen orgánico como el azul maya (índigo=tlacehuilli) y un tinte amarillo que al mezclarse se alcanzaba el color verde.

El verde que más empleado en el siglo XIX es el verde de cromo, además del de cinc y de cinabrio, que eran mezclas de pigmentos de azul de Prusia, o de azul de ftalocianina con el amarillo de cromo.

En la mitología egipcia Osiris es un dios con la piel de color verde, cuando es asesinado por su hermano, despedaza su cuerpo y lo lanza al Nilo, será reconstruido y resucitado por la magia de su mujer la diosa Isis, que representa el color rojo. Osiris conoce el misterio de la muerte y la resurrección. El verde de su piel alude al proceso de putrefacción, regeneración y resurrección. Un mito prehispánico nos habla del rapto de la diosa Xochiquetzal, que es análogo al de la diosa griega Proserpina. Xochiquetzal la flor más bella y arquetipo femenino, es raptada por Tezcatlipoca señor del inframundo durante el invierno y reaparece en la primavera en donde preside el nacimiento de las flores, luego de que su esposo el dios Tláloc viajó al mundo de los muertos a rescatarla. Se le reconoce por su doble penacho de plumas verdes de Quetzal.

En el Apocalipsis de San Juan (4.3) describe su visión del Dios supremo: “El que preside es como una piedra de jaspe verde o de cornalina; el nimbo que rodea el trono es como una visión de esmeralda”.

Vincent van Gogh le escribió en una carta a su hermano Theo del 8 de septiembre de 1888: “He intentado expresar con el rojo y el verde las terribles pasiones humanas”. El arte nos salva, la cultura nos transforma.

bobiglez@gmail.com

El color verde anuncia los primeros brotes de la primavera en el mundo, es decir, el retorno de Proserpina del Hades después de que fue raptada al inframundo. El verde es el contrario del rojo, uno es el color del agua el otro el color del fuego. El verde es el resultado de la combinación del azul y el amarillo, se le considera un color secundario en las teorías del color, aunque se encuentra en abundancia en toda la naturaleza. Simbólicamente el verde es el color de la esperanza, de la fuerza, de la fertilidad y la longevidad.

Uno de los minerales más hermosos es sin duda la verde malaquita, un carbonato natural básico de cobre, que comparte su origen con la azurita. Este carbonato básico de cobre de color verde fue llamado por Plinio chrysocolla; el pintor renacentista Cennino Cennini lo llamó verde azzuro, también se conoció como verde montaña y se empleaba como pigmento con aglutinantes al temple o en el fresco.

En el antiguo Egipto se utilizó la malaquita para las tumbas y murales, pero resultaba muy costosa y con el tiempo se obscurecía.

Los romanos descubrieron el Verdi gris, pigmento que surgió por la oxidación que provocaba el vino que se convertía en vinagre, al quedarse sobre vasos o platos de cobre se formaba un polvo de color verde que utilizaron en vitrales, frescos y mosaicos.

En el mundo prehispánico se utilizaron los pigmentos minerales como el verde de malaquita en la pintura mural de Teotihuacán, en donde aparecen tonos desde el verde de pura malaquita, el verde combinado con óxidos de fierro y el verde oscuro que lo preparaban agregando azurita a la mezcla.

También hay registro del uso del verde en los códices, aunque se utilizaban colorantes de origen orgánico como el azul maya (índigo=tlacehuilli) y un tinte amarillo que al mezclarse se alcanzaba el color verde.

El verde que más empleado en el siglo XIX es el verde de cromo, además del de cinc y de cinabrio, que eran mezclas de pigmentos de azul de Prusia, o de azul de ftalocianina con el amarillo de cromo.

En la mitología egipcia Osiris es un dios con la piel de color verde, cuando es asesinado por su hermano, despedaza su cuerpo y lo lanza al Nilo, será reconstruido y resucitado por la magia de su mujer la diosa Isis, que representa el color rojo. Osiris conoce el misterio de la muerte y la resurrección. El verde de su piel alude al proceso de putrefacción, regeneración y resurrección. Un mito prehispánico nos habla del rapto de la diosa Xochiquetzal, que es análogo al de la diosa griega Proserpina. Xochiquetzal la flor más bella y arquetipo femenino, es raptada por Tezcatlipoca señor del inframundo durante el invierno y reaparece en la primavera en donde preside el nacimiento de las flores, luego de que su esposo el dios Tláloc viajó al mundo de los muertos a rescatarla. Se le reconoce por su doble penacho de plumas verdes de Quetzal.

En el Apocalipsis de San Juan (4.3) describe su visión del Dios supremo: “El que preside es como una piedra de jaspe verde o de cornalina; el nimbo que rodea el trono es como una visión de esmeralda”.

Vincent van Gogh le escribió en una carta a su hermano Theo del 8 de septiembre de 1888: “He intentado expresar con el rojo y el verde las terribles pasiones humanas”. El arte nos salva, la cultura nos transforma.

bobiglez@gmail.com